El gobierno quiere definir su política exterior
Luego de una década de alineación con Washington impulsada por el menemismo, la Alianza busca su perfil, aunque no despojada de internas. Cuba, Malvinas, Mercosur o ALCA, UE o EE.UU. hablan de "su" política exterior.
Buenos Aires (ABA).- Cuando nadie lo esperaba, el gobierno argentino sorprendió al mundo «endureciendo» la relación con Gran Bretaña en torno al conflicto Malvinas, luego de los diez años de «seducción» menemista.
¿Qué sucedió? ¿Realmente Fernando De la Rúa está dispuesto a girar 180 grados sobre sus talones en lo referente a las relaciones exteriores? ¿O se trató tan sólo de otra estrategia de imagen?
«Es ridículo pretender que con sólo mostrar los dientes lograremos que Londres se siente a negociar la soberanía. La Argentina únicamente tendrá capacidad para dar pelea cuando se convierta en un país serio en el concierto de las naciones. Esta ha sido nada más que chiquilinada: De la Rúa sigue intentando diferenciarse de la gestión de Menem», señaló el especialista y diplomático Carlos Escudé.
Un vocero de Adalberto Rodríguez Giavarini, canciller aliancista, respondió: «Es cierto que nuestra posición es débil, pero al menos es una estrategia política. ¿O alguien creía que mandar regalos y cartitas a los isleños, como hacía Guido Di Tella, era en verdad una estrategia? Eso sí era una payasada».
Los caminos internacionales tomados hasta aquí por la gestión aliancista son confusos. El primer viaje de De la Rúa como Presidente fue a Europa, no a los Estados Unidos; todo un signo. Luego votó contra Cuba en la ONU, siguiendo las órdenes de Washington. Hace menos de un mes, finalmente el Presidente fue al país del Norte: nunca se lo vio tan feliz en lo que va de su mandato. Pero desde allí se marchó a Egipto, a la reunión del «Grupo de los 15» países no alineados, donde la Argentina no tenía representación desde hace 11 años.
Entremedio, el Mercosur vivió quizá su crisis más profunda. Aunque las relaciones con Brasil parecen encausarse ahora. Y hace apenas una quincena, Bill Clinton envió finalmente un embajador a Buenos Aires, luego de tres años. ¿Es un premio? ¿Un premio a qué?
Con el proceso de globalización cada vez más acelerado, las políticas de alianzas comerciales son cada vez más importantes; a esta altura imprescindibles. En este marco, el gobierno discute los pasos a seguir y busca con desesperación los socios más convenientes.
La interna
Rodríguez Giavarini lleva la batuta de las relaciones internacionales. Pero su libertad de acción es muy limitada. De la Rúa sigue la gestión del canciller con atención: es un convencido que parte del éxito aliancista dependerá de su capacidad para tejer alianzas comerciales fructíferas. Por eso, el presidente suele prestar oídos a otros colaboradores, especialistas también en la temática, que tiene en su gabinete. Storani fue presidente durante varios años de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados y tiene fuertes vínculos con sectores políticos de Inglaterra y Francia. de Santibañes, maneja importantes relaciones comerciales en los EE.UU. Caputo, fue canciller y presidente de ONU. El ex presidente Alfonsín también tiene voz y voto en las decisiones: es el vicepresidente de la Internacional Socialista, comandada por los gobiernos europeos y que incluye a la UCR.
Dentro de la administración aliancista, se distinguen al menos tres vertientes de pensamiento en lo referente a las relaciones internacionales.
El canciller es proclive a matizar la alineación total con los EE.UU. que dominó la estrategia menemista. No para romper los lazos con Washington, sino para balancear las relaciones entre los Estados Unidos y la Unión Europea. Además de Giavarini, adhieren a esta política Machinea y Gallo. También parece ser la postura preferida del presidente De la Rúa.
Santibañes y Juan Llach encabezan la línea «pro-alineamiento»: creen que la Argentina tienen que ahondar en sus relaciones con Washington, profundizando la línea impuesta por Menem y Di Tella. «Hay que aliarse con los más fuertes. Sólo siendo socio de Estados Unidos se puede competir en la globalización», dice el jefe de la SIDE. Los próximos pasos de la profundización –según esta línea- deberían ser la dolarización y el ingreso al ALCA, tratado de libre comercio para el continente americano. Del otro lado están los «europeístas», aquellos funcionarios –como Storani y Ricardo Gil Lavedra- que aseguran que el gobierno debe dar un giro de 180 grados y restablecer su alianza con la Unión Europea.
Gonzalo Alvarez Guerrero
Buenos Aires (ABA).- Cuando nadie lo esperaba, el gobierno argentino sorprendió al mundo "endureciendo" la relación con Gran Bretaña en torno al conflicto Malvinas, luego de los diez años de "seducción" menemista.
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