El Diego ya tiene su musical

"El Diez, entre el cielo y el infierno" es el flamante drama musical basado en la vida de Diego Armando Maradona y que será intepretado por el actor chileno

BUENOS AIRES (Télam, por Leonor Soria).- El actor Franklin Caicedo es un utópico Maradona de 82 años en el drama musical «El Diez, entre el cielo y el infierno», que se presenta en el teatro Metropolitan y escribieron Daniel Dátola y Héctor Berra como un homenaje sincero pero nada complaciente al eximio futbolista. «Nos trajeron de Londres el musical sobre Evita -señaló Dátola; no podemos dejar también que la obra sobre el más grande de los ídolos argentinos nos la traigan de Nueva York, París o Roma». «No es una historia complaciente -aclaró el coautor- porque Diego mismo no es complaciente con sus propios errores. Tampoco se trata de una reconstrucción histórica: es una ficción basada en la proyección de los recuerdos, los sueños y las pesadillas de un Maradona que todavía no existe y que recuerda con toda la deformación que tiene la memoria, con la bondad y la crueldad, la piedad y la impiedad que tienen los recuerdos». La figura del más grande de los futbolistas argentinos aparece en el espectáculo desdoblada en tres personajes: el niño, el joven y el anciano a partir del cual se cuenta la historia. «Nunca imaginé que podía llegar a hacer el papel de Maradona y me sorprendió que me lo ofrecieran, porque yo en general hago espectáculos chiquititos, inventados por mí, y los hago en lugares chicos. En general no soy llamado a hacer espectáculos grandes», comentó todavía asombrado el actor chileno.

Para los autores resulta difícil escribir acerca de un ídolo vivo y el actor reconoce los problemas de encarnar a «un Maradona que todavía no existe, que plantea lo que podría ser que sucediera». El proceso de elaboración del personaje llevó a Caicedo a reflexionar «cómo será el ídolo en un futuro no muy cercano y cómo sería yo si fuera Maradona». «Lo más difícil resultó hacer propio el texto escrito por otro. Sé que es la clave del trabajo del actor -admitió- y tengo una larga práctica en ese sentido; sin embargo, me resulta más fácil un texto shakespereano que éste porque tengo todo un recorrido con los textos clásicos pero con Maradona todo es nuevo».

A pesar de todo, el actor reconoció algunos puntos de encuentro entre su historia y la del futbolista. «Coincido con él, según lo mucho que he leído con respecto a su vida, en ese impulso ambicioso en el mejor sentido y en la característica tan particular de aquellos que empiezan en la nada y terminan en la corona. Yo también vine de una familia popular y con gran esfuerzo llegó luego el crecimiento», confesó.

Por otra parte, la pieza no pretendió ser un retrato textual y completo del futbolista, sino rescatar algunos de los aspectos más entrañables de su vida, tratando de llegar a los rasgos esenciales que lo hicieron ser quien es. «Gardel, Evita, el Che, Maradona, son personajes muy complejos que despiertan grandes pasiones y con los que la objetividad no existe. Ante ellos, hay que recortar algunos aspectos porque no se los puede reflejar en toda su complejidad», explicó Berra. «De alguna manera -indicó Dátola- nos preguntamos por qué les exigimos a nuestros ídolos que sean como nosotros queremos y no como son. Y cuando vemos que no son así, los acusamos de no ser el ejemplo que esperábamo para nuestros hijos».

Siguiendo el mismo hilo de pensamiento, Berra (que es también director del espectáculo) acotó que «surge una segunda lectura de la obra si reparamos en cierto rasgo caníbal que tenemos los argentinos para con nuestros ídolos». «Tenemos una inclinación a condenar rápidamente -agregó-; de lo contrario no hubiera escuchado tantas veces eso de 'algo habrá hecho', una de las frases más perversas que se han pronunciado en los años ignominiosos de la historia argentina».

Finalmente, Dátola reconoció que la visión de la pieza se desprende de una respuesta que Maradona le dio durante un reportaje hace más de 20 años y que aún hoy sigue repitiendo: «No quiero ser ídolo, no quiero ser ejemplo de nadie, yo sólo quiero jugar a la pelota».


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