El futuro se juega hoy en las urnas

Por GERARDO BILARDO

gbilardo@rionegro.com.ar

El resultado de las elecciones que se celebran hoy podrá condicionar o no el futuro político de Jorge Sobisch, que empeñó en esta partida su liderazgo en el Movimiento Popular Neuquino (MPN) y su onerosa carrera presidencial. También podrá arruinar o robustecer el proyecto provincial de Horacio Quiroga que, como se sabe, tiene intenciones de consolidar su candidatura a gobernador en el 2007. Pero lo importante de esta jornada no será la actualización del currículum del gobernador o del intendente sino la influencia que ejercerá esta batalla electoral sobre la vida de las personas durante muchos años.

Sobisch y Quiroga se han transformado en protagonistas de esta confrontación que, como en oportunidades anteriores, se presenta como una escala técnica hacia objetivos mayores para sus respectivas carreras políticas.

Para mostrar una carta ganadora en Buenos Aires ante su socio Mauricio Macri, Sobisch debe vencer fundamentalmente al kirchnerismo en la competencia por los cargos de diputados nacionales. En el oficialismo saben que para ganarle a la Casa Rosada deben obtener dos de las tres bancas que esta provincia pone en juego en la Cámara de Diputados.

En el oficialismo local también son conscientes de que no alcanzará con mostrar ventaja en la pelea por los cargos de convencionales constituyentes y que la lucha de concejales ni se tiene en cuenta al momento de discutir política en la mesa nacional.

Quiroga, al asumirse como un radical volcado al kirchnerismo y tomar la responsabilidad de conducir la campaña, tendrá mucho oxígeno si le va bien en las elecciones, pero sufrirá ahogo y sofocones si los votos no aparecen. Si esto último llegara a suceder, el intendente de la ciudad tendrá problemas con la gente de su partido y, desde ya, con las demás fuerzas que integran el Frente Cívico para la Victoria.

A la espera de lo que suceda hoy se encuentran, agazapados, Jorge Sapag -del partido provincial- y el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, por el kirchnerismo. El primero está anotado en la carrera por la gobernación desde hace bastante tiempo y el segundo no ha dicho nada al respecto, pero mientras ocupe un lugar en la Rosada será un potencial candidato para el 2007.

Lo paradójico que se plantea en este escenario político es que, para poder crecer, tanto Sapag como Parrilli necesitan que Sobisch, en el primer caso, y Quiroga, en el segundo, cosechen hoy lo menos posible para que sus liderazgos comiencen a debilitarse.

Si el gobernador sale fortalecido de la prueba de hoy, ratificará su dominio sobre el partido provincial y tendrá influencia decisiva en la selección de los candidatos del 2007. Aquellos que se presenten a una interna para competir por los cargos electivos se encontrarán con la aplastante maquinaria electoral que es financiada con fondos públicos y controlada desde el Estado.

Por esa razón será difícil, aun para aquellos portadores de apellido, hacerle frente a Sobisch, que hará todo lo posible por dejar a un heredero obediente y maleable, siempre que no promueva su re-reelección, una posibilidad que el propio gobernador ha descartado en público, aunque la oposición no le cree y piensa que aún es una variante vigente del sobischismo.

Por el contrario, si el gobernador sale debilitado de esta batalla, tendrá dificultad creciente para contener su propia interna, la que actualmente se encuentra en estado latente pero despertará no bien aparezcan los primeros síntomas de fatiga.

Los próximos dos años de gestión de gobierno también estarán condicionados por el resultado de esta elección. Si Sobisch se impone con comodidad retomará la campaña nacional y volverá a poner el piloto automático en la provincia, como lo hizo anteriormente cuando comenzó a torear al presidente Néstor Kirchner para colocarse en el sitio de gobernador opositor. Volverán entonces los tiempos de los viajes continuos a Buenos Aires, a otras provincias y al exterior también. El vicegobernador Federico Brollo tendrá que lidiar con los problemas domésticos.

Ahora, si el gobernador no obtiene un buen resultado habrá que prestar mucha atención a lo que suceda con la reforma constitucional, donde está la llave para continuar en el poder indefinidamente.

 

La batalla central

 

Para el sobischismo, la elección más importante es la de convencionales constituyentes. Lo explica el hecho de que el gobernador se pusiera al frente de la lista, luego de imponer en la Legislatura una ley que contiene una amplia agenda de reforma.

La casi totalidad de los artículos de la Constitución podrá ser revisada por los convencionales que hoy resulten electos. Los futuros constituyentes quedaron habilitados, por la ley que declaró la necesidad de la reforma, a revisar y modificar 258 de los 313 artículos. No es que vayan a arrasar la Constitución, pero están autorizados a hacerlo.

Y si algún sector contara con votos suficientes y se lo propusiera, la Convención Constituyente podría, por ejemplo, trasladar la capital neuquina o eliminar completamente los derechos laborales. El cuerpo tiene aval para redefinir un nuevo régimen de propiedad de los recursos naturales y eliminar el impedimento constitucional que hoy existe para allanar una vivienda sin orden judicial.

El temario de reforma pone bajo la lupa hasta el artículo que garantiza los derechos enumerados por la Constitución nacional y casi todo el capítulo referido a las garantías sociales. También está sujeto a revisión el derecho a peticionar a las autoridades y hasta el capítulo que regula la reforma constitucional ha sido incorporado en la generosa agenda.

¿Por qué razón se abrió la puerta a tantos cambios? No caben dudas de que Sobisch tiene intenciones de fundar una nueva provincia.

Lo inquietante de todo esto es que en esta campaña nadie discutió qué provincia se quiere crear, porque el proceso que concluyó el jueves lamentablemente no pasó de la capa más superficial de las ideas.


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