El plan británico ya es producto de exportación

El primer ministro británico, Gordon Brown, no habría tenido necesidad de viajar a la cumbre financiera convocada por el mandatario francés Nicolas Sarkozy para los jefes de Estado y gobierno de los países de la eurozona en París.

Sin embargo, la incógnita de su presencia se develó a las pocas horas, al saberse que el plan de rescate británico ideado por Brown se convirtió en el modelo copiado en Europa y, quizás, en otras regiones del mundo.

El paraguas protector para los bancos presentado por los participantes de la cumbre tuvo su origen en el número 10 de Downing Steet en Londres. El ex Secretario de Finanzas cumplió su objetivo.

Aun antes de partir hacia la capital francesa, Brown insistió en otras capitales europeas para que se adoptara el paquete británico de salvataje. Viajaría a París para convencer a sus pares de las bondades de su plan. Para el premier había mucho en juego, debido a que la crisis económica afecta fuertemente a la industria manufacturera británica, que depende mucho de los servicios financieros. Debido a ello, Brown presentó el miércoles un paquete de rescate por 500.000 millones de libras esterlinas (640.000 millones de euros/860.000 millones de dólares) que prevee garantías estatales para los préstamos interbancarios y la adquisición estatal de acciones.

Brown aprovechó su estadía en París para promover ese plan entre la canciller alemana Angela Merkel, Sarkozy y otros asistentes. Fue el primero en abandonar el Elíseo, donde se realizó la reunión, y aguardó las conclusiones de sus colegas en la sede de la embajada británica.

El resultado salió tal cual lo esperaba. Los jefes de Estado y gobierno quedaron aparentemente muy impactados ante las propuestas británicas. Ayer, tanto Merkel como Sarkozy anunciaron respectivos planes de resctate «a la Brown».

Los medios de prensa están igualmente impresionados por el modelo británico; un periódico francés llegó a calificar a Brown incluso de «mago». Al estallar la crisis financiera, muchos vieron en Brown a un premier vacilante. Primero dejó pasar varios meses hasta nacionalizar al banco hiptecario Northern Rock. Luego, todo lo que tocaba parecía salirle mal, al grado de que a mediados de septiembre su baja popularidad llegó a niveles insospechados.

Pero la crisis financiera mundial fue lo mejor que podría haberle sucedido para su supervivencia política. De golpe, su partido, el laborista, dejó las críticas contra su gobierno de lado, y en sus intervenciones en Nueva York, París y Londres, consiguió presentarse como un estadista exitoso. Más de uno en el Reino Unido se está frotando los ojos al ver con qué rapidez y energía está actuando Brown en estos días . Aunque aún falte mucho para las elecciones de mediados de 2010, cuando el Reino Unido posiblemente atraviese por una severa recesión, el éxito de su gestión puede aportarle al menos temporariamente algo de viento de cola entre los electores. Una caricatura en «The Times» resume la situación. «Son aportes de los contribuyentes, por ello nos aseguraremos que nadie saque provecho personal de este plan de rescatee», dice Brown para añadir: «Nadie excepto yo.»


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