«El lenguaje está en todo, para bien o para mal»

La UNC es ya centro de referencia en Lingüística.

Pascual José Masullo es doctor en Lingüística de la Universidad de Washington, adonde llegó con respaldo de la Universidad del Comahue. Pudo quedarse en el exterior, pero volvió. Hoy, es aquí el inspirador de un centro de excelencia que se traduce desde 1993 en una maestría con no menos de 30 alumnos permanentes de todo el país, y en el primer doctorado en Lingüística de la Argentina, que funcionará desde fines de este año. Por él, especialistas de todo el mundo desembarcan en Roca para contribuir a la investigación y el desarrollo de conocimientos.

Para muchos en la ciudad, Masullo es sólo un habitué de los cafés, donde suele pasar horas sumergido en un libro, generalmente escrito en inglés.

Su visión del mundo le permite afirmar que «los intelectuales argentinos tenemos que tener una motivación interior muy fuerte» para compensar las carencias de recursos en las universidades. En estos días, dicta un curso de dos semanas en Melbourne, Australia, en un congreso mundial de Lingüística: expone su trabajo comparativo sobre los predicados compuestos en los idiomas español, inglés y mapuche. Una tarea silenciosa, como él mismo admite.

– El impacto social no se ve, porque presupone un estudio muy minucioso y especializado. Pero a mediano y largo plazo será muy grande, porque los estudios en lingüística pueden aplicarse a la planificación educativa, a la enseñanza de lengua materna y de lenguas extranjeras, la difusión de lenguas como el mapuche, en la lexicografía, en la computación, en la psiquiatría, la psicología, la crítica literaria, el periodismo y las ciencias de la comunicación. El que conoce bien el lenguaje, su estructura y su funcionamiento, su uso, está en mejores condiciones de poder aplicarlo.

Y El lenguaje es de las cosas más intrínsecas y esenciales del hombre.

-Claro. De todas las facultades mentales, tal vez sea la más distintiva. ¿Se puede concebir alguna actividad humana significativa sin lenguaje? Son pocas. En la mayoría está, para bien o para mal.

-En la política, en la guerra, en las artes…

-…en la difusión del conocimiento, en la manipulación política, en el ejercicio del poder, en el pensamiento, en la creación de ciencia, de discurso.

¿La maestría tiene alguna orientación específica, en ese panorama tan amplio?

-No podemos negar que nuestra orientación es chomskiana, generativista. Chomsky propone entender el lenguaje como facultad de la mente, como componente integral del ser humano, y después entenderlo en interacción con la cultura, con la sociedad, con la educación. Primero, pensamos que tenemos que entender la microlingüística. Pero las tesis que se han producido aquí son no sólo de microlingüística sino también de lingüística aplicada al análisis del discurso, sociolingüística y estudios de los medios de comunicación. El campo de aplicación es amplísimo.

¿En qué contribuyó su doctorado en el exterior?

-Tuve la suerte de estudiar en un centro de lingüística excelente, con grandes profesores, cuando en el país no había carrera de postgrado en Lingüística. La Universidad del Comahue me dio la oportunidad de irme y le agradezco esa posibilidad de perfeccionarme. Tuve licencia con goce de sueldo para poder estudiar. Y creo que le estoy devolviendo como corresponde, formando recursos humanos y una biblioteca que es modelo en el país. Hoy nos conocen en Madrid, en Barcelona, en México, en universidades canadienses. Chomsky nos conoce, sabe que estamos aquí.

-Chomsky es el gran pensador y lingüista aún de este momento?

-Sí. Es el gran pensador del lenguaje contemporáneo y el gran lingüista que lo ha revolucionado etimológicamente. Hay un antes y un después de Chomsky. Incluso los paradigmas que se oponen al chomskiano no podrían subsistir sin él, porque se fundan en un: «en contra de Chomsky». En la segunda mitad de los «70 se creyó que el paradigma chomskiano iba a sucumbir. Pero al contrario. Hubo un gran renacimiento y fortalecimiento del generativismo chomskiano a partir del «80, cuando importantes centros de Europa adhieren al generativismo. Se inició un gran movimiento en París, en Pisa -Chomsky recreó su paradigma a partir de unas conferencias que dio allí- los holandeses, los alemanes, los españoles, y Sudamérica -en Argentina somos prácticamente el único centro chomskiano fuerte-, Brasil, y desde ya Estados Unidos y Canadá, Japón y Corea. Son países que tienen muchos medios y han podido implementar programas generativistas. El chomskianismo es un movimiento universal, con seguidores más o menos ortodoxos o heterodoxos en todo el mundo.

-¿Y él mismo participa renovando sus teorías?

-Sí. A veces es criticado porque cambia constantemente sus modelos. Pero en realidad eso es una virtud más que un defecto. Porque las ideas básicas y fundamentales las ha conservado -las que tienen que ver con el lenguaje como facultad mental esencial, como parte de la naturaleza humana, su concepción de la lingüística como una ciencia galileana-. Ha cambiado la implementación.

Por sus características, la Lingüística es naturalmente interdisciplinaria.

-Claro. El lenguaje no puede estudiarse por sí solo. En una primera instancia sí. Pero inmediatamente surge la necesidad de estudiar las interfaces. Es epifenoménico, es decir es un fenómeno derivado y muy complejo. No podemos estudiarlo como un sistema aislado sino «en interface con».

