El deporte en tierras de Fidel
marcelo ANTONIO angriman (*)
Educación, salud y deporte son cuestiones de Estado en Cuba. A pesar de una monumental crisis, del embargo y de las duras restricciones en diferentes áreas, las banderas de estos tres derechos –considerados fundamentales– no son ni serán renunciables para el régimen socialista. Dentro del ideario cubano el deporte debe estar al alcance de cualquier ciudadano y por ello existe un Ministerio de Deportes que desde la década de los sesenta instrumenta políticas con programas inclusivos para hombres y mujeres de todas las edades. En este país caribeño se otorga particular trascendencia a la formación de profesores y licenciados en Cultura Física (término acuñado de la época de padrinazgo soviético, cuando existía un fuerte intercambio comercial, cultural y deportivo entre ambos países). El título de nivel universitario se obtiene luego de seis años de preparación y puede elegirse la especialización en las áreas de Educación Física, Cultura Física Terapéutica, Entrenamiento deportivo y Recreación. La sede universitaria Manuel Fajardo de La Habana es base rectora de 14 centros de formación –uno por cada provincia– en el interior del país. Allí los alumnos reciben ropa y zapatillas y un refrigerio con los aportes calóricos necesarios a precios simbólicos. Un particular tratamiento reciben los atletas seleccionados para representar al país. Los entrenamientos son muy rigurosos y se llevan a cabo en los Centros de Alto Rendimiento Deportivo de La Habana Este y Cerro Pelado. Allí, en las diferentes disciplinas, Cuba se prepara con extremo celo para los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011. En oportunidad de visitar la Escuela Nacional de Gimnasia –creada en la última década– se pudo apreciar que dicho centro funciona además como escuela pupila. Los niños y jóvenes estudian y se entrenan allí con una jornada tan estricta como exigente. En particular, en todos los centros deportivos hay fotos y frases del comandante Fidel Castro. A la hora de saludar a los visitantes, las niñas de tan sólo nueve años junto a sus pupitres prometen a viva voz conseguir medallas por la gloria de su país. Es que en Cuba obtener una presea a nivel panamericano u olímpico implica acceder a la consideración de “gloria deportiva”. Tal estatus, según el logro permite obtener una pensión y hasta en ocasiones casa y auto de por vida. Por su parte, quien integra una selección es admirado y tratado con respeto, no sólo por representar al país sino por tener la oportunidad de viajar al exterior. El cubano no se cansa de repetir que cuenta en su historia con 67 campeones olímpicos. En oportunidad del Congreso de Pedagogía 2011, mientras el ministro de Deportes cubano disertaba, la primera fila del enorme salón del Palacio de Convenciones de La Habana estaba ocupada por un grupo numeroso de glorias deportivas de distintas épocas a quienes se les cedió la palabra y se les tributó reconocimiento. El deporte nacional cubano es el béisbol, seguido en popularidad por el boxeo y luego por el fútbol. Es particularmente llamativo observar cómo en parques o sitios públicos de La Habana se forman las “esquinas calientes”, donde grupos de personas polemizan encendidamente sobre el deporte de la pelota (el béisbol). Otra particularidad, atípica para nuestra idiosincrasia, es que la camiseta nacional no se vende ni puede ser comercializada en negocio alguno: es sólo para los deportistas cubanos de elite. El momento de Cuba es acuciante en materia económica y hasta el deporte es propiciado como medio para mejorar la salud de los habitantes y de morigerar los gastos en medicamentos. Es evidente la falta de partidas presupuestarias para la preservación de los centros deportivos, muchos de los cuales –con excepción de los de alto rendimiento– revisten condiciones visiblemente precarias. Otra carencia evidente es la falta de tecnología, tan cara al deporte competitivo actual. Sin embargo, el cubano confía en su perseverancia y en el conocimiento de sus entrenadores para capear el temporal y ante la ausencia de profesionalismo mostrar ante su pueblo de qué son capaces con lo poco con que hoy cuentan. (*) Abogado. Profesor nacional de Educación Física marceloangriman@ciudad.com.ar
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