El gran festejo en la cancha de Unión fue para Deportivo Roca

Leonardo Petricio

Andrés Maripe

La regla del ‘ex’ a punto de cumplirse: Damián Jara acaba de peinar el balón y Palomeque ensaya la media tijera que se transformará en el 2-1 de Roca.

El Guante Ibáñez fue una de las mayores preocupaciones de Roca y ahora lo es del cuerpo técnico albinegro, ya que salió lesionado.

ALLEN.- El fútbol regional vivió una de esas tardes de emociones intensas, de efervescencia y sentimientos profundos. El clásico Cipolletti-Roca tuvo de todo: goles, expulsados, fiesta en las tribunas, violencia en la cancha y un gran festejo del Naranja tras ganar 3-2 y eliminar a su histórico rival de la Copa Argentina.

Esta competencia federal no interesaba a ninguno de los dos hasta que se anoticiaron de que en la primera instancia se verían las caras. Que el ganador mantendría su honor intacto. Y que embolsaría billetes que siempre caen bien. Roca llegó a este derby en las puertas del debut del Argentino B, con un puñado de amistosos encima. La victoria, algo que no sucedía en décadas, es más que una inyección anímica. Un espaldarazo gigante. En Cipolletti relativizaron la derrota, pero el dolor es intenso. Se veía en el rostro quebrado de López Carrillo. Se notaba en las lágrimas del luchador Henry Sáez.

La diplomacia de los protagonistas quedó en el apretón de manos previo, porque en la cancha el roce y las infracciones sobraron. En los primeros 10’ el árbitro Gustavo Corsini detuvo el juego una docena de veces y le sacó amarillas a López Carrillo y Damián Jara.

El fútbol quedaba relegado porque a la falta de ideas y los nervios había que sumarle el viento y la dureza del terreno. La magia de los creadores (Julio Ibáñez en Cipo y Leandro Puig en el Depo) se disipaba ante tantos obstáculos. Sólo Sáez inquietaba, por tesón y poder físico.

El Albinegro tenía como premisa tomar el protagonismo, pero su carencia de profundidad por las bandas le facilitó el trabajo a los centrales y volantes de Roca. El clásico era burdo y había más espectáculo en las tribunas. Hasta que se equivocó el pibe Riffo en una salida, a los 32, Fernando Fernández se sacó de encima a Ballestero y su centro encontró el pie goleador de Taborda.

La tribuna que da a la calle Salta explotó y la incredulidad se hizo carne en Cipolletti. Roca se ponía 1-0 pero no se salía de libreto, firme con sus dos líneas de cuatro hombres, Puig en su intento de jugar a espaldas de los volantes albinegros y Taborda siempre listo para el gol.

El primer tiempo se iba, pero antes el Depo hizo su segundo negocio: a los 42, Rodrigo Acosta fue al piso y Larenas le metió un ‘planchazo’ malintencionado; Corsini no dudó y lo mandó a las duchas. 4 minutos más tarde los de la Salta volvieron a festejar, pero el segundo tanto de Taborda fue invalidado por off side. En el banco del local respiraban.

El ST fue extraño, cambiante, emotivo, por momentos vergonzoso. Cipolletti respondió de la misma forma que lo habían golpeado: a los 11 el Goldo Sáez aprovechó una falla de Mauro Palomeque, encaró a pura potencia, dejó en el camino a Fleitas y al correctísimo Darío Sand y revivió la alegría albinegra.

Por algunos momentos el equipo de Lorenzo Frutos recobró los mandos del cotejo, sobre todo cuando la zurda de Ibáñez entró en acción. El caos derrumbó los sistemas, el medio se transformó en una autopista y por algunos minutos todo pudo suceder. Hasta que a los 21 llegó el 2-1 de Roca, después de una doble falla del árbitro Corsini, que primero cobró una falta de Muñoz que no fue, de ese tiro libre devino una carga de Palomeque sobre Raúl Ruiz no sancionada y, para colmo, de ese córner surgió en soledad el mismo ‘6’, ex Cipolletti, y la mandó a la red de volea.

A partir de ese momento nada fue igual. Los jugadores de Cipolletti se descontrolaron y se olvidaron del juego. Para colmo, sobre los 28 Raúl Muñoz le pegó una artera trompada a Fernández y Corsini sacó la roja y cobró penal. El Negro increpó al árbitro, le aplicó una patada. Sand, el arquero al que también le dicen Pepe, como a su hermano, terminó de confirmarse como figura al vencer a Ruiz para el 3-1.

Desde ahí y hasta el final hubo más violencia que fútbol: Vázquez fue expulsado en Cipo, Jara en el Depo, hubo escaramuzas varias, insultos y gastadas, Ballestero clavó un golazo de tiro libre que le dio algo de ilusión a los hinchas albinegros que seguían en el estadio –muchos ya se habían ido– y el final llegó, y encontró al Naranja como ganador, algo que no sucedía ante su clásico rival hace largo tiempo.


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