El Litoral y la cordillera, unidos por la música

El Chango Spasiuk y músicos mapuches compartieron su arte. El artista misionero fue recibido con una danza tradicional

El Chango Spasiuk compartió música y vivencias con las comunidades Vera y Curruhuinca.
SAN MARTIN DE LOS ANDES (ASM).- La música sirvió de nexo para la integración cultural, a partir de la propuesta del Chango Spasiuk de compartir un inolvidable momento con las comunidades mapuches.

Y así de simple como aquello que nace del corazón, fue lo que sucedió ayer en las instalaciones de la Escuela Nº 161 del Paraje Puente Blanco, cuan- do el músico fue recibido por las agrupaciones Curruhuinca y Vera con una danza tradicional.

Previamente el lonko Fidel Colipán le dio la bienvenida al misionero, quien hizo hincapié en la necesidad de compartir y respetar la diversidad cultural.

Posteriormente los jóvenes ejecutaron sus instrumentos autóctonos como el cultrum y las trutrucas, y los niños bailaron la danza del «Choique Purrum».

«El choique o avestruz es un animal de la zona que vive comunitariamente y en total equilibrio con la naturaleza, como lo hacemos nosotros», explicó uno de los miembros de la comunidad.

Con profundo respeto y sensiblemente emocionado, el Chango Spasiuk sólo tuvo palabras de agradecimiento ante la muestra de afecto de la gente de Puente Blanco, quien luego le regaló una bandera del pueblo nación Mapuche.

Luego, y a pedido del lonko, el artista tomó su acordeón y ejecutó algunas melodías litoraleñas.

Ya con el calor de la música, comenzaron los bailes entre parejas de la comunidad mapuche, y los pedidos de temas entre los que figuraron por supuesto «El Toro» y Kilómetro 11, clásicos del folclore del litoral.

Luego un integrante de la comunidad tomó el acordeón de Spasiuk, y ejecutó unos chamamés que fueron bailados por el músico misionero con una joven de la comunidad.

Integración

La cita entre el Chango Spasiuk y las comunidades se inició al mediodía, con una charla con las autoridades de las agrupaciones Vera y Curruhuinca, don-de le contaron su historia y la del pueblo mapuche, acompañados por el mate y las exquisitas tortas fritas que prepararon especialmente.

Más tarde las puertas de la escuela se abrieron para dejar pasar a la gente que vive en ese paraje, distante unos 6 kilómetros del casco urbano de San Martín de los Andes, lo mismo que a otros visitantes entre los que se encontraba la cantante Verónica Condomí, quien también actuó el domingo por la noche en el Primer Festival de Músicos Populares.

«Agradezco la oportunidad de compartir con todos ustedes esto, que lo voy a llevar conmigo para siempre», dijo el artista misionero.

Y la música actuó como un invisible punto de unión entre dos culturas: la de la gente de la tierra, y la de la mixtura de la Mesopotamia entre guaraníes e inmigrantes europeos.

Resultaría tedioso explicar aquella amalgama de factores que pudieran haber incidido en la predilección por un instrumento tan particularmente europeo como el acordeón, para expresar vivencias asociadas a estos paisajes litoraleños como los de esta región; y en este último caso, a través de los Valses Cordilleranos.

Simplemente se dejó fluir el sonido del instrumento ejecutado por el artista misionero como por el músico mapuche, para que los que estaban allí presentes reafirmaran ese sabio principio de que «la música no tiene fronteras ni nación».

Vibrante noche musical con Pedro Aznar e invitados

SAN MARTIN DE LOS ANDES (ASM).- La mayoría de los asistentes a la tercera noche del Festival de Músicos Popular, difícilmente podrán olvidarla. Y no es para menos, ya que tuvo la ocasión de ver en vivo a artistas como Verónica Condomí, el Chango Spasiuk y Pedro Aznar.

Pero, y al mejor estilo de los vendedores ambulantes, «como si esto fuera poco», pudo disfrutar de un convite realizado por Pedro Aznar a cada uno de ellos para que subiera al escenario y lo acompañara en un tema musical.

Y la yapa fue al final cuando en el bis invitó a los hermanos Hugo y Osvaldo Fattoruso para ejecutar ese clásico de Rubén Rada «Puedes», que formó parte de ese antológico disco de fines de la década del 70 que se llamó La Banda, y que integraban los tres uruguayos mencionados.

A pesar del intenso frío reinante, que era combatido con camperas, gorros y algunos «ponchos de vino» frío y caliente; la concurrencia pudo disfrutar desde el primer momento varios ejemplos de nuestra música folclórica y latinoamericana. Comenzando por el Dúo Huerquén, que ofreció su repertorio de música patagónica, seguido por el trío Condomí-Snajer-Guevara, que fue realmente impresionante.

La potente y cálida voz de Verónica Condomí apoyada por la guitarra de Leo Snajer y la percusión de Facundo Guevara, fueron la excelente antesala de lo que vendría después con el Chango Spasiuk y su grupo. El misionero demostró que se puede combinar lo popular con melodías más complejas, pero sin perder la esencia de la música litoraleña.

«Es el Piazzolla del acordeón», comentó un espectador emocionado al escuchar al Chango y su grupo formado por tres jóvenes talentos, que lo secundaban en guitarra, bajo y percusión.

Y algo de eso hay, ya que una de sus composiciones precisamente se llama «Ranchera para Piazzolla», que la supo entremezclar con el más puro chamamé de la mano de ese himno mesopotámico «Kilómetro 11», de Tránsito Cocomarola.

Todos los músicos

El encargado de cerrar el espectáculo fue Pedro Aznar, quien demostró sus dotes de instrumentista y vocalista, apoyado por un teclado y percusión.

El ex bajista de Seru Girán paseó su repertorio por clásicos del cancionero popular, seguido por composiciones propias que fueron recreadas maravillosamente, y apoyadas por un juego de iluminación que le dio el marco ideal a cada interpretación.

«Voy a darme un gustazo», dijo a los presentes, para luego invitar de a uno a los artistas que lo precedieron, como Verónica Condomí, Leo Snajer en guitarra y después el Chango Spasiuk con su acordeón.

Ya sea solo con la guitarra, o en el bajo que fue ejecutado envidiablemente, Aznar derrochó talento y simpatía para ese público ávido de música que fue correspondido totalmente por el artista.Después llegó el broche de oro con la presencia en el escenario de Hugo y Osvaldo Fattoruso, de quien dijo que fueron referentes musicales cuando era joven y escuchaba los discos de Los Shakers, aquella mítica banda beat, y posteriormente sus trabajos con OPA y Rubén Rada. «Puedes, puedes, puedes ver la luz…» cantaba Pedro Aznar a coro con el público y acompañado por los uruguayos, para un final a toda orquesta como era de esperar en esa inolvidable noche sanmartinense.

Ayer concluía el primer Festival de Músicos Populares Argentinos, con la presencia de León Gieco, el pianista Carlos Aguirre, el grupo santiagueño Motta-Luna, y la agrupación de música andina Surandes; y también con el deseo de que se repita el año próximo. Así sea.


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