El futuro de las laptops escolares

ANDRÉS OPPENHEIMER (*)

Cuatro años después de que América Latina ocupara titulares por convertirse en pionera mundial de los programas de distribución masiva de computadoras laptop escolares gratuitas –una idea que, desde entonces, ha sido adoptada por más de veinte países africanos, asiáticos y de Europa del Este–, acaba de salir la evaluación más profunda de estos planes y nos da algunos motivos de cautelosa esperanza. Los resultados de la evaluación del programa “Una computadora por niño” en 319 escuelas rurales del Perú, conducida por el Banco Interamericano de Desarrollo, les dan municiones tanto a los defensores como a los detractores del programa. Una Computadora Por Niño es una organización benéfica encabezada por el gurú de tecnología del MIT Nicholas Negroponte. Además del Perú, varios otros países latinoamericanos –incluyendo a Argentina, Uruguay, Colombia, México y El Salvador– lanzaron masivos planes nacionales o provinciales para entregar laptops a todos los niños de escuelas públicas. Uruguay fue el primer país del mundo que logró entregarlas a todos sus estudiantes de escuelas primarias públicas en el 2009. El estudio del BID en el Perú revela que el programa en ese país ha reducido la brecha tecnológica entre ricos y pobres, y ha ayudado a mejorar las capacidades de aprendizaje de los estudiantes de la escuela primaria. Pero también demostró que los más de 900.000 niños que recibieron las laptops gratuitas del gobierno no mejoraron nada en los exámenes de matemática o lenguaje. En un artículo sobre el estudio, la revista The Economist optó por ver el vaso medio vacío. En un artículo del 7 de abril titulado “Un desalentador resultado de una inversión en computadoras”, decía que, lejos de revolucionar el mundo de la educación en los países en desarrollo, el experimento de las laptops “no logra nada en particular”. La semana pasada le pregunté al experto en educación del BID Eugenio Severín, uno de los principales autores del informe, si recomendaría al Perú y a otros países que sigan adelante con el programa de una computadora por niño. “Estos programas son un proyecto en desarrollo. Nuestra recomendación es seguir adelante y mejorarlos”, dijo Severín. La buena noticia es que el programa permitió que tanto los niños como los maestros de las zonas rurales que nunca habían visto una computadora pudieran acceder a la tecnología, insertándolos así de la noche a la mañana en la era digital. Además, los niños equipados con una laptop en Perú mostraron algún progreso en sus capacidades de aprendizaje, incluyendo su capacidad de resolver secuencias lógicas, agregó Severín. La mala noticia es que, además de no mostrar mejoras en los exámenes de matemática y de lectura, no hubo evidencias de que las laptops motivaran a los niños a estudiar más o a ir a la escuela más días por año, dijo. Las máquinas en sí mismas no están elevando los resultados académicos, afirmó. “La idea de Negroponte de que tirando computadoras desde un helicóptero sobre una aldea mejoraría dramáticamente el aprendizaje no resultó cierta. Al menos en Perú, eso no está ocurriendo”. Para lograr que estos programas funcionen mejor, Perú y otros países tendrán que proporcionar a los escolares más software educativo, sobre todo para mejorar la enseñanza de matemática y lenguaje. Además, los países deben entrenar mucho mejor a los maestros antes de entregar las computadoras. En muchas escuelas peruanas, los docentes sólo recibieron 40 horas de entrenamiento, algo que apenas les permitió aprender cómo usar las máquinas, explicó Severín. Rodrigo Arboleda, titular de la Fundación Una Computadora por Niño, con sede en Miami, dice que hay que ver el estudio del BID teniendo en claro que el principal objetivo del gobierno peruano era promover la inclusión social. “Muchas de las escuelas rurales contenidas en el estudio no tienen electricidad ni acceso a internet. Si se realizara el mismo estudio en Lima, se hubiera visto el mismo aumento en escolaridad y la misma disminución de la deserción escolar que mostraron otros estudios en Uruguay, Paraguay y Nicaragua”, agregó Mi opinión: Los programas laptops escolares han sido muy buenos desde el punto de vista social, porque les han dado más autoestima a niños pobres y más sentido de pertenencia a la sociedad. Y también han ayudado a sacudir los anticuados sistemas educativos de muchos países, por la simple razón de que obligan a los maestros a ponerse al día para no quedar malparados frente a sus alumnos más duchos en el uso de las computadoras. Ahora llegó el momento de dar el próximo paso y convertir estos programas en un éxito educativo, dotándolos con mejores programas de software, más entrenamiento de maestros y metas académicas más ambiciosas. Si se hace todo esto, se convertirán en un gran logro de América Latina. (*) Analista internacional


ANDRÉS OPPENHEIMER (*)

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