El peronismo muestra la sota
Por Arnaldo Paganetti
(José Manuel) De la Sota se decide a correr, le gana a (Carlos) Menem al galope, con la fusta bajo el brazo o pegando un chirlo de tanto en tanto». Desbocado, oscuro y violento. Como un jinete sin cabeza, el peronismo ya se lanzó a definir una interna plagada de negros presagios por más que el autor de la frase que inicia esta nota, un influyente hombre de la provincia de Buenos Aires claramente opuesto a la prédica liberal del riojano, insista en los modales caballerescos, la claridad en los procedimientos y la unificación detrás de un conductor cabal, con la parte superior del cuerpo intacta.
Es más fácil ceder un poco si se quiere conservar el poder de decisión. En eso coinciden tanto los seguidores de Menem como los del actual presidente de la transición, Eduardo Duhalde, quien ha tomado la determinación de ocupar un segundo plano, luego de que el santafesino Carlos Reutemann se apartara de la contienda, confirmando que era un sapo de otro pozo en el sumidero del movimiento que nació en cuna de paja, en el arrabal.
Los justicialistas estaban entusiasmados con «Lole» por la adhesión que recogía en las capas bajas, medias y altas y en los centros financieros mundiales. Pero su paso al costado avivó los resentimientos. Lo definen ahora como un rugbier que es introducido a jugar un partido de fútbol y utiliza las manos y no los pies para lograr sus objetivos.
«No es un político cabal. Tenía el campo abierto y se fue. Cualquiera de nosotros ve un resquicio y se mete», fue gráfico un exponente partidario que justifica la decepción popular hacia la clase dirigente, por la dedicación de ésta a la mentira y al enriquecimiento personal y familiar. Empero, no ve otra alternativa que el pronunciamiento de las urnas. El secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández, en diálogo con «Río Negro», no ocultó su decepción por el nivel «de cuarta» existente en las estructuras de mando. Dijo que Menem y Ricardo López Murphy se comparan, desde el arco de la derecha, con Jacques Chirac, y no le llegan a los tobillos. Y agregó que Elisa Carrió y Luis Zamora, por izquierda, son criaturas en pañales al lado de un Lionel Jospin.
Con Duhalde llamado a silencio, las huestes del caudillo de San Vicente planean alambrar Buenos Aires. «La provincia es nuestra, allí no se discute nada», cortan de cuajo a los intendentes que insinúan un acercamiento con Menem, como hizo el de Escobar, el ex comisario Luis Patti. Es decir, se recita la civilización; se practica la barbarie, como la que tuvo lugar en Santiago del Estero cuando se saqueó la casa del diputado Figueroa y se obligó a suspender un acto con la participación de Menem, quien aprovechó para afirmar que el caos es consecuencia de la ingobernabilidad.
De la Sota está dando las últimas puntadas de un proyecto justicialista inserto en la globalización que prevé un programa económico elaborado por Humberto Petrei. Exige una solución urgente al corralito financiero, que hoy mantiene abierta una puja entre el ministro de Economía, Roberto Lavagna, y el titular del Banco Central, Aldo Pignanelli. Curiosamente, Lavagna y Pignanelli responden al ideario de Duhalde, y discrepan en cuestiones técnicas esenciales.
Felipe Solá, actual gobernador bonaerense, insiste en que él no será segundo del cordobés y que se atrincherará con su propia tropa, también con las puertas a Menem. Su negativa alimenta las chances del platense Julio Alak, aunque De la Sota preferiría tener como compañero de fórmula al pampeano Rubén Marín, hasta aquí un leal menemista.
«La pelota está en el aire, y por abajo se están dando los pases inimaginables», comentó un peronista porteño aficionado al deporte que es pasión de multitudes.
Una comisión de notables de expertos internacionales, primero, y luego el secretario del Tesoro, Paul O»Neill, irán llegando a la capital argentina, antecedidos de declaraciones que demandan rigor y que señalan que el nivel de vida de una franja de los argentinos es alta comparada con Giorgia, donde los ingresos apenas llegan a unos cientos de dólares por año.
Fuentes inobjetables de la gobernación cordobesa admitieron que la situación social en la provincia es alarmante y que una de las condiciones (que será negada en público) que pondrá De la Sota para afrontar el desafío es que le envíen fondos de Nación para equilibrar sus desarticuladas finanzas. Algunos interpretan que el escape hacia adelante le servirá, además, para distanciarse del cuestionado menemista Germán Kammerath, una sociedad cuyo fracaso exasperó a los argentinos con tonada mediterránea.
Siguiendo un viejo precepto darwiniano, cuando las cosas se ponen duras, las personas duras se mantienen vivas y dando sablazos. Menem no es un rival fácil a derrotar. Sin embargo, es un símbolo del pasado y hasta la poderosa número dos del FMI, Anne Krueger, descalificó tajantemente su propuesta dolarizadora.
Nadie desconoce sus vínculos con George Bush padre, pero los norteamericanos lo emparientan con la corrupción y el déficit fiscal y recuerdan que no tuvo escrúpulos en forzar la interpretación de la Constitución para intentar ser reelecto en 1999.
Los pronósticos de los interesados hay que tomarlos con pinzas, pues profetizan como si en la Argentina no se hubiera violado un principio universal, aquel que afirmaba: tan seguro como el dinero en el banco.
La zozobra callejera destruye hogares y las primeras figuras echan leña al fuego denunciando planes maquiavélicos para eliminar adversarios, mientras desde el gobierno se las descalifica por poco serias. Igualmente es una verdad que las actitudes ventajistas proliferan por doquier. Es un mal nacional.
No se pueden ir todos sin un proceso que dé vuelta todo. Y la Bastilla, como alguna vez sentenció Alfonsín, sigue sin tomar. Habrá que tener inventiva y coraje para emprender un cambio que achique los cargos públicos, anule los privilegios y permita la selección de los mejores y más honestos.
La planificación ordenada, empero, seguirá siendo una quimera mientras los actores con responsabilidades ejecutivas, legislativas y judiciales, no dejen de bambolearse, eludiendo las balas del descontento colectivo.
Arnaldo Paganetti
arnaldopaganetti@rionegro.com.ar
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