El «jab» del viejo y talentoso Clint

Clint Eastwood ha vuelto a la pantalla con otro filme de gran calidad. "Millon Dollar Baby" se perfila como una de las grandes candidatas a los premios Oscar.

Buenos Aires (Télam).- El filme «Millon Dollar Baby» que se estrenó el jueves en Buenos Aires, cuenta con prodigiosa dirección y protagonismo de Clint Eastwood y se perfila como una de las grandes candidatas a los premios Oscar que se entregarán el 27 de febrero en Los Angeles.

Frankie Dunn (Clint Eastwood) transita por la vida como si ésta no fuese más que un puñado de fracasos que se pueden escribir en pocas líneas, aunque a veces lo embriague gracias a esa mujer que se le acerca y que parece envuelta en una visibilidad deslumbrante, originaria.

La obsesión de Frankie es un «jab» preciso y una pelea por el título. Viejo sabio y perdedor, es un experto en abandonos sin haber tirado nunca la toalla mientras se pregunta por la existencia de Dios atrapado por una fe quebradiza. Eastwood no se repite nunca como director.

Desde «Los imperdonables» a través de la violencia redentora de un crepuscular personaje del western, hasta «Crimen verdadero» y «Un mundo perfecto» renovando su viejo discurso acerca del poder y la muerte. En «Jinetes del espacio» convierte en diversión un asunto propicio para la épica. Cantó como nadie a la nostalgia perdida en «Los puentes de Madison» recreando la epopeya de un amor muerto. O la necia utopía sobre la verdad absoluta como testamento polí

tico en «Medianoche en el jardín del Bien y del Mal» hasta el abismal viaje hacia lo más profundo e insondable de la desesperación humana en «Río místico».

Eastwood domina la técnica creando su propio universo inconfundible. Conoce las convenciones del cine de Hollywood sin dejar de ser él mismo ni alejarse de sus temas y sus tonos a la manera de Howard Hawks y de John Ford. Cómo estos, su secreto consiste en rodar películas que gusten al público y en las que, sin embargo, aporta su personalidad. No hay en toda su obra algo que no haya podido realizar según sus gustos y afinidades.

Delata con la cámara los pensamientos más oscuros en una acumulación de presagios expuestos con una extraña belleza. Lo puro y lo sórdido son parte de un cine en el que no se apuesta por lo visible. Lo suyo nunca es un efecto especial. Es la vida misma contada con la minuciosidad de un artesano que no sólo sostiene los planos, sino que además les otorga emoción y contenido. Como buen amante del jazz siempre vuelve sobre melodías insinuadas que corrige, amplía y convierte en una nueva música no menos cautivante.

Maggie Fitzgerald (una notable Hilary Swank, recordada por su labor en «Los muchachos no lloran», película por la que ganó su primer Oscar interpretando a Teena Brandon, la chica que se vestía y vivía como un varón) tiene 31 años y una meta: Ser boxeadora. Scraps (Morgan Freeman) es un ex pugilista que perdió un ojo en una pelea que Frankie hubiera debido parar y ahora es ordenanza, sereno esparring de un viejo gimnasio. Mientras tanto, Maggie insiste hasta el hartazgo. Quiere que ese hosco de Dunn sea su entrenador.

Cuando comienza a prepararla, las habilidades de Maggie se multiplican hasta convertirse en primera figura. Lo que sucede luego cambia el tono de la historia con estos tres protagonistas centrales que son parte de un drama al que el director le quita toda pompa.

Elude lo sublime simplemente porque aquí no hay héroes. Es una historia de fracasados. No se trata de una narración banal ni se reduce a ser funcional con el argumento. En la superficie, el desenlace transcurre por la previsible vía del sacrificio, pero Eastwood evita el golpe bajo y ubica a la muerte en el lugar que tiene: único. Es la prolongación de una eutanasia afectiva que su personaje practicó siempre hasta quedarse solo.

Hay apuntes imperdibles como la radiografía de una típica familia norteamericana integrada por descerebrados con el alma herrumbrada o esa manera de describir una liturgia de civilizada masacre como el boxeo y que sin embargo adquiere grandeza en las palabras y en los movimientos de ese entrenador derrotado por la vida.

El director norteamericano revitaliza un género agotado por la furia retardataria de Rocky-Stallone y más cerca de «El Campeón» con Wallace Beery y Jackie Cooper o «El ídolo de barro» de Mark Robson. «Millon Dollar Baby» es todas esas películas y ninguna. Llevan su sello de la seriedad a la parodia, de la venganza a la justicia, de la fortaleza a la debilidad. Con otra cara. Con más hondura. Los intérpretes están al servicio de un guión que evita todo apunte demagógico. No hay mensajes morales ni identificaciones con un héroe inmaculado como nos tiene acostumbrado el cine norteamericano.

El viejo Clint vuelve a sorprender porque a su manera refleja el asombro y la ternura de esas sombras vanas en busca de un momento de plenitud.

Ese que nos ayudará a creer en la esperanza. A hacer memoria.

 

Fernando Ferreira


Buenos Aires (Télam).- El filme "Millon Dollar Baby" que se estrenó el jueves en Buenos Aires, cuenta con prodigiosa dirección y protagonismo de Clint Eastwood y se perfila como una de las grandes candidatas a los premios Oscar que se entregarán el 27 de febrero en Los Angeles.

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