El ex dictador se declara inocente y dice que es presidente

Actualizado a las 12:21

Bagdad (dpa) – El ex presidente iraquí Saddam Hussein y siete de sus ex colaboradores se declararon hoy inocentes durante la primera sesión del juicio que se llevó a cabo en Bagdad por una masacre perpetrada en 1982 en la localidad chiita de Dujail. Al terminar la primera sesión, que duró casi tres horas, el juez que preside el Tribunal Especial Iraquí, el kurdo Risgar Mohammed Amin, anunció que la segunda sesión se celebrará el 28 de noviembre. El defensor de Saddam, Jalil al Dulaimi, había solicitado antes de comenzar el juicio un aplazamiento de tres meses con el argumento de que había recibido las voluminosas actas hace apenas 25 días.

«Yo soy el presidente de Irak», contestó Saddam cuando el juez Amin le preguntó por su nombre. El ex dictador desconoció la legitimidad del tribunal con el argumento de que éste fue creado por una autoridad (Estados Unidos) a la que él niega reconocimiento. Los siete coacusados de Saddam también se declararon inocentes. Además de Saddam Hussein, también se negaron a decir sus nombres el ex vicepresidente Taha Yasin Ramadan y el medio hermano de Saddam, Barzan al Tikriti.

La mayoría de los acusados vestían las tradicionales túnicas árabes, mientras que Saddam lucía un traje gris con una camisa blanca. En la primera parte del proceso, el ex jefe de Estado iraquí y los otros siete acusados fueron enjuiciados por la masacre cometida en 1982 en la pequeña ciudad de Dujail, donde fueron asesinadas 143 personas. Un grupo de hombres jóvenes intentó ese año matar al dictador a tiros, pero el atentado fracasó. Saddam lanzó después una operación militar como venganza contra los habitantes de la ciudad de Dujail, mayoritariamente chiita, situada al norte de Bagdad. Saddam y los siete coacusados se sentaron en unas jaulas con barrotes delante del juez presidente.

El derrocado dictador fue el último en entrar en la sala y después de saludar a los presentes se sentó al lado de su ex vicepresidente, Taha Yasin Ramadan. Saddam intentó hablar antes de que se le formulara la primera pregunta, pero el juez presidente, Amin, le cortó la palabra. «Lo que está construido sobre la base de injusticia es injusto», afirmó Saddam en alusión al hecho de que el tribunal especial fue creado a iniciativa de las fuerzas de ocupación estadounidenses. «No necesito identificarme», agregó el ex presidente, quien esgrimió como argumento que el pueblo de Irak que lo eligió presidente ya sabe quién es.

«Conservo mi derecho constitucional como presidente de la República de Irak», insistió Saddam Hussein. Amin, quien estaba secundado por otros cuatro magistrados, le pidió con una sonrisa que se sentara y comenzó su ronda de preguntas dirigiéndose a Awad Hamad al Bandar, quien era el presidente del Tribunal Revolucionario que condenó a muerte a numerosas personas durante el régimen de Saddam. El proceso tuvo lugar bajo estrictas medidas de seguridad en un edificio de la «zona verde» de Bagdad, un área fuertemente vigilada donde tambíen se encuentran las sedes del gobierno y el Parlamento iraquíes y la embajada de Estados Unidos.

Durante el juicio nadie fue autorizado a entrar en la «zona verde», mientras que helicópteros surcaban el cielo sobre el centro de Bagdad. Media hora después del inicio del proceso se emitieron las primeras imágenes por televisión desde la sala del tribunal. Los nombres de los jueces se habían mantenido en secreto hasta ahora para no poner en peligro sus vidas, ya que no se descartaba la posibilidad de que simpatizantes de Saddam trataran de matarlos.

Muchos iraquíes, especialmente los que que pertenecen a la mayoría chiita y la minoría kurda, las dos comunidades más reprimidas durante los 24 años del régimen de Saddam Hussein, habían aguardado con gran expectación el inicio del proceso contra el ex dictador. Sin embargo, algunos grupos defensores de los derechos humanos han criticado al gobierno iraquí acusándolo de tratar de influir en el juicio y han denunciado que el apoyo logístico y financiero que Estados Unidos ha brindado al tribunal resta credibilidad al proceso y lo convierte en un «juicio de los vencedores».

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