El poder como mascarada en un texto de Jean Genet

BUENOS AIRES, (Télam).- El director Lorenzo Quinteros presentó en el Centro Cultural de la Cooperación, una particular versión de la obra «El Balcón» de Jean Genet, que revela la gran mascarada de un poder en decadencia que se sustenta sólo en la imagen y en las falsas apariencias.

Además de las dificultades que genera la obra para ser llevada a escena dadas las características de una estructura muy sobrecargada, organizada en numerosos cuadros que se desarrollan en diferentes lugares, con un discurso de mucho simbolismo y compleja significación, se suma el trasfondo ideológico que impregna la pieza. «Un teatro comercial jamás la haría por el costo de la producción y porque no adheriría a su filosofía -opinó Quinteros en diálogo con Télam- y creo que tampoco lo haría el teatro oficial porque es una obra transgresora, irreverente, excesivamente corrosiva».

«La única posibilidad de ponerla en escena -agregó- es de manera independiente como es nuestro caso, juntando un grupo de esforzados penitentes y llevarla adelante con algunos apoyos del Centro Cultural de la Cooperación», ubicado en Corrientes 1543, de la Capital Federal.

Se trata, básicamente, de una obra sobre la «representación» en el poder y en la vida misma. La anécdota de la obra gira en torno de la caída o el derrumbe de un poder aparentemente real, reemplazado por un poder ficticio y resulta creíble. La crítica de Genet se asienta en ese punto: estamos en condiciones de comprar cualquier cosa, tenemos una cultura de la representación de la que ya no podemos escapar. Además, vive tanto de la representación el que la genera y la vende como el que la compra.

«Es imposible hacerla sin reflejar en el escenario esa simbolización de la imagen como basura en una cultura donde la imagen es todo y se recrea a sí misma hasta el infinito, al punto de que ya no sabemos cuales sus orígenes», destacó el director.

Sin duda, la obra se adelantó al gran despliegue que tuvo desde los años 50 (en que fue escrito «El balcón») hasta hoy, la imagen televisiva, internet, la clonación, todo lo que tiene que ver con representación. «A los políticos de hoy -opinó el director- les interesa más salir por televisión que tener un buen vínculo con los militantes o con la gente, es más importante lo que la imagen dice que lo que él hace. Es decir: vivimos mentirosamente y pidiendo que nos mientan».

Otro de los temas de Genet es la muerte como vanagloria. Se busca la gloria todo el tiempo a través de la representación y tratando de tener una imponente sepultura. «Yo soy del campo, de la provincia de Córdoba, y me acuerdo del cementerio de mi pueblo. Las familias ricas hacían mausoleos y panteones donde estaban los restos de toda la familia y competían por ver quién tenía la mejor sepultura», evocó.

«Nos matamos por luchas simbólicas, y por lo tanto ficticias, en la vida real pero también queremos continuar eso en la muerte -reflexionó-. 'El Balcón' habla de toda esa estupidez, de ese desprecio por lo auténtico, por las relaciones verdaderas».

Desde esta perspectiva, el teatro es el mejor terreno para esta obra, es el paradigma de la dramaturgia de Genet donde todo es teatro, incluso la política y el éxito también lo son. La puesta en escena de Quinteros se acerca en cierta forma a lo brechtiano y se refleja en un trabajo donde todo se ve, incluso cómo se fabrica la imagen, cómo se construye el monigote del falso obispo o del falso general.


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