El manejo de la idolatría
walter Rodríguez wrodriguez@rionegro.com.ar
La rebelde y poco convencional conducta de Ariel Ortega no había tenido nuevos episodios desde que Daniel Passarella asumió la presidencia de River. Pero el proceder del ídolo, carente de ortodoxias, tenía guardados nuevos capítulos muy a pesar del Káiser, padre futbolístico y hombro siempre listo para contener al Burrito. El 6 de diciembre del 2010, Ortega faltó al entrenamiento y JJ López lo dejó afuera del trascendental choque ante Estudiantes por la 18ª fecha del Apertura, y también de la 19ª y último capítulo del torneo ante Lanús. El 19 de diciembre del 2010 y ya pensando en lo que vendrá, Passarella fue claro. “Ortega si hace boludeces, con el Negro no va a jugar. Ya se habrá dado cuenta porqué no jugó los últimos dos partidos”. Passarella, que tantas veces cobijó al jujeño, esta vez le sacaba el cuerpo a su protegido. Ayer, en la vuelta al trabajo de River para encarar el crucial 2011 que se le avecina, la pesada figura de Ortega brilló por su ausencia en el Monumental. Un informe médico habló de una gastroenteritis y hasta el facultativo del club Luis Seveso confirmó la dolencia. Pero buena parte del mundo River duda. No más basta con ingresar a los foros “millonarios” donde se refleja el amor por el Burrito, pero también por los colores. “Esto es River y River se respeta”, reza uno de los comentarios. Amparado en las mieles de la idolatría, Ortega siempre fue indultado. A cambio de su magia futbolera, el “tablón” y también la platea hicieron la vista gorda ante sus faltazos, algunas a causa de su adicción al alcohol y otras vaya a saber por qué. Especulaciones sobran, como que Ortega se ausentó de la práctica en la previa al partido a Estudiantes porque JJ López lo había sacado en el entretiempo del partido ante Colón, la fecha anterior. Ayer Ortega tuvo la derecha del médico pero sabe que deberá redoblar esfuerzos. El tiempo pasa y Burrito jugador ya no es el mismo. Poner a prueba su nivel de deidad ante el hincha, creyendo que su bien ganado aura siempre lo protegerá, podría transformarse en un arma de doble filo. Lo que Ortega no debe olvidar es que al fin y al cabo River es el responsable de su reputación.
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