El escritor atrapante que vino del frío
La trilogía “Millenium”, escrita por Stieg Larsson, se ha convertido en un clásico contemporáneo de la literatura policial. Pero constituye también un alegato en contra del racismo y la discriminación femenina.
¿Cuál es el secreto de “Millenium”? ¿Cuáles son esas claves secretas que han transformado esta trilogía en un codiciado objeto contemporáneo, en un bien necesario, en una suerte de talismán posmoderno? La trilogía de Stieg Larsson posee la magia necesaria que resulta imprescindible para convertirse en un clásico de todos los tiempos. Pero antes que en un clásico literario, en un best seller. Como “El Padrino” de Mario Puzzo, como “El silencio de los inocentes” de Thomas Harris, “Millenium” se explica a sus lectores de un modo didáctico. Simple. Y abundante. En “Millenium” no falta nada. La novela cierra sobre sí misma y es ésa una de sus mayores virtudes: porque aunque se muestra enorme y boscosa no refiere a tópicos que la excedan. Larsson quiso escribir una gran novela de intriga que contuviera elementos de protesta frente a las desigualdades y prejuicios de una sociedad que siempre ha aspirado a la perfección. Es por esto que Millenium, a la vez que entretenida (o muy entretenida), es también una suerte de alegato en contra del nazismo sueco y el furibundo machismo que aún se esconde, y hasta se valora, en los países nórdicos. En más de un sentido “Millenium” alcanza el estatuto de novela cinematográfica. Un espacio espectacular en el marco geográfico del papel. Sus personajes así como sus escenas literalmente se salen del rectángulo. Tienden a fugarse de los marcos para tomar el mando de la situación. No es un logro menor. Lo que Larsson no consiguió en el plano literario –por propia carencia o falta de interés– sí lo llevó a cabo en una dimensión paralela, un limbo donde las palabras refieren a explosiones de imágenes y sensaciones que atraviesan las posibilidades de la letra. Larsson carece del talento y la sensibilidad de Stephen King, el maestro indiscutido del best seller. A sus líneas les falta la profundidad de lo poético. Larsson construye sobre bases concretas. Cuando dice, explica. Jamás sugiere. No incita. El suyo es un camino de enlaces: una pieza conecta con la siguiente. Como un rompecabezas. O una pirámide. No importa tanto lo que Larsson hace en el terreno descriptivo, en el flujo y reflujo de la metáfora. El sueco, antes que un creador de gloriosos puentes narrativos o de agudos diálogos capaces de despeinar a sus lectores, es un hacedor de personajes y el excelente conspirador de una alucinada violencia. Larsson es un novelista grunge. Un nieto literario del punk reconvertido o rebautizado por las aguas densas y seductoras de la escritura comercial. Sus obras transcurren entre el más delicado de los silencios, paréntesis faltos de palabras pero poblados de postales urbanas y rurales suecas, dignas de cualquier colección de fotos privada, y estallidos de furia y locura que sorprenden al más cínico de sus seguidores. La violencia de Larsson se percibe en el ambiente pero no se la ve venir. Está. Se mantiene como una figura fantasmal que atraviesa las miradas vacías de los personajes. En términos de su exclusivo trabajo literario, quién sabe hasta donde habría llegado de no haber fallecido. Larsson murió prematuramente y esa muerte truncó la obra de una de las mayores figuras literarias de los últimos años. El cine viene a cumplir una misión evangelizadora para “Millenium”. Los lectores de la novela nos debíamos, necesitábamos, rogábamos por ver los rostros, los “verdaderos” rostros de Mikael Blomkvist y Lisbeth Salander. La versión sueca estuvo a la altura de los acontecimientos. Su producción tiene vida propia y funciona como una invitación a la pieza literaria. Los rostros, los cuerpos marcados, tatuados, llenos de posibilidades eróticas y cotidianas, de Blomkvist y Salander, están allí representados de un modo magistral. Larsson seguramente escribió con todos estos elementos provocativos en la mente. En definitiva, es el mayor culpable de su éxito.
Claudio Andrade candrade@rionegro.com.ar
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