El poder, el escarnio
Por Carlos Torrengo
Sería grave que luego de lo que le sucedió ayer, Atilio Feudal ignorara tres cosas esenciales para el ejercicio del poder:
Una: El «otro», o sea el gobernado, es una entidad concreta. Tiene existencia y autoestima, y en tiempos de crisis e incertidumbre, está dispuesto a hacer valer sus derechos. Y que en camino de ese objetivo, poco le importa someter el poder al escarnio. Porque eso le sucedió ayer al intendente de Bariloche.
Dos: Que en días de crisis fiscal, cuando el poder no actúa sobre la crisis en su momento de mayor plenitud de fuerza, la crisis termina carcomiendo la imagen del poder. Y eso también le pasó ayer al jefe comunal barilochense.
Tres: Que se le acabó el tiempo de explicar la crisis fiscal que sacude al municipio vía la herencia -muy grave por cierto- que le dejó su antecesor, el peronista Cesar Miguel. Porque sucede que la gente se referencia con el presente. Y el presente, desde la intendencia, es Feudal. Justo o injusto, ése es el razonamiento del inconsciente colectivo. Miguel es historia, grave por el desmadre financiero a que condujo la comuna barilochense, pero historia.
No es difícil determinar en qué falla la conducta de Feudal ante la crisis. Le pasa lo peor que le puede pasar a un gobernante ante un panorama de esa naturaleza: no hacer de la crisis una oportunidad para superarla, es decir, colisionar con la crisis en una pequeña unidad de tiempo y con una cirugía carente de dudas.
Pero no. Feudal no sólo no ha producido un ajuste que marque un antes y un después en las finanzas del municipio, sino que entre idas y vueltas denuncia falta de convicción de que aquello sea necesario.
Y esto es grave. El tiempo corre en su contra.
Sería grave que luego de lo que le sucedió ayer, Atilio Feudal ignorara tres cosas esenciales para el ejercicio del poder:
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