El plato más fuerte de La Fura dels Baus

El 26 y el 27, el grupo catalán traeráa Neuquén suúltima creación: “Degustación de Titus Andronicus”. Para estómagos fuertes.

La compañía teatral La Fura dels Baus creada en Barcelona en 1979, presentó desde el 3 al 7 de agosto en GEBA –y posteriormente lo hará en Rosario, Córdoba, Mendoza y Neuquén– su nueva producción “Degustación de Titus Andronicus”, aprovechando el universo gastronómico para seguir buceando en los límites sensoriales humanos. Retoma así el denominado lenguaje furero caracterizado por el predominio del cuerpo, la tecnología y la invasión del espacio del público.

La primera tragedia escrita por William Shakespeare, “Tito Andrónico” (1593), estrenada en el teatro londinense de La Rosa en enero de 1594, ofrece el fi- nal ideal: un banquete caníbal que

EDuardo Rouillet

eduardorouillet@gmail.com

abre la puerta a un mundo culinario que La Fura jamás había explorado. Para ello, el chef Andoni Luis Aduriz del restaurante vasco Mugaritz (uno de los mejores del mundo situado en Rentería, Guipuzcoa), prepara en vivo diversos platos inspirados en recetas de la antigua Roma, que convida a veintiocho asistentes en una comida real. Precisamente para la escena del ágape en la que los invitados al festín de Titus devoran la carne de dos prisioneros, Andoni propone un apetitoso cochinillo ibérico.

“Tito Andrónico” es una pieza cuyos personajes pasan de la venganza al perdón, del odio al amor, del bien al mal, con enorme rapidez, y con ella La Fura construye una ceremonia en la que ninguna disciplina sobresale por encima del resto.

El espacio escénico es casi cúbico, con los espectadores en el centro, rodeados de pantallas y pasarelas metálicas, en una de las cuales Aduriz y su ayudante cocinan e impregnan el lugar con tentadores aromas. A veces las proyecciones son fondos de escenografía, otras acompañan una situación, son pensamientos, palabras de un personaje o espacios escénicos que forman parte de la acción. La música, a diferencia de otros trabajos fureros, se parece más a la banda sonora de una película.

Con “Degustación de Titus Andronicus”, el colectivo catalán invita a reflexionar sobre cómo reaccionamos ante las tragedias que nos rodean (suceden en nuestro derredor pero seguimos comiendo); sobre la antropofagia del poder y las luchas, intrigas y horrores que se desatan por conquistarlo o mantenerlo.

Es una propuesta que envuelve y perturba, signada por lo cruel, lo bestial, lo sanguinario, que desacomoda y lleva al espectador de una vivencia a otra, minuto a minuto, haciéndolo testigo de una violación y de mutilaciones varias, hasta enredarlo en lo que va presenciando. Partícipe activo de la puesta, sin percatarse, está sumergido en ella desde el vamos, forzado a salir de la comodidad de las rutinas, para agitarse al son de una representación particularmente bella, aún cuando toca bordes humanos sombríos y negados.

La cocina del show

Concluida la primera presentación de “Degustación…”, Pep, director artístico y uno de los fundadores de La Fura dels Baus, ansioso, inquieto, se topó con “Río Negro” para desenredar lo que acabábamos de compartir.

“Nosotros, que desde el 84 descubrimos que la multidisciplinariedad podía convivir y que muchas disciplinas ayudaban a explicar la misma cosa, hemos ido metiendo más y más tecnología, información. Nos interesaba que la gente tuviera muchos sustratos de exploración y no sólo fuera una sola voz que va hablando, sino que todo eso se compensara con muchos más elementos. Que aquí parece un espectáculo de texto todo el rato porque siempre lo hay, pero por detrás muchas más cosas suceden. Las pantallas de video crean ambiente, la cocina produce olores, la banda sonora que no se detiene… Nada se detiene durante una hora y media. No dejan de fluir los aromas para cada escena, ni el texto, ni el movimiento de las escenografías, ni las pantallas. Con todos esos componentes, intentamos que ninguno sobrepase a los demás. Hay mucha gente que confunde multidisciplinariedad con poner cuatro disciplinas juntas, y eso va a funcionar. No es así. Todas tienen que estar en su justa medida como en una receta de cocina, deben saber convivir unas con otras y que todas vayan con en una pelota grande a explicar la misma cuestión”, le dice Pep a “Río Negro”.

