El día en que Alí Babá se adueñó de las calles de Bagdad 12-4-03
Acuerdos para controlar los saqueos y la violencia que se extendían en Irak
Las calles de Bagdad daban una imagen de desolación tras los robos reiterados. BAGDAD (AFP) – El museo arqueológico de Bagdad, el más importante del país con piezas antiguas de valor incalculable, ha sido una de las primeras y más graves víctimas de los saqueos que se multiplican en la ciudad desde hace 24 horas. Después de haber logrado forzar la entrada por la parte administrativa del lugar, los ladrones entraron en los depósitos del museo y después en la sala de exposiciones. Cerámica y estatuas de la época asiria, una puerta de madera del palacio del rey Sargón II en Jol Sabat del año 720 A. C. y otros objetos de cientos de años de antigüedad correspondientes a la antigua Mesopotamia eran robados o simplemente rotos en mil pedazos por decenas de ladrones que no se molestaron en esconderse de la mirada de la prensa. Según parece, muchas piezas de menor tamaño habían sido retiradas del lugar antes de que comenzara la guerra. «Fueron los soldados» «Fueron los estadounidenses», aseguran los vecinos, explicando que vieron a los soldados norteamericanos llevarse piezas en cajas de madera después de su entrada en la ciudad el miércoles. Otros objetos de mayor tamaño fueron protegidos de los bombardeos con esponjas o sacos de arena, aunque nadie los pudo salvar de los robos, ni siquiera los tanques estadounidenses que contemplan el espectáculo impasibles a pocos metros. Sólo las grandes piezas, demasiado pesadas, quedaron por ahora en el lugar, muchas de ellas hechas pedazos por los ladrones, enfurecidos al no poder llevárselas. De los archivos del museo tampoco quedó nada: fotografías antiguas, diapositivas, documentos y libros estaban esparcidos por las salas carbonizados o mezclados con la arena y cristales rotos. «No podemos hacer nada para evitarlo. ¿Quieren que disparemos contra ellos? «, se preguntaban los soldados. La misma situación se repite en decenas de lugares de la ciudad, completamente controlados por los «Alí Babás», el nombre dado a los ladrones en recuerdo del cuento «Alí Babá y los 40 ladrones». Los comercios, las sedes de ministerios, los bancos privados y públicos: cualquier edificio es objetivo de una multitud incontrolada de ladrones que no tiene ningún reparo en disparar al aire, contra rivales o cámaras de televisión. La sede del ministerio de la Defensa, en el centro de la ciudad, era literalmente despojada de todo por los ladrones. Despachos, baños, salas de reuniones, puertas: todo era cargado en automóviles, camiones o en carretas por los apresurados ladrones. A pocos metros, las llamas que salen de las ventanas del Banco Central tiñen de negro el cielo de la ciudad al atardecer. «Pronto serán nuestras casas», aseguran los vecinos, asustados ante la visión espantosa de una gran ciudad sin ley. En el barrio de Al-Eahdamiya, la mezquita de Abu Janif, cuyo minarete ha sido parcialmente destruido por los impactos de mortero en los últimos días, es también paraíso de los ladrones ayer, que no han dudado en profanarla.
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