El drama de qué hacer el fin de semana en un lugar como Roca 

Es una ciudad de mediana escala pero hay posibilidades para todos.

La posibilidad de pasar anónimo que ofrece una gran metrópoli la niega una ciudad de mediana escala como Roca. Las posturas, las estrategias, las escaramuzas toman dimensión pública y rozan la tragicomedia.

Es claro además que las posibilidades aumentan para que la mujer de nuestra vida se cruce, del brazo de otro y sin saber que existimos, en el amontonamiento del boliche a los que van todos lo de la correspondiente generación o que ella lo encuentre a él, «tèt a tèt» con su mejor amiga sin que las explicaciones nerviosas terminen de desarrollarse.

«La noche» tendrá más posibilidades de terminar en una borrachera depresiva a menos que se cruce un amor pasajero y clandestino, pero reparador.

Flashback

Muchos se encontraron hace poco, casados y con hijos recorriendo lo que hace unos 10 ó 15 años era el símbolo de la noche roquense.

Aquelarre, reabierto especialmente para fin de año parecía el mismo Aquelarre de hace mil años.

Para aquellos que lo conocían como a una parte íntima de su cuerpo hasta parece tener los mismos deterioros, sin que se haya agregado una sola raya ni se haya repintado un solo centímetro de pared.

El tiempo, que suele acumular polvo y tristezas, se había encargado en el enorme salón de hacernos creer quinceañeros vírgenes y de hormonas urgentes sin más compromiso que lavar el auto de papá.

Aquellarre vive, pero en otra realidad alternativa. Quizás vuelva en el próximo milenio para hacerles creer a nuestra próxima reencarnación que somos adolescentes a contramano.

La edad de la inocencia

El ambiente de la noche roquense es todavía naïve y es apenas audaz para las almas que buscan alejarse de la monotonía. Aún así los bares, los boliches son y han sido testigos del carácter humano.

Entre cafés y whiskys de trasnoche se han escrito manifiestos o declarado amores sin tiempo.

Cada cual sabe porque la noche, el afuera, entre las mesas ajenas el cuerpo se siente mejor cuidado. Más a gusto consigo mismo.

Vidrieras

Vidriera de vidrieras. Donde se muestran, donde se conocen. Refugio de rugby a toda hora, de jóvenes profesionales y empresarios, hombres de cuello y corbata y de nuevas generaciones de políticos y personajes influyentes. No hay espectáculo, el espectáculo es su gente. De mañana el desayuno es una tertulia. Los mozos gozan de buena memoria y saludan a los habitués y a los que aspiran a serlo. Sus medidas van de lo digno a lo generoso. Poco no forma parte de su vocabulario. A la tardecita no hay quien se resista a una cerveza helada en su vereda. El mundo pasa por afuera del «43». Entonces, desde esa tarima de café vital, se aprecian mejor los pequeños detalles de nuestra existencia. Recomendables: «Fresita chilena», el JB (lo sirven sin mezquindad) y tragos en general preparados con mano sabia. Tucumán y Belgrano.

El estilo

Un punto a favor del estilo. Donde el tiempo debe acomodarse al gusto de los comensales. La atención es cálida, seria, sin accesorios. Su ambiente lo construyen un grupo de habitués y, en general, gente madura. Paladares exigentes, dispuestos a pagar lo que vale el plato. «Mis clientes pasan los 50 años. Vienen en pareja, son de buena posición social y en su mayoría profesionales», indica Roberto Blanco, su propietario.

De igual forma el lugar no es caro. Desde hace un tiempo se hacen espectáculos musicales. Algo de tango y sobre todo jazz. Un pasaje a otros climas en busca de una geografía propia. «RB» la consigue. Tiene sello. Tiene altura. Imperdible su picada de mariscos con cerveza o vino blanco frío. Ronda los 17 pesos y alcanza para dos. Rodhe y Sarmiento.

El calor y los amigos

Hace una semanas un amigo de la casa festejó su cumpleaños allí. Esto define de alguna manera a Dorrego. Tiene el aspecto entrañable de algunos bares parisinos y de uno que otro boliche tanguero en Buenos Aires. Pero sin la pátina que dan los años y el ajetreo. De hecho Dorrego apenas cumplió 1. Como solía decirse antes: atienden sus dueños. El lugar ofrece toda la variedad de vinos Humberto Canale en vasos y botellas. Los fines de semana se presentan grupos de jazz, clásico, folklore y rock. El plato de la casa son las tablas de queso (a partir de los 3,5 pesos) y mixtas, acompañadas de vino o cerveza. Italia y 25 de Mayo.

Todo a lo grande

A la vera de la ruta 22.

Se sumó hace menos de un mes con un alto impacto para la noche roquense: tres mil personas colmaron sus instalaciones cuando la inauguraron.

Fue diseñada a lo grande: 2.360 metros cuadrados cubiertos, 20.000 wats de potencia. Prevén que funcionen ocho pistas bailables, sistema italiano de luces computarizadas, y circuito cerrado de televisión para garantizar la seguridad en el interior.

El fuerte del bailable es la música tropical y latina. Pero en posteriores etapas se irán sumando pistas con otros géneros musicales, con lo cual atraparán más habitués.

Sus propietarios tienen previsto traer una vez al mes grupos musicales de renombre y presentar conjuntos de la región.

A mitad de camino de las dos entradas principales de Roca.

