«El peligro nuclear ya existe en EE.UU., Rusia, Europa y otros países».
Asegura que Irán está aún muy lejos de tener tecnología atómica militar y critica el doble estándar de EE.UU. al no limitar a otras potencias nucleares más avanzadas.
por LEONARDO HERREROS
lherreros@rionegro.com.ar
–¿Es un peligro el plan nuclear de Irán? ¿Por qué?
–Una aclaración previa. Todo plan nuclear puede ser utilizado para fines bélicos si es adaptado para ese propósito, aunque la dificultad mayor no reside en esta etapa sino en si el país en cuestión está capacitado para fabricar el instrumento, el transportador, que pueda incluir la adaptación bélica en un misil o una bomba que pueda enviarse hacia un blanco específico. Irán no posee esa capacidad y éste es el problema principal también en varios otros países que tienen capacidad nuclear pero no la posibilidad de transformarlos en armas utilizables. La administración Bush debería escuchar a los expertos israelíes que ya explicaron que Irán no puede convertirse en un enemigo nuclear efectivo debido a estas limitaciones técnicas.
–¿Es entonces un riesgo lejano?
–Más importante aún. Hay un tema de fondo que no tratan ni EE.UU. ni los analistas especializados: ¿por qué crear una imagen amenazante del plan nuclear de la República Islámica de Irán cuando ya tenemos el peligro real, no potencial, de la enorme capacidad nuclear norteamericana y las menores pero letales de otros países que también las poseen (Gran Bretaña, Francia, Rusia, China, Israel, India, Pakistán, Corea del Norte, etc.)? Hay hipocresía en el reclamo norteamericano y europeo sobre la verdadera situación de los miembros del Club Nuclear. ¿No será que el Irán islamista es considerado un enemigo de EE.UU. y de allí la tarea de estigmatizar sus emprendimientos para poder legitimar un ataque supuestamente «preventivo» (en el lenguaje de Bush)? No puede entenderse con racionalidad por qué un incipiente desarrollo nuclear como el de Irán constituye una amenaza a la paz mundial y no así el poder destructivo que desde hace años almacena una superpotencia que ya ha demostrado muchas veces su vocación belicista.
–¿Cree que las amenazas mutuas son reales o simples gestos de presión en las negociaciones?
–Las declaraciones de amenazas mutuas, reales o gestos de presión, tienen la peligrosidad de que ambos contendientes pueden llevarlas a cabo y que la situación puede salirse de cauce por algún imponderable y pasar de la amenaza a la acción. No obstante, EE.UU. es el país que tiene mayor responsabilidad en su rol autoasumido de líder mundial y, además, Irán lanzó sus contramedidas como retaliación ante una eventual acción norteamericana.
–¿Qué razones de política interna hay en Teherán y Washington para avivar esta nueva crisis?
–Irán tiene problemas económicos graves y eso hace crecer el descontento social interno, pero el desarrollo del plan nuclear iraní es antiguo: recuérdese que durante la administración Menem éste se había comprometido con Teherán en brindarle apoyo técnico a las necesidades iraníes en esa área, y luego la presión norteamericana y la nueva orientación de Menem en política exterior le hizo incumplir esos compromisos. Su posición actual está más vinculada a su política exterior, en relación a su defensa
–¿Por qué?
–Irán considera que EE.UU. y sus aliados le han tendido un cerco para que abandone sus posiciones contrarias a Washington. En la región, los dirigentes iraníes ven a su país rodeado al oeste por un Irak ocupado por EE.UU. y donde Teherán tiene sintonía con amplios sectores político-religiosos que siguen la interpretación chiíta duodecimana que gobierna Irán. Al noroeste, Turquía sigue siendo el puntal de la OTAN en Medio Oriente y aunque el actual gobierno tiene una mo
derada orientación islamista, sigue los lineamientos diseñados por Washington. Lo mismo sucede en su frontera noroeste donde Azerbaiyán mantiene excelentes relaciones políticas y económicas con EE.UU. Sólo en su límite norte central Teherán tiene un aliado en su protegida, la pequeña Armenia, ya que Eriván descansa su defensa en sus aliados estratégicos, Rusia e Irán, ante un ataque masivo de Turquía, o de su ya viejo contrincante Azerbaiyán e incluso de su vecino norteño Georgia, hoy estrechamente ligado a EE.UU., económica y militarmente. Pero el peligro mayor lo tiene al este, con un Afganistán también ocupado por tropa norteamericanas y un Pakistán con capacidad nuclear armado por EE.UU. También existe la amenaza concreta de la presencia de la flota norteamericana en el Golfo Pérsico, al sur, vital zona de desplazamiento de los tanqueros petrolíferos que abastecen a Europa y Asia Oriental. No puede dejarse de lado que el país más poderoso del Medio Oriente, Israel, tiene la capacidad de alcanzar objetivos en territorio iraní y que siempre constituye la última reserva de EE.UU.