–Se me ocurrieron dos palabras mientras miraba “Degustación de Titus Andronicus”. Una, sueño, delirio. Otra, alquimista…

–Empezó con el sueño de juntar gastronomía y teatro. Pero, luego hay miles de sueños porque en La Fura contamos la quimera primigenia de reunir lo teatral con la comida, a ver qué pasa. Es la primera vez que lo hacemos y no será la última porque hemos descubierto muchas cosas ahí, muy divertidas. El segundo sueño es encontrar Shakespeare, que abre una puerta insospechadamente bien puesta y con una arquitectura dramática de la hostia, unos pilares súper potentes, y nos lleva a este banquete caníbal y la matanza final. ¡Ya no podemos pedir más para meter la cocina como una nueva disciplina en nuestro lenguaje. Tu hablabas de alquimista… En la propia cocina hay una cantidad de alquimia ya metida que cuando se junta con la de La Fura, a la hora de armar y tal… Todo crece y nos encontramos con situaciones que no habíamos pensado…

(Uno de los asistentes de Pep dice una cifra que no alcanzamos a oír)

–¿Cuántos has dicho? ¿Hemos tenido algún desmayo?”

(Seis es la respuesta)

Han sido seis hoy… Pero no porque las escenas sean muy fuertes. Hay una alquimia entre lo que estamos viendo y lo que olemos. Jugando con estos elementos, hallamos cosas que no esperábamos, y una de ellas ha sido juntar una cosa terrible para los ojos y otra muy buena para el olfato. Eso crea unos colapsos internos y no sabes a qué hacer caso. Si a cerrar el estómago porque algo te da asco o repulsión, o a abrirlo porque un aroma te lo propone. Claro, el (sistema nervioso) parasimpático (que controla funciones y actos involuntarios) se vuelve loco. Dice, a ver, cerramos el estómago o la abrimos? Y hay gente sensible que hace un reset, como los ordenadores, y se desvanece. Luego preguntas si ha sido por lo terrorífico de la escena y contestan que era fuerte, pero no tanto como para desmayarse, que han visto situaciones más fuertes…

–Sabemos que es ficción.

–Pues claro… Nadie cree que está pasando realmente. Pero estás ahí, siguiendo la historia y tu estómago, aunque no quieras, se encoge. Si te meten por detrás aromas de azúcar, a carne en cocción… Eso es muy memórico. Los olores te teletransportan, hueles algo y enseguida te va a la memoria. El algodón de azúcar te lleva a días de feria, de niño con papá o mamá, te traslada a tu infancia. Imagina esto, confundiéndose con una mujer que sangra, que la acaban de violar. Hay unos conceptos ahí para procesar… Y queremos ahondar más en esto, unir más comida y teatro a nivel de estos rompimientos internos del ser humano. Y lo hemos descubierto con la “Degustación de Titus Andronicus”.

–Toda esta enorme fiesta y puesta en escena, conjunción de esfuerzos, miradas atentas, técnicos, actores, se quema en una hora larga. Desaparece. Es efímera…

–Totalmente efímera. No queda nada de La Fura… Imagínate… En la producción han trabajado más de cien personas… Unas cien personas han trabajado durante casi medio año de preproducción, producción, y hasta el estreno. Todo sumamente concentrado en un mensaje donde hay esfuerzos que no se ven… Lo bueno es que el equipo lo encuentra muy suyo porque lo hemos ido haciendo en común. Yo expliqué un sueño y el de otros se fue metiendo, más otros y otros, el del tío del sonido, hasta de la señora de la limpieza que nos dijo un día: ¿por qué no lo matáis así? Y yo: ¡genial esta mujer, no se nos había ocurrido! ¡Fantástica!. Y ello hace que nadie se sienta tan artista como se puede sentir alguien que trabaja solo en su disciplina, un fotógrafo, un pintor, un escritor, incluso un compositor. El nuestro es un trabajo de grupo en el que se van sumando energías, y cuando llega la gente nota esta explosión de voluntades concentradas. Lo que más me gusta es que somos La Fura dels Baus, no un señor tal que hace cosas muy chulas. Eso no existe en teatro. Teatro es mucho trabajo, trabajar y trabajar…


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