El fantasma de California

La crisis de abastecimiento de energía eléctrica en el norteamericano Estado de California, ¿será para Neuquén una oportunidad de negocios para vender gas? ¿o sería como pretender vender nafta a una empresa de taxis que le faltan vehículos?

«Se vende el Hotel California», fue el titular del Wall Street Journal del miércoles 24 de enero de este año. Aquel mismo lugar que había inmortalizado la famosa pieza de rock grabada por los Eagles. Y está a la venta.

Exportar gas a California para colaborar con la crisis de ese Estado: «¿y por qué no?» se preguntaban las autoridades de la provincia del Neuquén, frente al descubrimiento de la crisis eléctrica que comenzó en enero en aquel Estado de los Estados Unidos.

Indudablemente hay que evaluar todo el abanico de posibilidades, analizar toda la gama de opciones e ideas, buscar nuevos horizontes y desafíos, atraer nuevas inversiones y empresas dispuestas a invertir. En lo posible quienes inviertan «a riesgo». De esos que han aparecido muy pocos por Neuquén. Buscar socios que no sean «secos». Avanzando luego en aquellos proyectos que surgen con mayor factibilidad de desarrollo y concreción. Primero el «brain storming» (tormenta de ideas), luego la consulta y la investigación. Posteriormente la acción.

Llevando Gas Neuquino a California

Si bien hoy el Estado provincial no dispone de gas para exportar, sí podrían hacerlo las empresas del rubro que operan en Neuquén. Un breve análisis de cómo podría exportarse, puede resumirse en las tres alternativas siguientes:

1) En forma gaseosa: actualmente es la forma más económica de llevar el gas natural a los mercados mediante grandes gasoductos. Si bien técnicamente es posible construir un gasoducto desde Neuquén a California, no son nuestros yacimientos los más cercanos y por lo tanto no resulta una iniciativa competitiva.

2) GLP (LPG ): es la alternativa que hoy ya existe para exportar los componentes ricos licuables del gas. Es un commodity, es decir, se trata de un bien transable que puede comercializarse desde y hacia los más diversos mercados del mundo. California tranquilamente lo compra en el mercado al precio Mont Belvieu (equivalente al WTI como precio de referencia del petróleo argentino en este caso para el GLP) más o menos un determinado net back (suma de gastos necesarios –fletes, seguros, etc.- para colocar el GLP en el Estado de California). La gran producción de GLP en nuestra provincia proviene del yacimiento Loma de la Lata – Sierra Barrosa que es separada en el proyecto MEGA, transportada por un «sopaducto» hasta Bahía Blanca y está comprometida con contratos a largo plazo al Brasil. No existiría una gran disponibilidad, ni la posición –por su ubicación- es la competitiva ideal.

Podría transportarse por gasoducto e instalar una planta para obtener los gases licuables cerca de algún puerto chileno, para luego ser transportado en barco. Un proyecto de estas dimensiones demoraría no menos de un par de años, con lo cual su aporte sería mínimo puesto que la crisis eléctrica de California nos imaginamos estará solucionada para entonces. Asimismo podría ser utilizado en otros usos puesto que existen alternativas más abundantes y baratas para ser utilizadas en la generación de energía eléctrica.

3) GNL (NLG ): es una de las tendencias del futuro. Los costos para licuefaccionar, transportar y regasificar gas natural utilizando tecnologías en base a bajas temperaturas, han disminuido notablemente. Es la esperanza de la industria del gas para poder convertirlo en un commodity, como lo son hoy otros combustibles: petróleo, GLP, naftas. Se han construido algunas pocas plantas (Japón, España, Italia) y sistemas en el mundo. Son competitivas en algunos casos puntuales cuando coinciden precios muy altos de los combustibles alternativos y necesidades de diversificar los tipos de abastecimiento.

Suele ser viable económicamente cuando el gas proviene de yacimientos que poseen las siguientes características: yacimientos gigantes, costo de oportunidad bajísimo o nulo para el gas (sin otra alternativa de venta), cercanía a puertos de embarque. Esto es típico de yacimientos de Trinidad y Tobago, Indonesia, Medio Oriente, Venezuela donde se dan estas características. Si bien no es imposible, y puede hacerse vía el Pacífico utilizando gasoductos ya construidos, pensar en competir desde Neuquén con esas alternativas mencionadas implica a priori una desventaja de costos: transporte del gas hasta el puerto, suficientes reservas garantizadas de gas para un proyecto de esta naturaleza, mayor distancia a los centros de consumo, precios relativamente altos del gas natural en boca de pozo (el costo de oportunidad del gas neuquino dista bastante de ser nulo: 1,5 us$/MMBTU). La suma, en forma aproximada, de los sobrecostos resultaría: costo de oportunidad más unos 0,2 us$/MMBTU por cada 1000 km de transporte, más un costo de 1 us$/MMBTU de liquefacción y gasificación, convierten a priori a esta alternativa de difícil competencia con gasoductos desde yacimientos cercanos a California y también de difícil competencia con alternativas de LNG provenientes de los lugares ya mencionados.

