El huracán Nadal arrasó en el Arthur Ashe
Ratificó que es el mejor del año, ante el número uno.
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AP
Obra terminada: el español jugó un gran tenis en Estados Unidos y fue un justo campeón.
Rafael Nadal el puso el broche de oro a una mágica temporada 2013 al vencer a Novak Djokovic, por 6-2, 3-6, 6-4 y 6-1, en la final del US Open, y sumó el décimo tercer Grand Slam de su carrera. El número 2 del mundo volvió a demostrar que es el mejor jugador del año: le ganó al primero de la lista, levantó su décimo título del año y aumentó a 22 el número de victorias consecutivas sobre cancha dura. Nadie sabe lo que es superar al español en cemento 2013. Regresó en febrero después de siete meses de lesión con muchas dudas sobre cómo iba a responder su rodilla, pero superó con creces todas las expectativas y anoche levantó su primer Grand Slam en cemento desde 2010, su otra corona en Nueva York. Rafa, que alcanzó su título número 60 en el circuito, fue un ciclón en el US Open desde el primer día y se convirtió en el campeón que menos saques cede en todo el torneo: sólo Gasquet, una vez, y Djokovic, tres, pudieron lograrlo. “Estoy muy emocionado. Todo mi equipo sabe lo que significa el partido para mí. Nadie me lleva al límite como Novak. Es un fantástico jugador y sé que va terminar su carrera como uno de los mejores de la historia”, dijo el español, que se llevó 3,6 millones de dólares. Mejor no pudo empezar la final para Nadal, que al primer descanso ya se sentó con un break arriba. Jugó muy profundo desde el minuto uno, y no tardó en verse sacando para cerrar el primer set. El reloj marcaba 41’ cuando Djokovic cometió su décimo cuarto error no forzado, una derecha desde el medio de la pista, y entregó el primer parcial al español. En 19 de las 20 últimas finales se había impuesto el jugador que ganó el primer set, pero el español no es amigo de las estadísticas y sabía que aún debería remar. Y más después de ver la reacción de Nole. El partido entró en momentos de máxima igualdad. Los juegos eran eternos, se decidían después de varios “deuces” y bolas a la línea. El público de la Arthur Ashe disfrutaba, pero un aficionado comenzó a molestar a los jugadores gritando durante los puntos. Nadal se quejaba al juez de silla mientras su tío y entrenador, Toni Nadal, pedía respeto para su sobrino. Djokovic despertó con el mejor punto del partido. Interminables golpes de revés, de derecha, atacando o defendiendo. Por momentos parecía que la pelota no se iba a quedar nunca en la red. Pero sí, el serbio salió ganador y levantó las manos. Se sentía un héroe ante el aplauso del público, que estalló dos juegos después cuando el número uno levantó un 40-15 al resto para empatar el partido. Y Djokovic no frenó: arrancó como un ciclón el tercero. Se vio con una pelota para 3-0, pero falló y minutos después el marcador reflejaba un 4-3 para el español. La tensión aumentaba en la Arthur Ashe. Ninguno ganaba su saque con facilidad y los juegos se decidían por pequeños detalles. El serbio disponía de un 40-0 contra el saque de Nadal con 4-4, un punto le podría valer el set. Pero el español resucitó y cerró el juego con un smash que estaba a punto de dar a la reina Sofía de España, sentada en las primeras filas de la grada. Ya nada paró al huracán Nadal. El número dos se sentía más cómodo que nunca después de salvar los juegos más complicados. Su derecha comenzó a ser un martirio para Djokovic, que perdió la final del US Open por segundo año consecutivo. “Mereció ganar. Es decepcionante perder, pero es un honor poder luchar por este título. Volveré el año que viene y gracias por apoyar”, dijo al público el serbio.
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