El itinerario del rock latinoamericano

Carlos Polimeni analiza en "Bailando sobre los escombros. Historia crítica del rock latinoamericano" un movimiento que tuvo que vencer resistencias .

Buenos Aires.- En «Bailando sobre los escombros. Historia crítica del rock latinoamericano», Carlos Polimeni aborda las transformaciones que sufriera ese movimiento desde el inicial desembarco anglosajón hasta su creciente inserción actual en los medios de las culturas hegemónicas.

«En sus instancias iniciales, el rock era entendido como una suerte de colonización cultural del territorio americano por parte del mercado anglosajón y el rock en castellano que surgiera fruto de esa invasión no presentaba más que un marcado carácter imitativo», consideró Polimeni.

«Pero como una paradoja del destino el mismo movimiento acusado otrora de «cipayismo» ha evolucionado al punto de consolidar una identidad cultural propia que comienza a fascinar a las metrópolis imperiales; hecho que para muchos utopistas sugiere la audaz idea de una creciente contrainvasión».

Publicado por Editorial Biblos, el ensayo incursiona en el escarceo sonoro que fueron entablando los movimientos rockeros más importantes nacidos al sur del Río Bravo con los ritmos autóctonos propios del continente americano, hasta dar forma a una serie de rasgos musicales inéditos en la historia de este género.

El texto boceta un mapa general de situación en la cual se van insertando y analizando las trayectorias de ciertas figuras clave en cada país: García, Spinetta, Prodan o Moris en Argentina; Caetano, Os mutantes, Paralamas, en Brasil; Tequila, Caifanes y Café Tacuba, en México; Jaime Roos, en Uruguay, Los Prisioneros o La Ley, en Chile y Aterciopelados, en Colombia, entre otros.

Según el autor de «Luca vive» y «Bukowski para principiantes», el fenómeno actual que producen estos movimientos es que «renombrados músicos foráneos se detengan cada vez más en la cadencia auditiva de este lado del mundo, propiciando cierto mestizaje que ya comienza a infiltrarse en su ADN melódico».

«Y no sólo sonidos sino también diversos símbolos aborígenes de estas tierras se han transformado en fetiches para la propia iconografía de los grupos extranjeros», subrayó.

En un curioso paneo por los procesos germinales, uno de los ejes que plantea el libro es que en todo Latinoamérica «estos movimientos tuvieron en sus etapas clave largos conflictos con la autoridad, sufrieron censuras y persecuciones que a la larga los fortalecieron».

«De algún modo, por eso su título -apuntó Polimeni-, porque fue «bailando sobre los escombros» el modo en que se gestó la base de este movimiento, a la vez liberador, catártico, alegre, de espíritu lúdico y por momentos también díscolo; o quizá precisamente por eso».

«O en todo caso, de lo que no cabe duda es que este proceso ha surgido por generación espontánea y por los esfuerzos aislados de sus protagonistas, porque a lo largo de su evolución no ha habido una política oficial al respecto más que la de la recurrente represión», sostuvo el periodista.

Además de ilustrarse con material fotográfico, el libro incluye una cronología «en cierto modo arbitraria y personal» de los sucesos ocurridos en el mundo desde que un pasador de discos de Cleveland en 1952 tomara el nombre «rock and roll» (balancearse y girar) de una expresión de la jerga del rhytm and blues para denominar el acto sexual.

«La idea es ayudar a explicar el caldo de cultivo y el entorno político, social y estético de la evolución del rock, cuya interpretación no puede dejar de relacionarse con las coordenadas políticas y sociales del momento», afirmó Polimeni, fundador de los suplementos jóvenes «El Tajo» de diario Sur y «No» de Pagina/12 y conductor de diversos programas de la FM Rock & Pop.

La hipótesis final del trabajo, apunta a que el rock latino parece destinado a tener una repercusión aún mayor durante el siglo XXI, «una vez que termine el proceso actual de infiltración en el ADN del rock anglosajón».

Al respecto, Polimeni trazó un paralelo: «Los indios empezaron peleando con lanza y a pie contra los caballos y las armas de fuego de las potencias colonialistas y terminaron guerreando con las mismas armas del enemigo; con las lenguas pasó otro tanto: fueron el símbolo de la colonización pero luego incorporadas y utilizadas para denunciar la opresión».

«El siguiente paso fue la recreación de un mundo propio, una fuerte barrera de identidad cultural latina que inevitablemente terminó atrayendo y transformando a las culturas dominantes», concluyó. (Télam).


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