El fiscal ahora cree que Otoño fue apuñalada

La nueva imputación precisa nombres y lugares. Se ratifica la teoría de que sufrió un ataque sexual.

CIPOLLETTI (AC).- A Otoño Uriarte le habrían ocultado su bicicleta para obligarla a regresar caminando a su casa en la medianoche del 23 de octubre de 2006. Los cinco imputados habrían estado de acuerdo. Había un plan. La joven empezó su recorrido a pie y la interceptaron en inmediaciones de un aserradero. La habrían obligado a subir a un auto, en el que la llevaron hasta un lugar donde la mantuvieron privada de su libertad y donde al menos dos de los sospechosos habrían abusado sexualmente de ella. La atacaron con un elemento punzo-cortante que le produjo la muerte, la enterraron, y luego en un vehículo trasladaron su cuerpo y lo arrojaron al canal.

Esta es, en síntesis, la nueva acusación que pesa contra los cinco involucrados por el caso de la joven estudiante de Fernández Oro. Según había informado oportunamente el fiscal del caso, José Rodríguez Chazarreta, la descripción de los hechos para esta tercera instancia de indagatorias a los imputados tenía cambios «mínimos» si se la compara con las anteriores. Pero en realidad aparecen varios puntos diferentes.

Además de la aparición de un quinto imputado en la investigación, que ya de por sí fue una sorpresa, en la nueva acusación se precisa por ejemplo que los sospechosos siguieron a la adolescente, que le ocultaron la bicicleta y hasta se dice quién lo habría hecho.

Detalla además que la subieron a un vehículo en cercanías del aserradero (antes no se precisaba el lugar), que al menos dos de ellos la habrían atacado sexualmente (en las anteriores no se nombraba a nadie en particular), que uno de ellos la hirió con un elemento punzo-cortante que le produjo la muerte (antes sólo se decía que la joven moría, sin especificar cómo) y que trasladaron su cuerpo en un auto, del que ahora se dan datos concretos de quién habría sido su poseedor en aquel momento.

El fiscal narró el hecho de la siguiente manera. Dijo que el 23 de octubre de 2006, Ricardo Néstor Cau, José Jhaffri, Ángel Antilaf, Maximiliano Lagos y el por entonces menor de edad que se sumó hace poco a las imputaciones, de acuerdo a un plan previo, habrían seguido a Otoño desde que salió del polideportivo municipal «con la intención de privarla de su libertad».

Consideró que Cau sustrajo la bicicleta que había dejado la joven en su casa, para que Otoño no tuviera más remedio que regresar caminando a su domicilio y así el resto de los imputados pudiera abordarla en el camino y subirla por la fuerza a un vehículo cerca de las calles Kennedy y Río Negro, en proximidades de un aserradero.

Considera también que la joven fue reducida y privada de su libertad y conducida a un lugar no determinado para que tolerara algo contra su voluntad, posiblemente un ataque de tipo sexual. Al menos Jhaffri y el nuevo imputado, habrían eyaculado en la zona de la vagina de la estudiante, afirma la nueva imputación.

Dos heridas mortales

De acuerdo con la renovada hipótesis fiscal, tras el abuso sexual Otoño fue atacada por alguno de los cinco sospechosos con un elemento punzo-cortante que le produjo dos heridas, de las cuales después resultó la muerte, «siendo este suceso conocido y aceptado por todos los prevenidos».

Producido el deceso, la enterraron en algún lugar y a bordo de un vehículo Fiat Duna (se da el apellido de una persona que tenía el auto en su poder en ese momento y que aún no está imputada), la trasladaron y arrojaron al canal principal, aguas arriba de la usina de El Treinta. Cerca de ese lugar es donde el 24 de abril de 2007 fueron encontrados los restos de Otoño, seis meses después de su desaparición.

En la primera acusación se describían tres hechos para Jhaffri, Cau y Antilaf y dos para Lagos. Los cuatro estaban como presuntos autores. En la segunda, se los colocó como partícipes primarios y se narró un solo hecho para todos. En la tercera y última, se sumó un quinto imputado, también señalando a todos como partícipes primarios y con un solo hecho.

Los defensores reclaman que en ninguna de las acusaciones se detallaron las pruebas en contra de sus clientes. Gustavo Lucero, abogado de Lagos, llegó a decir que las conductas que le reprochan a su defendido «se sostienen sólo en la imaginación del fiscal y de la jueza».


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