El Papa invistió a 15 cardenales para dar 'nuevo aire' a la Iglesia
Benedicto XVI presidió en Roma la solemne ceremonia para la 'creación' de 15 nuevos purpurados, ante miles de fieles y 150 cardenales, a los que pidió que le ayuden a lograr "la plena unidad de los cristianos". Hay un solo latinoamericano, el arzobispo de Caracas.
El papa Benedicto XVI proclamó ayer solemnemente a los 15 primeros cardenales de su pontificado, entre ellos el arzobispo de Caracas, Venezuela. El arzobispo venezolano Jorge Liberato Urosa Savino recibió el birrete que lo consagra como príncipe de la Iglesia Católica de manos del pontífice. El Papa celebró el consistorio ordinario público en la plaza de San Pedro, el primero de su pontificado, en un tiempo amenazante de lluvia, ante miles de personas.
Tras la lectura en latín del ritual de creación de cardenales y su proclamación, el Papa colocó el capelo cardenalicio que junto con el anillo es uno de los dos signos del cardenalato. El anillo se lo entregará durante la misa solemne que oficiará hoy en la plaza de San Pedro con todos los cardenales. Al imponer el capelo, el Papa les señaló que es un signo de la dignidad cardenalicia y les recordó su significado.
Deberán «estar dispuestos a actuar con fortaleza, hasta el derramamiento de la sangre para incrementar la fe cristiana, por la paz y la tranquilidad del pueblo de Dios y por la libertad y la difusión de la Santa Romana Iglesia''. En el rito participaron 150 cardenales de todo el mundo convocados por el Papa, quien el jueves se reunió con ellos en el Aula nueva de Sínodo para analizar la situación de la Iglesia y los desafíos que tiene que afrontar en esta época.
¿Qué mejor ocasión ?. Hace casi un año desde que Benedicto XVI asumió el pontificado, y su postura ha sido más bien cuidadosa y reservada. Pero ayer Joseph Ratzinger dejó en claro a sus nuevos colaboradores cuál es su programa: «un nuevo aire para la Iglesia».
En un tono casi de reproche, el pontífice alemán se dirigió a los 190 cardenales de todo el mundo, 150 de los cuales se habían congregado en la Plaza de San Pedro resistiendo el frío viento y las bajas temperaturas.
Benedicto XVI defendió que la Iglesia debe adoptar un aire nuevo «en todos los niveles» y convertirse «en un poderoso estandarte de la civilización del amor». El camino hacia «la unidad total de los cristianos» debe seguir construyéndose, añadió. Y de nuevo las quejas: «Confío en vosotros, hermanos, confío en todo el colegio cardenalicio.» Parecía una exhortación y al mismo tiempo una súplica de ayuda.
Lo que Ratzinger trató de hacer es dar la vuelta a una especie de visión espeluznante: la Iglesia, una institución cada vez más anclada e inmóvil, debe convertirse en un tanque gigante capaz de maniobrar. Su visión, que él denomina «sal de la Tierra», supone convertir a la Iglesia en una institución viva y fresca.
No ha sido casualidad que el Papa haya reunido a todos los cardenales antes de la ceremonia para que se expresaran libremente. El tema principal al que debe consagrarse la Iglesia es obvio: ¿cómo reaccionar ante el reto del islam? Sin olvidar los «urgentes cambios estructurales» de la curia romana. Como en toda gran empresa, las cuestiones personales son las más delicadas.
Los periódicos romanos ya habían pintado por momentos una «Revolución de Octubre» en el Vaticano, un cambio rápido, radical y violento en la curia. Pero el prudente Pontífice ha decidido esperar un poco y no ordenó sus primeras modificaciones hasta hace tan sólo unos días.
Sin embargo, el objetivo es claro: hacer posible la reducción del aparato. «Los detalles siguen siendo un misterio» escribe hoy un diario romano. Y otro punto más: la edad de jubilación de obispos y clérigos aumentará de 75 a 78 años.
Entre los quince nuevos purpurados figura Jorge Liberato Urosa Savino, arzobispo de Caracas, y Antonio Cañizares Llovera, arzobispo de Toledo. Entre los expertos sobre el Vaticano no hay lugar a dudas: desde su elección el 19 de abril, Benedicto XVI ha mantenido intencionadamente una postura más bien moderada; después llegó la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia, donde predicó ante miles de fieles y causó «sensación» al reunirse con el famoso crítico de Roma Hans Kueng; y finalmente la encíclica «Deus Caritas est» (Dios es Amor), en la que el frío Ratzinger se volvió poético.
Benedicto XVI no es demasiado amigo de los medios, ni un «gran comunicador» como su predecesor Juan Pablo II. «En él lo esencial no es la persona, sino el mensaje», dicen sus colaboradores. Y ahora quiere dar «una nueva vida a la Iglesia». No le espera una tarea fácil. (DPA/AP)
El papa Benedicto XVI proclamó ayer solemnemente a los 15 primeros cardenales de su pontificado, entre ellos el arzobispo de Caracas, Venezuela. El arzobispo venezolano Jorge Liberato Urosa Savino recibió el birrete que lo consagra como príncipe de la Iglesia Católica de manos del pontífice. El Papa celebró el consistorio ordinario público en la plaza de San Pedro, el primero de su pontificado, en un tiempo amenazante de lluvia, ante miles de personas.
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