Otra característica de estos sistemas es que para justificarse requieren de una demanda constante (una especie de «puente marítimo») y no son competitivos para satisfacer picos de demanda puntuales debido a alzas ocasionales de los precios.

Por sobre todas las cosas un proyecto de esta naturaleza desde su concepción hasta su puesta en marcha, demandaría como mínimo unos 5 años.

La Catástrofe Eléctrica en California

«La Edad de las Tinieblas» titulaban los matutinos en San Francisco describiendo la crisis eléctrica que llevó al borde del apagón general, y con cortes al «estilo Tercer Mundo» a la «sexta economía más grande del planeta».

Para entender rápidamente el problema podemos resumirlo en que se debió a la forma en que se desreguló el sector eléctrico en California: se liberaron los precios del mercado mayorista que generaba electricidad, mientras que, se mantuvo el control estatal (congelando) de los precios minoristas.

Al inicio del proceso, los generadores pretendían contratos a largo plazo para asegurar nuevas inversiones en generación (sumado a exigentes restricciones ambientales para la generación), que significaban originalmente costos de la energía algo mayores. Los reguladores no permitieron trasladar a tarifa los precios de los contratos a largo plazo y por lo tanto no se concretaron ni los contratos ni las inversiones en generación.

Al no recibir los usuarios ninguna señal económica para ahorrar energía, comenzó a aumentar la demanda y consecuentemente a escasear la energía, por lo que los precios en el mercado spot se triplicaron. Esto generó una indignación pública que obligó a reponer los controles, aumentando el problema financiero de los distribuidores que terminaron en la quiebra.

Consecuencia: una crisis eléctrica (falta de inversión en generación ya que el mercado no pagaba el producto, al no permitirse el traslado de los verdaderos costos a los usuarios, que terminan pagando mucho más vía impuestos y la energía no suministrada: los cortes) originada por una falla en la regulación y no por un desabastecimiento de combustibles.

Es decir, la crisis se debe a la falta de centrales generadoras y no a la falta de combustible. Pretender venderles gas para solucionarla es como si a una empresa de taxis que no puede abastecer la demanda de viajes por falta de vehículos le quisiéramos vender nafta, gasoil o GNC.

Neuquén: el Ombligo de América

Pensar en llevar gas neuquino para solucionar la crisis eléctrica en California (que como se describió es un problema de regulación) suena en forma similar al anuncio (en 1990) del ex presidente Carlos S. Menem en una escuelita del interior de una provincia del Norte, en que íbamos a ir a la estratósfera con un avión argentino a construirse durante su gobierno para ir a Japón en 4 horas.

Por eso, podemos concluir que técnicamente es posible exportar gas a California. No aparece como factible en el corto plazo desde el punto de vista económico y no aportaría a solucionar la crisis californiana actual.

Entendemos sí, que existen oportunidades para atraer inversores y una gran coincidencia entre la situación eléctrica (no energética) entre Neuquén y California y que es la común deficiencia en sus marcos Regulatorios. En Neuquén, por una falta de legislación y regulación moderna, entre otras cosas ha quedado desprotegido el usuario y bien podríamos aprehender los neuquinos legislando para lograr un marco regulatorio eléctrico provincial que tenga en cuenta esta lección de California.

Los miembros del grupo de rock citado al comienzo han hecho persistentes esfuerzos para invalidar la relación de la canción con el Hotel California: «Ningún miembro de los Eagles ha puesto un pie en ese hotel» dice el manager de la banda. Más que una canción sobre un lugar específico, los Eagles han insistido siempre en que Hotel California alude a un lugar imaginario, no a una propiedad. Es de esperar también que las recientes expresiones del gobernador de solucionar los problemas energéticos de California hayan sido, como entendemos también lo fueron los dichos de Carlos S. Menem: en sentido genérico y alegórico. Es decir, una expresión de buenos deseos que no comprometa los siempre escasos recursos económicos que disponemos.

Ciertamente que pretendemos líderes emprendedores, pero a la vez prudentes, con los pies puestos sobre la tierra: «Hay pocas cosas peores para un ser humano que la desesperanza. Una de ellas es la «falsa esperanza», nos enseñaba con tanta sabiduría San Agustín.

(*) Por el ing. A. Rubén Etcheverry, ex Subsecretario de Energía de la Provincia del Neuquén.


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