El millonario que dejó todo para ser guerrillero

Jean Pierre Bemba nació en una familia millonaria de la República del Congo y tuvo una educación exquisita. Su padre fue funcionario del dictador Mobutu. Buscando una salida democrática para su país, dejó todo y combate en la selva.

Bunia, República Democrática de Congo (EFE).- Jean Pierre Bemba nació en una familia de millonarios, recibió una educación exquisita, incrementó su inmensa fortuna con los negocios y hace más de dos años lo dejó todo para convertirse en guerrillero.

Bemba es un caso insólito entre decenas de líderes rebeldes que operan en Africa, donde no obstante supone la mayor amenaza para el régimen de la devastada República Democrática de Congo (RDC), en el corazón y tercer país más grande del continente.

«Sí, la verdad es que en mi entorno no se creían que fuera a venir aquí (…) y todavía no lo entienden», dijo en una entrevista con EFE en esta perdida localidad, situada en el selvático noreste de la RDC y que permanece casi aislada del resto del mundo.

Rodeado de altos eucaliptos, bananos y palmeras, y entre una nube de mosquitos, Bemba comienza la conversación con la disculpa de que «perdone, pero hoy no me encuentro bien», antes de llevarse la mano a la cabeza para dar a entender que padece un acceso de malaria.

Un viejo y pequeño avión de transporte Antonov que cubre una vez a la semana el trayecto hasta Kampala, capital de la vecina Uganda, es el único medio de comunicación con el exterior de la población, donde no hay teléfono, electricidad ni agua corriente.

Infancia dorada

Nacido hace 39 años en Kinshasa -donde tuvo una infancia dorada bajo el régimen del difunto presidente Mobutu Sese Seko, de quien su padre fue ministro-, Bemba afirma no añorar aquellos años y haberse «adaptado bien» a sus nuevas condiciones de vida.

Tras estudiar Ciencias Económicas en un prestigioso centro universitario de Bruselas y prosperar en el sector de las telecomunicaciones, se convirtió, casi de la noche a la mañana, en líder de un grupo rebelde, el Frente de Liberación de Congo (FLC).

«Para mi -explica- todo comenzó en septiembre de 1998, cuando me convencí de que Laurent Kabila -que derrocó a Mobutu en mayo de 1997- era lo mismo que su predecesor. Decidí que aquello no podía ser y fui a ver al presidente ugandés (Youeri) Museveni, para que que me orientara, porque él había sido guerrillero».

«Dejé mis negocios, a mi mujer y a mis cuatro hijos en Bruselas y me trasladé a Kisangani -en el este de la RDC y ocupado entonces por las tropas ugandesas-, para recibir instrucción militar en medio de la selva», añade.

Con el apoyo del ejército de Uganda, el movimiento de Bemba se daba poco después a conocer con un ataque que costó la vida a 400 soldados chadianos que apoyaban al régimen de Kinshasa y que estaban acantonados en la zona de Gbadolite, en la región septentrional congoleña y donde el FLC instaló su cuartel general.

Bemba y su grupo rebelde han ido sumando desde entonces apoyos y ampliando su área de control hasta disponer en la actualidad de 25.000 hombres armados, que imponen su autoridad en todo el norte de la RDC, una extensión de 900.000 kilómetros cuadrados, como casi dos veces España, donde apenas viven quince millones de personas.

El asesinato el pasado enero de Kabila -«en un crimen instigado por alguien de su entorno», asegura Bemba-, y su reemplazo a cargo de su hijo, Joseph Kabila, ha abierto ahora un compás de espera y detenido el avance del FLC, que confía en que pueda encontrarse una solución política a la guerra.

«Somos optimistas, pero seguimos los acontecimientos con mucha atención», dice Bemba, quien en un perfecto francés asegura por último que «pase lo que pase, yo tomé en su día una decisión y voy a continuar hasta el final; soy perfectamente consciente de que igual que pude haber acertado, también puedo acabar en las tinieblas». (EFE)


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