El FpV al tope, en podio nada firme

Redacción

Por Redacción

Análisis

ARNALDO PAGANETTI arnaldopaganetti@rionegro.com.ar

La amalgama entre el peronismo tradicional y el sindicalismo ortodoxo, con el rayo kirchnerista que produjo transformaciones, contra viento y marea, a lo largo de tres turnos de cuatro años, le dio buenos frutos en la primaria de ayer: la fórmula del FpV encarnada por Daniel Scioli, emblema de una continuidad abierta a los cambios, y Carlos Zannini, as de espadas de Cristina Fernández, tomó clara delantera rumbo a la primera vuelta electoral del 25 de octubre, a la que pretende ponerle el moño ese día. Pero dar por cerrada la disputa dentro de 75 días dependerá mucho de cómo reaccionen las fuerzas que quedaron en pie y procurarán forzar un balotaje en noviembre: Mauricio Macri se consolidó en Cambiemos, en el segundo lugar, escoltado lejos por el radical Ernesto Sanz y la “liberada” Elisa Carrió. Hizo notar durante todo el día numerosas irregularidades y situaciones confusas por el arcaico sistema de votación utilizado, especialmente en el Gran Buenos Aires, bajo control de intendentes con muchas mañas y ningún escrúpulo. Terció el Frente Renovador de Sergio Massa (le sacó ventajas en su pleito personal al cordobés José Manuel De la Sota y ubicó expectable en el principal distrito a Felipe Solá), quien anoche aseguraba que había “quebrado” la polarización y que estaba dispuesto a dialogar con sus equipos técnicos para “gobernar el país o ayudar si la población decide otra cosa”, según el exministro Roberto Lavagna. El escarceo de la víspera fue particularmente brutal en la periferia pobre de la capital. Un periodista de “Río Negro” fue testigo en una escuela de Ezeiza, donde es amo y señor Alejandro Granados, cómo se ofrecían las boletas que llevaban al tope a Scioli-Zannini junto con el binomio para la gobernación Julián Domínguez-Fernando Espinoza, mientras se hacían desaparecer las de Aníbal Fernández-Martín Sabbatella. Esta última, a pesar de las graves imputaciones de la semana, se proyectaba anoche ganadora. Lo que viene llegará con interrogantes porque en más de dos meses (usual en la Argentina) muchas cosas influenciarán los ánimos. No obstante, Scioli confía en rondar los 40 puntos, con más de 10 de diferencia sobre el escolta, o rozar los 45, que lo convertirían en el próximo mandatario constitucional a partir de diciembre. “Hay resultados impresionantes en todo el país que demuestran que la mayoría quiere otra cosa”, señaló pleno de optimismo Marcos Peña, uno de los jefes de campaña de Macri. “No nos pudieron sacar de la cancha. Ahora hay que apostar al pronunciamiento de la gente y no de los dirigentes”, desafío Massa. Los números llegaban con paso de tortuga. Y abrían distintos escenarios. El más eufórico fue el del oficialismo, con La Cámpora festejando junto con Scioli. El jefe de campaña, Alberto Pérez, en base a mesas testigos, insistía que se había logrado un “triunfo categórico” que preanuncia otro “definitivo” en octubre. “¿Está lloviendo todavía?”, preguntó. Pero no por la tormenta climática, sino por las quejas del macrismo. “Porque me parece que algunos están abriendo el paraguas”, ironizó, sabiendo que ninguno está indemne al mal tiempo. Massa, por caso, hizo ayer un llamado a Macri y Margarita Stolbizer, que empezó a preocupar al sciolismo.


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