–¿Y en el interior de Estados Unidos?
–Los asesores de Bush tienen desde antes de su asunción un ataque preventivo a Irán como una de las hipótesis de conflicto que manejaba el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNAC, en su sigla en inglés), importante «think tank» en el cual colaboraron la mayor parte de los que hoy son ministros o secretarios del Departamento de Estado, el Ministerio de Defensa y agencias de seguridad. Este grupo extremista no contempla posibles crisis, cataclismos o inestabilidades en la región con tal de alcanzar sus objetivos.
–¿Qué otros efectos tiene esta tensión en Medio Oriente ?
–Irán podría adoptar una política militar similar a la adoptada por Saddam Hussein durante la Guerra del Golfo, esto es, si fuera atacado por EE.UU o alguno de sus aliados, responder atacando a Israel (enviando agentes terroristas e incluso lanzando algunos misiles convencionales contra el Estado judío) Esto transformaría el conflicto palestino-israelí de local en internacional. Irán podría convocar a todo el mundo islámico a una yihad argumentando «la prolongada ocupación de los Lugares Santos por un infiel agresivo que oprime a los musulmanes palestinos». Esta política seguramente perjudicaría al Hamas en su actual postura de tratar de aparecer confiable en su nuevo rol de gobierno de la Autoridad Nacional Palestina. Ya se vio algo de esto en el reciente atentado en Tel Aviv por la Yihad Islámica de Palestina, una pequeña organización islámica pero que no apoya la línea de Hamas y que siempre manifestó su inclinación por el modelo iraní.
–¿Puede hacer algo el Consejo de la ONU para detener el plan nuclear iraní?
–Como dije antes, no considero como un supuesto universalmente aceptado, que el problema es detener el programa nuclear iraní. Esto es suponer por adelantado que Irán va a atacar cualquier país por tener esa capacidad. No se mide con la misma vara a los que ya poseen la capacidad que aún no posee Irán. El Consejo de Seguridad ya está actuando en el tema, habiendo aceptado las presiones norteamericanas al tratarlo, lo que demuestra una vez más la obsolescencia de las Naciones Unidas para cumplir las tareas por las cuales fue creada : asegurar la paz y proteger a los países más débiles. Pero seguramente China y Rusia no aprobarían una acción bélica impulsada por EE.UU., quien deberá realizarla unilateralmente, tal como hizo en Irak y mucho antes junto con la OTAN en la guerra de Kosovo
–¿Qué otras consecuencias podrían esperarse en caso de una intervención militar de EE.UU.? ¿Puede estallar un conflicto regional?
–La crítica situación de la Mesopotamia asiática parece no dejar ninguna enseñanza a los ideólogos de la mano dura en EE.UU. porque están convencidos de que el beneficio es mayor que el costo, que tan «sólo» se expresa en la pérdida de miles de vidas y la destrucción de países enteros . Un ataque norteamericano a Irán no solamente puede desencadenar un conflicto regional de consecuencias imprevisibles, sino que también afectaría a los propios norteamericanos, ya golpeados por el síndrome Torres Gemelas y que podrían pasar abiertamente a la oposición de la políticas de Bush, que hoy ya concitan apenas el 33 % de adhesión según las últimas encuestas. Se invertiría la ecuación costo-beneficio.
Argentina y las amenazas a Israel
Norberto Méndez ha dedicado gran parte de su vida a estudiar la política de Medio Oriente desde una perspectiva latinoamericana. Es docente titular de la carrera de Ciencias políticas de la UBA y director del CEMOI (Centro de Estudios del Medio Oriente y Países Islámicos). Fue además becario de la Universidad Hebrea de Jerusalén y es profesor visitante en la American University en Cairo. Como Argentina tiene un puesto no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, seguramente deberá opinar en este tema, aunque su voto no sea decisivo como el de las 5 potencias con derecho a veto. Para Méndez, “nuestra región está muy lejos de estos acontecimientos y sólo podría verse afectado nuestro país si el presidente Kirchner adoptara una política de alineamiento automático con EE.UU. (como Menem). Sería deseable que Argentina mantuviera un perfil bajo pero demandara en los foros correspondientes el cumplimiento por todos los actores del derecho internacional”. Sin embargo, hizo hincapié en otro aspecto: las declaraciones del presidente de Irán relativizando el Holocausto y sobre la necesidad de “borrar del mapa” a Israel. Asegura que “el gobierno argentino sí debería aclarar en otro espacio distinto de la agencia nuclear de ONU, la AIEA (separando temas que no están vinculados) su posición de condena total y absoluta a las declaraciones racistas, antisemitas, de Ahmadinejad, que sí constituyen una amenaza a la paz mundial” por la influencia de ese país en distintos actores políticos regionales.
por LEONARDO HERREROS
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