El Papa criticó la «sordera» de Occidente
Benedicto XVI reclamó que "Jesucristo sea reconocido y se crea en él". Habló en un parque de Munich.
MUNICH – El papa Benedicto XVI lamentó ayer durante su viaje a su Alemania natal que las personas a menudo sufran una «sordera» que les impide escuchar la palabra de Dios, y consideró al mismo tiempo que Occidente ha perdido ampliamente la fe.
«En estos tiempos sufrimos una sordera frente a Dios. Ya no podemos escucharle, porque tenemos muchas otras frecuencias en el oído», dijo el pontífice en una multitudinaria misa al aire libre ante 250.000 fieles en Munich. «Lo que se dice sobre Dios a menudo es considerado como no apto para nuestros tiempos», añadió Joseph Ratzinger en su homilía, pronunciada en el parque ferial de la capital de Baviera.
El Papa, quien llegó el sábado por la tarde a Munich, agradeció a los católicos en Alemania su apoyo económico a las Iglesias en países pobres. Sin embargo, en lo que se escuchó como una crítica, apeló a apoyar también la evangelización en esos países y no sólo proyectos humanitarios, para que «Dios Jesucristo sea conocido, se crea en él y se le ame, mueva los corazones y con ello se produzcan también avances sociales».
En este sentido, Benedicto XVI afirmó que en base al Evangelio se puede combatir el sida «desde sus causas más profundas» y consideró que el Evangelio y lo social son inseparables.
«Allí donde las personas sólo aportamos conocimiento, capacidades, poder técnico y aparatos, aportamos demasiado poco», dijo Ratzinger.
La visita de Ratzinger está rodeada de fuertes medidas de seguridad, aunque ayer a la madrugada, desconocidos lanzaron bolsas de pintura azul contra la fachada de la casa natal del papa en Marktl.
La policía informó que el ataque se produjo entre las 4,30 y las 5 de la mañana y que se lanzaron dos bolsas de pintura azul contra la fachada blanca de la casa de Joseph Ratzinger.
Los organizadores de la multitudinaria misa celebrada por el papa consiguieron evitar por poco una catástrofe.
Para el acto litúrgico al aire libre en el parque ferial de la capital de Baviera habían sido preparadas 150.000 hostias para la comunión. Sin embargo, poco antes de la misa, resultaba imposible abrir el candado con clave numérica que cerraba el contenedor en el que estaban guardadas.
Según explicó el responsable de la organización, Siegfried Kneissl, el diácono encargado de abrir el contenedor hizo saltar la alarma y pidió incluso ayuda a los bomberos para abrir el candado.
Curiosamente, éste se abrió sólo cuando los agentes acudieron al lugar con una tenaza para romperlo. (DPA/Télam)
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