El mito de Howard Hughes bajo la lupa

"El aviador", una biografía de Charles Higham que fisura el mito que el propio Howard creó sobre sí mismo. Un libro que descubre los secretos del excéntrico millonario.

BUENOS AIRES (Télam).- La vida del excéntrico multimillonario norteamericano Howard Hughes, uno de los play boys más codiciados por las estrellas de Hollywood y el aviador más famoso de la historia, es recreada por la biografía de Charles Higham, «El aviador», un texto que no soslaya los puntos oscuros del mito y donde abrevó el director Martín Scorsese en la película homónima.

El libro distribuido estos días por Ediciones B en la Argentina, es la reedición de un famoso best seller, publicado en 1993 y que la mirada atenta de Scorsese capturó de inmediato para plasmar en la pantalla grande lo esencial de la historia de un personaje siempre envuelto por el misterio y el aura del mito.

Sus memorias rescatadas de un archivo de Texas, más la detallada investigación de Higham, fisuran el mito que el propio Howard creo sobre sí mismo.

Un mito que pivotea sobre el gran aviador, creador del Spruce Goose (el hidroavión Hércules) «que años más tarde pasaría a convertirse en un zombi sin rumbo fijo y fuera de control, manejado como una marioneta por un grupo de mormones, incapaz de pensar o actuar en su propio nombre», sintetiza Higham.

La investigación realizada por el biógrafo desmiente esta imagen y deja en claro que el excéntrico millonario nunca fue un zombi y hasta el final de sus días jugó un papel decisivo no sólo en los ámbitos de la aviación y el cine, sino también en la esfera política.

Un año antes de su muerte, el 5 de abril de 1974, Hughes logró que se esfumaran todos los documentos reveladores sobre sus relaciones con la CIA. La constancia de las decenas de millones de dinero negro que ganó procedentes de contratos con la agencia de inteligencia, a la que suministró dispositivos de espionaje, satélites, aparatos de láser, rayos X y un barco que reveló los códigos de un submarino nuclear sumergido.

Estos documentos, precisa Higham, daban a conocer su relación secreta con Richard Nixon y el dinero que entregó ilegalmente a la campaña de 1972 para ganar la aceptación de Washington.

Hijo de un desaprensivo buscador de petróleo, Howard Robard Hughes y de una neurótica heredera de Dallas, Allene Gano, Howard nació el 24 de septiembre de 1905 en la ciudad petrolera de Humble (Texas).

Debido a la muerte de sus padres, desde muy joven fue el heredero de una fortuna, pero ni el dinero, ni sus excentricidades alimentadas por fobias extremas originadas en su infancia, fueron un impedimento para que Howard asumiera el rumbo de su vida con firmeza, ambición y terrible desmesura.

Enamorado del cine se convirtió rápidamente en productor y se encargó del rodaje de «Angeles del infierno», una película estrenada el 27 de marzo de 1930 que lo catapultó a la fama y lo llevó a codearse y acostarse con todas las grandes estrellas de Hollywood: desde Katherine Hepburn, Bette Davis y Olivia de Havilland, hasta Cary Grant. Con la única que mantuvo una larga relación platónica, fue con Ava Gardner.

Su pasión por los aviones superó el ámbito de la cinematografía y lo llevó a protagonizar grandes hazañas a partir de la compra en 1933 de un Sikorsky S-43, avión anfibio, que fue rediseñado bajo sus órdenes por el ingeniero Glenn Odekirk, que se convertiría en uno de sus mejores amigos.

Hughes decidió establecer el récord continental de velocidad aérea y dio instrucciones a Odekirk para que ideara un tipo nuevo y renovado de avión, el Hughes Racer, también conocido como el H 1, con el que alcanzó los 566 kilómetros por hora.

Posteriormente con un avión Northrop batió el récord de vuelo entre Los Angeles y Nueva York y otro récord al pilotear el mismo avión en un vuelo desde Miami a Nueva York en 4 horas y 21 minutos. La historia de sus triunfos colmó las primeras planas de los diarios.

El 3 de marzo de 1937, el presidente Roosevelt entregó a Hughes el Trofeo Internacional Haromn al mejor aviador del año en una ceremonia que tuvo lugar en la Casa Blanca. Hughes fue el tercer aviador que se alzó con el premio, los otros fueron Charles Lindbergh y Wiley Post.

Pero su sueño era dar la vuelta al mundo, hazaña que hizo realidad al mando de un L-14 Lockheed, en un viaje que comenzó a las 7.19 de la tarde del 10 de julio de 1938 sobrevolando la casa de Hepburn en Floyd Bennett Field en cumplimiento de una promesa romántica a la actriz, para llegar a la primera etapa, París, en 16 horas y 35 minutos. Luego el avión hizo escala en Moscú y voló sobre los cielos de Siberia hasta llegar a Alaska.

Allí la viuda del último gran aviador, Wiley Post, lo recibió con una gran bienvenida y constató que un chicle que había pegado como amuleto a la cola del avión seguía en su lugar.

A las 14.35 del día siguiente los funcionarios de Floyd Bennett Field vieron sobrevolar el avión de Hughes y registraron el récord: había dado la vuelta al mundo, una distancia de 14.716 kilómetros, exactamente en 3 días, 19 horas y 8 minutos.


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