-¿Qué cosas le ha gustado más estudiar?

-En general me he dedicado a los aspectos cognitivos del lenguaje, más que a los sociolingüísticos. Me ha interesado estudiar la estructura interna del lenguaje en relación con el significado, con las estructuras conceptuales. Hice mucha pragmática y análisis del discurso -antes de irme a Estados Unidos-, pero a partir de mi doctorado me he centrado básicamente en los aspectos más psicolingüísticos del programa chomskiano. Los problemas de adquisición del lenguaje, han despertado en mí cierto interés por la neurolingüística, por las patologías del lenguaje.

-¿Qué trabajo presentará en Australia?

-Cada dos años en Australia se organiza un Instituto de Lingüística Internacional, y he sido invitado a dictar un curso de dos semanas sobre Predicados Complejos, algo muy específico. Entre otras cosas, haré un estudio de comparación de los predicados complejos en español, inglés y mapuche. Este es un tema que tiene que ver, a grandes rasgos, con la interrelación entre forma lingüística y estructuras conceptuales.

Toda evolución en el conocimiento del lenguaje debería notarse en la estructura educativa del país. Pero la sensación es que la estructura -es decir las escuelas- están muy alejadas de estos avances del conocimiento y de las teorías. ¿Es así?

-Es así. Y una de las cosas que estamos haciendo en la Universidad es tratar de transferir al medio los resultados que obtenemos. De hecho, el proyecto de investigación que dirijo está organizando para principios del año próximo o tal vez finales de este año talleres de aplicación, y las áreas que hemos pensado son «Lingüística y traducción», «Lingüística y enseñanza de la lengua materna -desde jardín de infantes hasta la universidad-«, «Difusión y preservación de la lengua mapuche». Otro podría ser «Lingüística y medios de comunicación». Hay estudios orientados a ese campo.

¿Cuáles son los temas principales de esos estudios?

-El estudio de la persuasión a través del lenguaje, la realidad a través del lenguaje, el lenguaje y su relación con el poder. Y otros, como las jergas, de qué manera el lenguaje de los medios hace cambiar palabras o giros. Pero lo más importante a mi juicio del lenguaje en los medios es ver las macrofunciones que desempeña el lenguaje, como por ejemplo la persuasión. Por ejemplo, que un candidato gane una campaña sólo por tener mejores recursos lingüísticos. O la manera en que la ideología se difunde a través del lenguaje. Un análisis del discurso periodístico o político supone la interrelación de muchas disciplinas, como la historia, la sociología, la psicología.

¿Cómo se compondrá el cuerpo docente del doctorado?

-El postgrado se sustenta actualmente con tres doctores que estamos radicados en la zona, dos en Neuquén y yo en Roca. Y contamos con la aceptación de participar de lingüistas del resto del país, de las universidades de Cuyo, de Córdoba, de Tucumán, de la del Sur, de Bahía Blanca, de la Universidad de Mar del Plata, de la UBA. Hemos convocado a todos los especialistas del país. Pero desde luego nos vamos a seguir apoyando en investigadores del exterior, en particular de Estados Unidos y de España. Muchos de ellos ya han venido a dar cursos de la maestría. Hay gente de Francia también. Hay quienes han venido varias veces y se sienten muy a gusto. Dirigen tesis y hacen un aporte significativo. Ya se sienten un poquito como de Roca.

En términos generales, vos que has estado en universidades de Estados Unidos, España, Australia. ¿Somos tercer mundo y subdesarrollados también en las universidades?

-Es una pregunta difícil. Yo creo que no somos para nada tercer mundo con respecto al nivel académico, a las inquietudes, al nivel de lectura, de actualización. Pero sí somos tercer mundo, sin duda, con respecto a la infraestructura y al presupuesto. Nadie puede dudar eso. Lamentablemente, debo decir que a veces siento vergüenza ajena cuando invito gente de afuera, porque ellos esperan ver un campus, o una biblioteca impresionante, y los recursos acá son mínimos. Lamentablemente, los postgrados de la Argentina todavía deben autofinanciarse. Es decir que ningún postgrado del país recibe de Nación una partida. Sí hay partida para investigación, pero no para postgrados. De ahí que sean arancelados. Nosotros tratamos de cobrar un arancel mínimo, para que no sea prohibitivo. Pero a veces siento mucha pena porque hay estudiantes y docentes muy capaces que tienen que estudiar en condiciones a veces deplorables. A veces no encontramos un aula para dar clase. De todos modos, los docentes que nos visitan aceptan esa realidad y ponen el eje en la trasmisión y desarrollo del conocimiento y en el avance de la investigación. Se sabe que las limitaciones son esas, de tipo edilicio, de infraestructura, dinero para libros. Tenemos que hacer muchos esfuerzos para mantener la biblioteca, con alguna partida especial o alguna donación.

-Y eso no es ningún incentivo para el perfeccionamiento.

-No. Por eso, lo que siempre digo es que en la Argentina los intelectuales tenemos una motivación interna muy fuerte, porque las motivaciones externas dejan bastante que desear todavía.

Argentina vive todavía una fuga de cerebros.

-Sí. Yo me podría haber quedado en Estados Unidos cuando terminé mi doctorado, pero pensé que tenía una deuda moral con la Universidad, he regresado y no me arrepiento. Pero muchos no han vuelto.

Alicia Miller


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