El Papa pide reconciliación en los Altos del Golán

Rezó en un poblado destruido por bombas.Duras críticas de Siria a la ocupación israelí.

Damasco (Télam-DPA).- Juan Pablo II hizo ayer un llamado a la paz en Medio Oriente desde Kuneitra, una ciudad fantasma en la localidad Siria del Golán, a donde se acercaron miles de personas desplazadas por la ocupación israelí de 1967.

El Papa eligió ese lugar devastado para lanzar un nuevo llamado a la paz entre los pueblos de la región, durante una breve ceremonia en la iglesia greco-ortodoxa de la ciudad. «Señor, Te pedimos por todos los pueblos de Oriente Medio. Ayúdales a derribar los muros de hostilidad y de división y a edificar juntos un mundo más solidario y justo», dijo el Papa «Imploro a Dios para que sean hombres de paz y anunciadores de nueva esperanza para sus pueblos y rezo para que las autoridades de la región puedan satisfacer las justas aspiraciones de sus gentes, y a educar a los jóvenes en la justicia y la paz», agregó.

El reto que tenía ante sí Juan Pablo II no era sencillo: pedir por la paz, y al mismo tiempo evitar cualquier tipo de propaganda antiisraelí. El Papa, cauto, comenzó su plegaria con una cita bíblica. «Benditos sean los pacificadores», dijo.

El gobierno de Damasco había fletado autobuses para trasladar a miles de personas al lugar, en un intento de utilizar las oraciones del Papa para sus propios fines. Pero el Pontífice está acostumbrado a viajar a países que aprovechan su visita para airear sus posturas y resentimientos políticos.

Laboriosamente, el anciano Sumo Pontífice se arrodilló ante el altar destruido. Sólo lo adorna una sencilla cruz de madera. En las maderas aún había rastros del incendio. «La verdadera paz es un regalo de Dios. Sin embargo, nuestra recepción de este regalo exige un cambio en nuestro corazón», afirmó.

Kuneitra es una etapa para Juan Pablo II en su peregrinación tras los pasos San Pablo. Hace unos 2.000 años, el apóstol hizo escala en esta ciudad antes de partir hacia Damasco, en cuyas inmediaciones tuvo la revelación que provocó su conversión al cristianismo.

Los israelíes, que ocuparon Kuneitra entre 1967 y 1974, período en el que fueron evacuadas 53.000 personas, se fueron de allí hace ya 27 años. Sin embargo, su ocupación sigue muy presente en la mente del puñado de irreductibles que siguen viviendo en esa ciudad fantasma. Varios miles esperaban la llegada del Papa enarbolando banderas de Siria y del Vaticano, así como una bandera del Hezbollah, movimiento libanés que lideró la resistencia contra Israel en el sur del Líbano.

Juan Pablo II también mostró su pesar por los bombardeos israelíes en Gaza en las últimas horas.(ver aparte) «Tras conocer la triste noticia de conflicto y muerte, que también hoy nos llega desde Gaza, nuestras rezos por la paz se hacen todavía más necesarios», dijo consternado el Papa

El Papa abogó para que judíos, musulmanes y cristianos vivan juntos en armonía, para que sepan perdonarse los unos a los otros, para que se curen todas las heridas del pasado «y no sean un pretexto para nuevos sufrimientos».

Polémica por dichos antisemitas y la «utilización política» de la visita

DAMASCO.- El vocero papal, Joaquín Navarro Valls, saliendo al cruce cruce de preguntas periodísticas sobre presuntas posiciones anti-israelíes de la Santa Sede, sostuvo ayer que «carecen de sentido» y que «alguien» intenta «politizar» la peregrinación de Juan Pablo II a Siria.

«Alguien -destacó Navarro Valls- está tratando de politizar esta visita, pero el Papa está aquí solamente para una peregrinación religiosa». Las inquietudes sobre la posición del Vaticano en relación a Israel «son afirmaciones que no tienen sentido, el Papa visitó hace un año el Estado de Israel y volvió a expresarse claramente también después de ese viaje», destacó

El llamamiento al respeto del derecho internacional, dijo también Navarro, «no debería hacer enojar a nadie, esta es una visita de paz y otras interpretaciones son facciosas o expresadas por minorías».

Ambientes religiosos habían considerado que la presencia de Juan Pablo II en Medio Oriente, durante un período de violencia y de impasse político, podría ser instrumentalizada políticamente, pero no supusieron que la polémica podía implicar a dos jefes de Estado y a la mayor autoridad religiosa siria.

El sábado, a su llegada a Damasco, el Papa tuvo que escuchar al presidente Bashar Al Assad quien enunció no sólo las previstas palabras contra la política del Estado de Israel (que Siria no reconoce y llama Palestina ocupada) sino también declaraciones antisemitas y acusaciones a los judíos de de declararse el pueblo elegido por Dios y de haber traicionado y torturado a Jesús.

Inmediata y dura, la reacción de Jerusalén se dirigió no sólo contra el joven Assad sino también contra el Vaticano, sobre el cual se volvieron a destacar los «silencios», viejo motivo de polémicas sobre el Vaticano durante el nazismo.

El presidente Moshe Katsav expresó estupor por la ausencia de una reacción papal, el canciller Shimon Peres pidió que se tomara distancia de las declaraciones de Assad y hasta se habló de una nota diplomática, que no llegó. Ayer, durante la histórica visita a la Gran Mezquita de Damasco, el Papa, quien fue a hablar de reconciliación entre dos religiones como camino hacia la paz, escuchó al moderado Gran muftí Kufataro (quien estuvo dos veces en el Vaticano) hablar de las culpas del sionismo.

El Pontífice cosechó al mismo tiempo fuertes críticas. Hasta el diario milanés «Corriere della Sera», habitualmente fiel al Papa, hizo hoy público su reproche. «Ya basta», afirma un comentario.

Mientras que la visita del Papa a la mezquita de Damasco y antes de ella sus disculpas ante los ortodoxos en Atenas fueron celebrados como «grandes gestos históricos», el diario habla ahora de descontento en el Vaticano. ¿Por qué pedir siempre perdón?, pregunta el diario.

Hoy el Papa se despedirá de Siria y partirá hacia Malta, última etapa de su 93 viaje internacional, y el miércoles regresará a Roma.

¿Acaba con disonancia el viaje número 93 del viejo Pontífice? (DPA/ANSA)


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