El efecto Messi, para bien o mal

“¿Hasta dónde lo van a dejar llegar? ¡Córtenlo!”. El que lo gritaba desencajado no era Florentino Pérez, presidente magnate de Real Madrid, que sigue gastando millones y millones para que él le arruine siempre todo. No. Era Diego Simeone, DT del Atlético de Madrid en pleno partido del martes pasado contra Barcelona, por Liga de Campeones. Y se refería, claro, a Leo Messi. Y no parecía decir que le cortaran la pelota. El “córtenlo” era imperativo. Era un “córtenlo cómo sea, pero córtenlo”. “Un día –le recordó al Cholo el diario Olé– será el técnico de Argentina”. Y eso que el Messi del martes pasado fue la sombra del Messi de casi siempre. Apenas algunas corridas y pases punzantes. No mucho más que eso. Ya se lo había notado así en la derrota del sábado anterior en el clásico contra Real Madrid, también en el Camp Nou. Podía argumentarse el cansancio del viaje y de los dos partidos que venía de jugar con la selección argentina. De liderarla otra vez para una doble victoria. Para volver a colocarla como la selección número uno en el nuevo ranking mundial de la FIFA. En el medio de los partidos contra Real Madrid y el Atlético estalló el escándalo de los Papeles de Panamá. Y su mención inmediata. Pueden estar también Michel Platini, Jerome Valcke y otros viejos capitostes FIFA. Puede estar Willian, el volante brasileño del inglés Chelsea y de la selección de su país. Puede estar Nick Faldo, golfista top y caballero de la corona británica. Pero el que sobresale es él. Si hasta algún diario porteño lo puso a Messi antes que al presidente de la nación. Messi, que negó cargos y amenazó demandas, es grande y sabrá asumir sus actos. Pero puede entenderse su partido opaco del otro día. Los propios hinchas de Barcelona intuyeron que los ánimos de Leo acaso no eran los mejores y lo alentaron con ganas después de que falló un remate al arco de los que suelen terminar en gol. A Leo se le vienen los partidos más importantes del año. Y se le viene la revancha contra el Atlético del Cholo en el Estadio Vicente Calderón, que promete ambiente fuerte. Ojalá que Simeone, que juega con el cuchillo entre los dientes, comprenda que, a veces, hay quienes, más desesperados aún, porque son los que juegan, pueden acatar literalmente algún grito. Y que, como tal vez suceda puertas adentro, el “córtenlo” no signifique “al costo que sea”.


“¿Hasta dónde lo van a dejar llegar? ¡Córtenlo!”. El que lo gritaba desencajado no era Florentino Pérez, presidente magnate de Real Madrid, que sigue gastando millones y millones para que él le arruine siempre todo. No. Era Diego Simeone, DT del Atlético de Madrid en pleno partido del martes pasado contra Barcelona, por Liga de Campeones. Y se refería, claro, a Leo Messi. Y no parecía decir que le cortaran la pelota. El “córtenlo” era imperativo. Era un “córtenlo cómo sea, pero córtenlo”. “Un día –le recordó al Cholo el diario Olé– será el técnico de Argentina”. Y eso que el Messi del martes pasado fue la sombra del Messi de casi siempre. Apenas algunas corridas y pases punzantes. No mucho más que eso. Ya se lo había notado así en la derrota del sábado anterior en el clásico contra Real Madrid, también en el Camp Nou. Podía argumentarse el cansancio del viaje y de los dos partidos que venía de jugar con la selección argentina. De liderarla otra vez para una doble victoria. Para volver a colocarla como la selección número uno en el nuevo ranking mundial de la FIFA. En el medio de los partidos contra Real Madrid y el Atlético estalló el escándalo de los Papeles de Panamá. Y su mención inmediata. Pueden estar también Michel Platini, Jerome Valcke y otros viejos capitostes FIFA. Puede estar Willian, el volante brasileño del inglés Chelsea y de la selección de su país. Puede estar Nick Faldo, golfista top y caballero de la corona británica. Pero el que sobresale es él. Si hasta algún diario porteño lo puso a Messi antes que al presidente de la nación. Messi, que negó cargos y amenazó demandas, es grande y sabrá asumir sus actos. Pero puede entenderse su partido opaco del otro día. Los propios hinchas de Barcelona intuyeron que los ánimos de Leo acaso no eran los mejores y lo alentaron con ganas después de que falló un remate al arco de los que suelen terminar en gol. A Leo se le vienen los partidos más importantes del año. Y se le viene la revancha contra el Atlético del Cholo en el Estadio Vicente Calderón, que promete ambiente fuerte. Ojalá que Simeone, que juega con el cuchillo entre los dientes, comprenda que, a veces, hay quienes, más desesperados aún, porque son los que juegan, pueden acatar literalmente algún grito. Y que, como tal vez suceda puertas adentro, el “córtenlo” no signifique “al costo que sea”.

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Certificado según norma CWA 17493
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Certificado según norma CWA 17493 <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios