El guardia que fue rehén en Córdoba asegura que le tiene «miedo a todo»

CORDOBA (Télam).- Walter Montenegro, el guardia de la Penitenciaría de Córdoba que cobró notoriedad mediática por ser ultrajado delante de las cámaras de televisión por presos que participaban de un sangriento motín, sufre aún hoy las secuelas del maltrato y le tiene miedo a todo.

A dos meses de aquel motín que terminó con cinco presos asesinados y dos guardiacárceles y un policía muertos, el carcelero dijo que no puede retomar su vida anterior y siente «miedo de todo».

En el motín, que ocurrió el 10 de febrero último, Montenegro estuvo a punto de ser asesinado por los presos en los techos del penal. Para mostrar que la cuestión iba en serio, los presos golpearon y tajearon a Montenegro después de desnudarlo. No sólo amenazaron con arrojarlo al vacío, sino que sus familiares los alentaron a que tomaran esa decisión criminal.

En un reportaje que publicó ayer «La Mañana de Córdoba», el guardiacárcel dijo que «estos días (después del motín) fueron terribles, los peores que me tocaron vivir».

«No puedo volver a armar mi vida, la de antes, la que me quitaron», agregó.

«No me puedo reponer, toda mi familia está afectada y yo no puedo salir de mi casa porque tengo miedo de todo. A mi vida la dejé en el motín, ya no disfrutó de nada, ni siquiera de mi familia, porque no estoy bien, no estoy entero», confesó.

Montenegro, de 30 años y padre de un pequeño de tres, manifestó que sufre por su familia, esposa e hijo, y relató que siente «impotencia por no poder ayudarla a superar esto, pero ni siquiera puedo ayudarme a mi mismo».

«Lo que más me duele es que no puedo ayudarla (a la esposa) a criar y cuidar a mi hijo. El percibió todo, la angustia, la mala onda, el sufrimiento, y a sus tres años tuvo retrocesos en el aprendizaje como consecuencia de lo que nos tocó vivir», lamentó.

Remarcó el guardiacárcel: «me cuesta salir, siento que todos me miran, pero sé que tengo que seguir viviendo, necesito trabajar y mantener a mi familia y no se si lo voy a poder hacer, vivimos con mi sueldo de 700 pesos y con el de mi esposa, que es docente».

Luego recordó el momento que vivió cuando lo tomaron como rehén en el motín. «En aquellos momentos todo pasó por mi cabeza, les rogaba que no me mataran y ellos se burlaban de mí. Yo quise tirarme del techo, tenía pánico. Creo que me salvé por que había internas entre ellos y algunos decidieron bajarme y dejarme ir», razonó.

Montenegro aseguró no tener odios ni resentimientos, pero reprochó que nadie «se preocupó» por él, ni sus superiores ni las autoridades de la Provincia. «¿Quién mejor que yo para contar lo que vi, lo que viví?», preguntó Montenegro, y aseguró que le resulta imposible olvidar lo que pasó en esas horas.


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