El juego republicano

Por Alicia Miller amiller@rionegro.com.ar

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El sistema republicano tiene sus reaseguros. Uno de ellos es limitar la reelección para promover la alternancia en el gobierno. Hace a la diferencia entre democracia y autocracia.

Esa limitación puede no ser agradable para alguna persona en particular, pero tiene su razón de ser.

La Cámara Electoral de Río Negro resolvió que Bautista Mendioroz no podrá ser candidato a gobernador en el 2003, por haber integrado en dos oportunidades consecutivas la fórmula, aunque con rango de vicegobernador.

En el plano político, la decisión favorece las aspiraciones del intendente de Cipolletti, Julio Arriaga, de ser el candidato de la Alianza. Y es un logro, aunque inútil, para Horacio Massaccesi, rival declarado de Mendioroz y -por esas cosas que sólo la política puede explicar- otra vez cercano a Verani.

Para el grupo Agenda, el fallo que dictaron en forma dividida los tres jueces de la Cámara Electoral es un golpe duro, aun cuando nadie entre ellos presume que los jueces Gustavo Azpeitía y Juan Pablo Videla -coincidentes en su voto contrario a habilitar a Mendioroz- hayan resuelto guiados por otra cosa que no fuera su propia convicción.

Pero, claro, las decisiones judiciales en asuntos controvertidos siempre benefician a un sector y perjudican al otro.

La curiosidad, en este caso, es que quien inició la acción no fue Mendioroz. La inició Massaccesi a través del poco habitual recurso de la acción declarativa de certeza.

Para el ex gobernador, esto es un logro, aunque las cosas no salieron como él lo había pensado. Eliminar de la carrera por la gobernación a Mendioroz formaba parte de una estrategia que tenía sentido hace unos meses, antes de que la cámara oculta de un video abollara lo poco que le quedaba de imagen política y diera por tierra con sus pretensiones de regresar con una candidatura para el 2003.

El fallo de la Cámara, un par de meses antes, le hubiera significado la posibilidad de capitalizar la necesidad del sector Blanco de tener un candidato con inserción y conocimiento público en toda la provincia, capaz de competir con la estructura veranista, que -todo parece indicar- pondrá su poderoso aparato político detrás de la figura de Arriaga.

Así se entiende que Massaccesi fuera quien avisó del fallo a Verani. En esto, son aliados circunstanciales. A ambos convenía que Mendioroz quedara fuera de carrera, aunque el gobernador volvió a reconocer que su vice siempre le fue leal.

De un modo u otro, la decisión marcará a fuego los dos próximos años de la política provincial.

Ayer, el mendiorismo analizaba las alternativas. ¿Apelar o no apelar? era la cuestión. Muchos de sus colaboradores lo instaban a hacerlo. Estaban realmente enojados por la decisión de los jueces, aunque no con ellos. «La doble instancia está para usarla», le aconsejaban.

Mendioroz volvió a asegurar que no apelará. Lo mismo había dicho hace meses para dar evidencia de su vocación republicana, que no es de los que se atornillan «in eternum» al poder. Si ahora apelara, el efecto sería negativo y, en lo personal, quedaría como una persona sin palabra. Todo indica que su aspiración de ser gobernador deberá esperar al 2007.

Lo que ayer no alcanzaban a ver sus allegados es que apelar significaría seis meses más de incertidumbre en una carrera hacia la gobernación que para Arriaga ya comenzó.

El sector Blanco del radicalismo tendrá que «construir» un candidato, y más le vale hacerlo pronto.

Su estrategia será sencilla: aprovechar que Arriaga no es radical, por más allegado que sea al gobernador. Así, buscarán capitalizar la mayor porción del partido detrás de una figura que, por el momento, podría ser la de Fernando Chironi, la de Ricardo Sarandría o, con menores chances, Atilio Feudal.

Chironi fue presidente del partido, ministro, legislador e intendente de Viedma. Sarandría, lo mismo pero en Roca.

Pero no serán los únicos en la carrera. Desde el veranismo, el ministro de Economía, José Luis Rodríguez, no oculta sus aspiraciones y hasta es probable que cuente con el guiño para disputar el primer lugar en la fórmula por parte de Verani, ese gran manejador de los tiempos y las ansiedades ajenas.

Aunque hoy, hablar de candidaturas en medio de una crisis terminal del sistema de salud, que implica el sufrimiento personal para miles de personas, sea un ejercicio republicano pero peligroso. Y eso, por no hablar de las carencias en cualquier otro ámbito de las instituciones rionegrinas y de quienes de ellas dependen.

Gobernar es una aspiración legítima de todo dirigente político. Pero, una vez conquistada, sólo se entiende como un ejercicio de la responsabilidad.

En la crisis, la responsabilidad implica priorizar lo verdaderamente importante y administrar la escasez con criterios rigurosos de honestidad, equidad y justicia.

Hoy, tener «ñoquis» es una indecencia. Pagar sobreprecios, una inmoralidad. No caben la ineficiencia ni la indiferencia.


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