El éxito sin fronteras

Llegó hace cuatro meses a Chile para dirigir a la Universidad Autónoma del Sur y fue elegido el mejor entrenador de la Liga.

Se fue en silencio buscando nuevos desafíos. Hoy está en la cúspide del básquet chileno, haciendo lo mismo que hizo en la Liga Nacional con su entrañable Deportivo Roca.

Es Mario Spada, el hijo pródigo del básquet roquense, cuya imagen todavía sobrevuela el parqué del «Poli», lugar de grandes encuentros y alegrías con la gente. Esa gente que lo cobijó en su época de jugador y lo recibió años más tarde como ayudante de campo de grandes entrenadores y finalmente como técnico principal.

Hace cuatro meses decidió cruzar la cordillera para probarse en un mundo nuevo, con un desafío mayor al que le podían ofrecer en la Argentina. La Universidad Autónoma del Sur, equipo 'nuevo' en la División Mayor del Básquetbol Chileno, apostó todo a ganador en su primera incursión en la elite y salió a buscar a un entrenador que dé garantías. Que se las arregle con lo que había en el club y lo refuerce con algunos jugadores a su elección. Para eso, sus dirigentes desviaron la vista hacia la Argentina, pidieron referencias y no dudaron. Un llamado telefónico fue el primer contacto con Spada y en pocos días se selló el acuerdo.

Hoy, el equipo es la revelación del básquet trasandino, cuyas actuaciones lo llevaron a ser elegido el mejor plantel de torneo y Spada, el mejor entrenador, logrando 9 de los 12 votos de sus colegas.

La UAS (como se conoce al equipo) terminó en la tercera posición de la fase regular y desde el sábado comenzó a jugar los play offs de cuarto de final con la Universidad de Concepción, en un cruce al mejor de cinco partidos que está 1-1.

En un contacto telefónico con «Río Negro», el entrenador roquense dijo sentirse orgulloso por el premio y por todo lo que están consiguiendo sus jugadores. «La División Mayor es tan importante como la Liga Nacional allá (en Argentina), por lo que este reconocimiento me llena de felicidad y satisfacción».

– ¿Lo esperabas?

– Cuando llegué me di cuenta del potencial del equipo, que había material para trabajar y aspirar a estar arriba. No trabajo pensando en los premios personales, pero es lindo recibirlos. Creo que esto es el resultado de un proceso que arrancó con bases sólidas, con respaldo dirigencial y de los jugadores. Igual, siempre es reconfortante recibir un premio. El valor en este caso es mayor porque viene de parte de mis colegas.

– ¿Igual que en el 2001 acá?

– Claro. Cuando debuté como entrenador del «Depo» en el Torneo Nacional de Ascenso me dieron el mismo premio.

– ¿Cómo llegaste al equipo chileno?

– Los dirigentes tuvieron una charla casual con un arquitecto de Roca que hace diez años vive acá, Aresio Abad, quien les dijo que me llamaran para ver qué estaba haciendo. Ellos (los dirigentes) me conocían porque los tuve de compañeros en la Unión Española, donde jugué con el «Loco» Iglesias en el '80. Ahora esas personas tienen el gerenciamiento del básquet de la Universidad Autónoma.

– ¿El «Loco» también está dirigiendo?

– Sí. En Ancud, que también se metió en los play offs. Si los dos ganamos los cruces de cuartos de final, nos enfrentamos en las «semi». (N. de la R.: Ancud perdió los dos primeros juegos como visitante de Llanquihue)

– ¿Cómo es la Liga allá?

– Muy competitiva. Similar a la de Argentina y con el mismo sistema de disputa. La gente nos acompaña bastante, se enganchó con el equipo y nos da fuerzas. Ahora en los play offs puede pasar cualquier cosa. Ojalá sigamos como hasta ahora.

La voz se entrecortaba y la despedida era inminente. Pero antes hubo un mensaje para los que aún lo esperan por el Valle. «El torneo termina a mediados de diciembre y espero ser el último en irme».

Fernando Merino


Se fue en silencio buscando nuevos desafíos. Hoy está en la cúspide del básquet chileno, haciendo lo mismo que hizo en la Liga Nacional con su entrañable Deportivo Roca.

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