El fiasco de la OTAN
Por Aleardo F. Laría (Especial para "Río Negro")
El secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, acaba de hacer público un informe remitido al Consejo de Seguridad, en el que denuncia la campaña de violencia antiserbia que arrasa Kosovo, un año después de que la ONU asumiera la administración de esta provincia yugoslava, tras los bombardeos de la OTAN. En esa misma semana seis serbios, entre ellos dos niños y una anciana, caían asesinados cuando desconocidos arrojaron dos granadas de mano en el centro cultural de Gracanica. Como señala Kofi Annan, «estos ataques parecen ser parte de una campaña cuidadosamente orquestada». «Se continúa asesinando, atacando y amenazando a los serbios en Kosovo, y varios miembros de la Minuk (el personal administrativo de la ONU) han muerto a manos de los extremistas que se mueven instigados por el odio étnico», subrayó Annan. Según el gobierno yugoslavo, en el último año fueron asesinadas más de 1.000 personas en Kosovo, 960 fueron secuestradas y 350.000 serbios y miembros de otras minorías fueron expulsados de la provincia en la que se han instalado 250.000 albaneses. Según algunas investigaciones periodísticas, Kosovo se ha convertido en una base operativa para las mafias que se dedican al tráfico de armas, de drogas y la trata de blancas en Europa.
Por otra parte, Amnistía Internacional también ha presentado un informe en el que constata que la OTAN cometió graves violaciones del derecho internacional e incluso crímenes de guerra en este conflicto. Los bombardeos de la OTAN provocaron 500 muertos civiles, en gran parte debido a que la OTAN dio prioridad a la seguridad de sus pilotos, que volaban por encima de los 4.500 metros de altura para evitar bajas propias. Entre los episodios que Amnistía Internacional ofrece como muestras de violaciones flagrantes de la Convención de Ginebra de 1949 aparece el bombardeo del puente de ferrocarril de Grdelica, cuando las bombas alcanzaron un tren con pasajeros, y el bombardeo de la televisión RTS en Belgrado, que ocasionó 16 víctimas, la mayoría periodistas que cubrían ese servicio público.
En un reciente documental televisivo, la BBC -haciendo gala de su fama de periodismo riguroso e independiente- califica al conflicto como «una cruzada moral que provocó una locura de terror» y denuncia cómo, al final, «los oprimidos, una vez liberados, se convirtieron en opresores». El reportaje revela varios entresijos de la guerra. Así, por ejemplo, que fue el secretario general de la OTAN, el español Javier Solana, quien, presumiblemente bajo presión norteamericana, tomó la decisión de pasar a la «fase tres», bombardeo de objetivos civiles en Belgrado, sin consultar al Consejo Atlántico. Esta escalada provocó la ira de Francia, quien desde ese momento colocó a un general al lado del supremo jefe militar de la OTAN.
Asimismo, el reportaje desenmascara la ambigua actuación de William Walker, jefe de la misión de observadores de la OSCE, que preparó el informe sobre la supuesta matanza de Racak que precipitó los acontecimientos que llevaron a la guerra. Walker, un probable agente de la CIA, estaba también presente en San Salvador, cuando se produjo la matanza de jesuitas españoles. Queda claro, según el reportaje, que los albanokosovares buscaron provocar la represión de los serbios para desencadenar la intervención de la OTAN. En el curso del reportaje, el ministro de Exteriores francés Hubert Vedrine denuncia que los Estados Unidos realizaron bombardeos por su cuenta, sin contar con sus aliados de la OTAN. Y que el régimen de Belgrado firmó la paz como consecuencia de la presión rusa.
Según el periodista británico Timothy Garton Ash, que estuvo en favor de la intervención de la OTAN, «la campaña táctica contra las fuerzas serbias en Kosovo tuvo una ineficacia notable. El armamento de alta tecnología y costo millonario resultó fantástico para aniquilar estufas de leña con chimeneas apuntando al cielo para creer que eran cañones. Pero según una investigación norteamericana que se oculta y de la que informó «Newsweek», sólo se puede demostrar que destruyó 14 tanque serbios». El periodista reconoce que la guerra de Kosovo no empezó como intervención humanitaria. «Empezó como un intento de diplomacia coercitiva, cuyos objetivos eran humanitarios sólo en parte. Esta diplomacia coercitiva (consistía en) «bombardear a Milosevic hasta convencerlo de que aceptase Rambouillet, el nuevo Dayton». Los bombardeos «tácticos» de la OTAN sobre los serbiobosnios en 1995 eran, para la diplomacia norteamericana, la causa que había llevado a Milosevic, a la mesa de negociaciones de Dayton, en la que se puso fin a la guerra de Bosnia. Este error de cálculo de los líderes de la OTAN elevó el conflicto a un nivel inesperado, situándolo en un marco de graves y flagrantes violaciones del derecho internacional.
El saldo ominoso de esta guerra – junto con los daños materiales y el enorme sufrimiento provocado sobre civiles – es justamente la grosera violación del derecho internacional cometido por las naciones más ilustradas del planeta. La Carta de las Naciones Unidas prohíbe tajantemente las guerras de agresión, cualquiera que sea su motivación y sólo autoriza el uso de la fuerza armada en ejercicio del derecho de autodefensa, o cuando lo disponga el Consejo de Seguridad.
En este conflicto la OTAN sustituyó al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y se autoproclamó definidora de su propio derecho. Por otra parte, la Convención de Ginebra prohíbe el ataque a los bienes de carácter civil de la parte adversa o los ataques indiscriminados o excesivos a la población civil con el ánimo de hacerla objeto de represalias o aterrorizarla. Los bombardeos sobre la infraestructura civil de Yugoslavia constituyeron actos de extorsión dirigidos a provocar la salida del ejército serbio de la provincia de Kosovo, y evitar así la intervención de fuerzas terrestres de la OTAN y el riesgo de pérdidas de vidas norteamericanas. Las personas que en su momento creyeron en los objetivos humanitarios de la OTAN tienen ahora la oportunidad de reflexionar acerca de las consecuencias que acarrea admitir la vulneración del derecho en nombre de principios morales. Los mayores crímenes de la humanidad siempre se cometieron bajo la cobertura de llevar a cabo una cruzada moral, y tras el amparo de actuar inspirados por los más nobles propósitos.
El secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, acaba de hacer público un informe remitido al Consejo de Seguridad, en el que denuncia la campaña de violencia antiserbia que arrasa Kosovo, un año después de que la ONU asumiera la administración de esta provincia yugoslava, tras los bombardeos de la OTAN. En esa misma semana seis serbios, entre ellos dos niños y una anciana, caían asesinados cuando desconocidos arrojaron dos granadas de mano en el centro cultural de Gracanica. Como señala Kofi Annan, "estos ataques parecen ser parte de una campaña cuidadosamente orquestada". "Se continúa asesinando, atacando y amenazando a los serbios en Kosovo, y varios miembros de la Minuk (el personal administrativo de la ONU) han muerto a manos de los extremistas que se mueven instigados por el odio étnico", subrayó Annan. Según el gobierno yugoslavo, en el último año fueron asesinadas más de 1.000 personas en Kosovo, 960 fueron secuestradas y 350.000 serbios y miembros de otras minorías fueron expulsados de la provincia en la que se han instalado 250.000 albaneses. Según algunas investigaciones periodísticas, Kosovo se ha convertido en una base operativa para las mafias que se dedican al tráfico de armas, de drogas y la trata de blancas en Europa.
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