El perito Francisco Moreno14-6-03

Su recuerdo permanente/ en los blancos ventisqueros,/ en los lagos de la Patria/ con sus miles de reflejos. En las majestuosas cumbres/ descifradas de su misterio,/ en las grandes soledades/ donde se escucha el silencio. En los redondos basaltos/ de los escoriales recios/ construidos con la paciencia/ de un castillo de pedreros. En los árboles australes/ cual menhires gigantescos, en el altar de los parques/ tan ligados a sus afectos. Centinela del deber/ don Francisco P. Moreno/ su recuerdo permanente/ se levante en este suelo. Duerma en los grandes lagos/ con sus sueños de pionero./ La Patria es una demanda que se cumple con los sueños. Nació el perito Francisco Pascasio en la ciudad de Buenos Aires el 31 de mayo de 1852. Cursó sus primeros estudios en el Colegio San José y luego en Catedral del Norte, sin embargo fue un verdadero autodidacta especializado en las ciencias naturales y los temas antropológicos. A los veinte años -dicen sus biógrafos- fundó su propio museo y en 1873 «ya había realizado un viaje a Carmen de Patagones, en cuyas inmediaciones recogió más de sesenta cráneos, unas mil flechas o puntas de lanza y otros silex tallados que trasladó a dicho museo», siendo su creador y primer director, luego denominado de «Ciencias Naturales de la ciudad de La Plata». En 1874, a bordo de la goleta «Rosales», perteneciente a la Armada Nacional, se encontró en Santa Cruz a efectos de remontar el río, tal como anteriormente lo habían hecho Fitz Roy y Darwin. Fue el primer naturalista que llegó a la región de los grandes lagos allende la cordillera desde el Atlántico. Recorrió y anotó con precisas observaciones los territorios de Río Negro y Neuquén, dejando testimonio de las bondades del paraje del arroyo Valcheta. El senador Felipe Ludueña, autor de un interesante libro sobre la labor parlamentaria del perito Moreno, expresa que «Moreno no comprendía cómo una nación viril, dueña de uno de los pedazos más hermosos y más fértiles de la Tierra, no se preocupaba de estudiarla para utilizarla en todos sus recursos». Es así que en 1897 es designado como perito argentino en la delicada cuestión limítrofe con Chile, ganando para el territorio patrio grandes extensiones de tierras australes. Este gran hombre fue perito en límites, antropólogo, legislador, museólogo, naturalista, consejero escolar y entre otras cosas creador de los parques nacionales y del scoutismo. Supo decir «no puedo dormir pensando en lo que hay que hacer para la mayor grandeza y defensa del país». Fue asimismo diputado nacional y vicepresidente del Consejo Nacional de Educación, oficial de la Academia Francesa y «Doctor Honoris Causa» de la Universidad de Córdoba. Además de colaboraciones en diarios y revistas, publicó los libros «Apuntes sobre las tierras patagónicas» y «Viaje a la Patagonia Austral». Al llegar en una de sus excursiones a un majestuoso lago, en el medio del cual se mecía un blanco témpano, Moreno exclamó: «Mar interno, hijo del manto patrio que cubre la cordillera, en la inmensa soledad, la naturaleza que te hizo, no te dio nombre: la voluntad humana desde hoy te llamará Lago Argentino. Que mi bautismo te sea propicio». Las tierras fiscales que recibió como compensación a sus servicios las donó a la República «para que los hombres de mañana adquirieran nuevas fuerzas para servirla». Este hombre insigne falleció en Buenos Aires el 22 de noviembre de 1919 y sus restos descansan en la Isla Centinela. Carlos Espinosa en su semblanza de Perfiles Patagónicos relata que «hasta hace algún tiempo las embarcaciones turísticas que surcaban las aguas del gran lago, navegando hacia el Brazo Blest, hacía sonar sus sirenas para saludar su modesto túmulo. Esa costumbre fiel parece olvidada, sólo la recuerdan los guías especializados». Que esta pequeña semblanza a 151 años de su nacimiento sirva como ejemplo y estímulo para las nuevas generaciones de argentinos recordando siempre sus palabras cuando dijo que «es sabido que donde el trabajo y la escuela reinan, la cárcel se cierra». Jorge Castañeda