La fiesta

A ratos es un auténtico encuentro de culturas. Por un lado las máquinas tragamonedas y el típico sonido que hacen cuando dejan escapar algún dinero, y por el otro gente haciendo el trencito al ritmo de algún grupo local. Siempre hay alguien en El Casinito. Pero las noches de fin semana el lugar recibe oleadas de visitantes ansiosos que buscan un poco de juego y de música en vivo. Su servicio cubre bien las necesidades de este tipo de noches. Tucumán al 200.

La leyenda

El templo que durante tres décadas lideró el movimiento nocturno de todo el Alto Valle volverá a resucitar rodeado de nostalgia.

Una especie de «revival» con clima de despedida del milenio. Para algunos será el encuentro con una especie de leyenda y para otros un tren al pasado.

El organizador de la fiesta, Beto Mayer (hombre que se formó como DJ entre las paredes de este local), aseguró la abundancia de la buena música de la época de oro y todo el glamour y la fastuosidad que caracterizaron en su momento a una de las discos mejor equipadas de la Patagonia: Aquelarre.

Entre la bailanta y el boliche

Un espacio que supo adaptarse a los nuevos tiempos. Nació en los primeros años de la década que se va como tanguería, cuando la gente de 40 y 50 tenía fuerte presencia en la noche roquense. En su pista del primer piso reinaron los acordes del 2 x 4 y hoy lo remplaza la música disco y pop. Pero el verdadero fuerte de 2001 es su coctel de ritmos pegadizos que truena en su pista principal.

«Es cierto, nacimos apuntando a la gente grande. Pero debido a los cambios de estilos musicales y la difícil situación económica, los mayores dejaron de salir, entonces nos fuimos modificando para dar cabida a otros sectores», dijo su propietaria Rafaela Damico.

2001 suena como bailanta pero tiene estructura de boliche: espejos, mucha oscuridad, juego de luces, desniveles y varias pistas y barras.

Su público es amplio y diverso. «Acá se mezcla la clase media con la gente de trabajo», indicó Rafaela. Los sábados llegan a reunir entre 1500 y 2000 personas. Tres Arroyos al 900.

Un clásico de clásicos

juega al dominó y se entretejen las líneas del poder. Sus paredes han visto mucho e intenso. Se dice que posee la barra de licores y vinos más cara de la ciudad. No es un dato sin fundamento. Hay botellas que datan de hace décadas y cada tanto aparece algún avezado que pide algo de elixir. Su público es amplio.

Los tragos tienen medidas generosas y por lo general con una basta para entonar la noche. Hay recitales todos los fines de semana. Tango, romántico y jazz. «El Molino» tiene fama. Se la merece. Para disfrutar: un lomo completo, jugoso y tierno. El café irlandés y la copa de jerez añejado y español. Tucumán al 700.

El trópico local

La edad no es un límite para disfrutar de la fiesta en «El Beto». En el circuito nocturno de Roca es la última parada para quienes no tuvieron éxito en los otros bailables.

Reina la música tropical y también le hacen un espacio al tango, chamamé y viejos géneros para que la gente grande no se quede afuera. Funciona jueves, viernes, sábados y domingos y también en una de las noches se le brinda espacio al folklore, con la presentación de grupos de la zona.

El edificio fue antiguamente una panadería. Su diseño es de bailanta, bastante luz, sin desniveles, con mesas y sillas en un sector y un amplio espacio para el baile, en el que las parejas se mueven rítmicamente en forma de círculo.

Los shows en vivo de los grupos, que integran la movida tropical y recorren el país, tienen su espacio en «El Beto». Los sábados llegan a reunir entre 1.200 y 1.500 personas. España al 2000.

La buena mesa

Ante todo el equilibrio. Esa delgada línea armónica que caracteriza a los conjuntos de música de cámara. El estilo de la Fundación es fiel a su contexto, está ubicada dentro de la Ciudad de las Artes, en donde pululan estudiantes y maestros de las expresiones más diversas.

Una fiesta para el paladar con exquisitos platos que rondan los 15 pesos -bebidas aparte-, preparados por un chef y su ayudante recién recibidos en Buenos Aires. El restaurante funciona al mediodía y por la noche. Para muchos se ha convertido en un lugar irremplazable a la hora de buscar opciones en sus salidas nocturnas.

El fuerte son las carnes rojas y la mesa de fiambres. «De lo mejor en el Alto Valle», dicen quienes la probaron.Cuenta con una nutrida selección de vinos finos y champagne.

Desprejuicio

Para algunos la reencarnación de La Roca. Pero La Virgen, cuyo nombre ya causó más de un discusión, tiene una concepción distinta y otra estética. «Minimalista y funcional», en palabras de su arquitecto Claudio Carozzanti.

Sus espacios son amplios y ausentes de formalismos. La barra tiene todo lo que un experto puede pedir en una noche inspirada. El ambiente es joven y desprejuiciado -acepta las mesas de pool así como unas enormes puertas metálicas que sirven de fachada al local-pero tiene espacios que diferencian una generación de otra. Por allí bailan los adolescentes y por acá charlan adultos de veinte a treinta y tantos. Avda Roca casi Tucumán.


La posibilidad de pasar anónimo que ofrece una gran metrópoli la niega una ciudad de mediana escala como Roca. Las posturas, las estrategias, las escaramuzas toman dimensión pública y rozan la tragicomedia.

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