“El pueblo como ganado”
Hasta la reforma de 1994 la Constitución nacional establecía que el presidente duraba en sus funciones por un período único de seis años. Luego del Pacto de Olivos, y ante la pretensión menemista de conseguir la reelección, se acordó que la duración del mandato fuera de cuatro años, pudiendo el titular del Ejecutivo ser reelecto por otro período igual. Esta modificación fue altamente perjudicial en tanto dio paso a que durante los cuatro años se trabajara para lograr a toda costa la reelección las autoridades prevista en la carta magna, obviándose la satisfacción de las necesidades esenciales que hacen al bienestar general del pueblo, esto es la salud, la educación, la vivienda, la seguridad… Así desde el retorno a la democracia, luego de los regímenes militares, la actividad de los gobernantes electos durante su mandato se limitó a instrumentar medidas que les permitieran acumular votos para la reelección, por ejemplo creando las condiciones para que voten extranjeros, adolescentes de 16 años, se impartiera política del partido gobernante en las escuelas, los empleos públicos se convirtieran en prioritaria fuente de trabajo –una fuente de trabajo que condiciona al empleado y en realidad se convierte en un sometimiento difícil de quebrar ante el temor de perder el cargo si cambia el gobierno–. En un excelente artículo de Orlando J. Ferreres publicado el 29/8/2012 en www.lanacion.com, titulado “Reelección, un obstáculo para la democracia”, se pone de manifiesto que de todas las provincias argentinas sólo en las dos más democráticas y desarrolladas, esto es Mendoza y Santa Fe, no existe la reelección, debiendo mediar un período para poder ser elegido nuevamente. Es llamativo que así como esas provincias que no autorizan la reelección han crecido ostensiblemente respecto del resto, las demás y particularmente las que han establecido la reelección indefinida se han hundido en la pobreza sin retorno como sucede en Formosa, Jujuy, La Rioja, Catamarca, etc. La causa sustancial reside sin dudas en que los esfuerzos de las provincias con re-reelección se vuelcan en inversiones que aseguren el poder eterno, mientras que los requerimientos del día a día del pueblo son olvidados así como también las obras relevantes para el desarrollo. La falta de límites, el afán grosero por el beneficio personal, el olvido de trabajar por el bien común determinan que cada una de esas provincias, su pueblo, la gente de a pie sean burlados en sus legítimas pretensiones democráticas ante regímenes autárquicos y soberbios. Por ello la re-reelección es inadmisible, pues si la experiencia de ella nos llevó al atraso y la corrupción, en tanto los que ostentan cargos públicos no se preocupan por actuarlos idóneamente sino por someterse al modelo para continuar en el privilegio a costa del estancamiento político que conspira contra la democracia, la re-reelección indefinida nos arrastrará sin duda al destino de miseria que hoy ostentan las provincias que adoptaron la designación eterna, convirtiendo al gobernante en amo de un pueblo abatido por una realidad de riguroso sometimiento, en esclavo de los que mandan. “El pueblo como ganado / comerá si es que obedece / cuando al amo le parece / migajas, algún bocado”. Héctor Luis Manchini DNI 7.779.947 San Martín de los Andes
Héctor Luis Manchini DNI 7.779.947 San Martín de los Andes
Hasta la reforma de 1994 la Constitución nacional establecía que el presidente duraba en sus funciones por un período único de seis años. Luego del Pacto de Olivos, y ante la pretensión menemista de conseguir la reelección, se acordó que la duración del mandato fuera de cuatro años, pudiendo el titular del Ejecutivo ser reelecto por otro período igual. Esta modificación fue altamente perjudicial en tanto dio paso a que durante los cuatro años se trabajara para lograr a toda costa la reelección las autoridades prevista en la carta magna, obviándose la satisfacción de las necesidades esenciales que hacen al bienestar general del pueblo, esto es la salud, la educación, la vivienda, la seguridad... Así desde el retorno a la democracia, luego de los regímenes militares, la actividad de los gobernantes electos durante su mandato se limitó a instrumentar medidas que les permitieran acumular votos para la reelección, por ejemplo creando las condiciones para que voten extranjeros, adolescentes de 16 años, se impartiera política del partido gobernante en las escuelas, los empleos públicos se convirtieran en prioritaria fuente de trabajo –una fuente de trabajo que condiciona al empleado y en realidad se convierte en un sometimiento difícil de quebrar ante el temor de perder el cargo si cambia el gobierno–. En un excelente artículo de Orlando J. Ferreres publicado el 29/8/2012 en www.lanacion.com, titulado “Reelección, un obstáculo para la democracia”, se pone de manifiesto que de todas las provincias argentinas sólo en las dos más democráticas y desarrolladas, esto es Mendoza y Santa Fe, no existe la reelección, debiendo mediar un período para poder ser elegido nuevamente. Es llamativo que así como esas provincias que no autorizan la reelección han crecido ostensiblemente respecto del resto, las demás y particularmente las que han establecido la reelección indefinida se han hundido en la pobreza sin retorno como sucede en Formosa, Jujuy, La Rioja, Catamarca, etc. La causa sustancial reside sin dudas en que los esfuerzos de las provincias con re-reelección se vuelcan en inversiones que aseguren el poder eterno, mientras que los requerimientos del día a día del pueblo son olvidados así como también las obras relevantes para el desarrollo. La falta de límites, el afán grosero por el beneficio personal, el olvido de trabajar por el bien común determinan que cada una de esas provincias, su pueblo, la gente de a pie sean burlados en sus legítimas pretensiones democráticas ante regímenes autárquicos y soberbios. Por ello la re-reelección es inadmisible, pues si la experiencia de ella nos llevó al atraso y la corrupción, en tanto los que ostentan cargos públicos no se preocupan por actuarlos idóneamente sino por someterse al modelo para continuar en el privilegio a costa del estancamiento político que conspira contra la democracia, la re-reelección indefinida nos arrastrará sin duda al destino de miseria que hoy ostentan las provincias que adoptaron la designación eterna, convirtiendo al gobernante en amo de un pueblo abatido por una realidad de riguroso sometimiento, en esclavo de los que mandan. “El pueblo como ganado / comerá si es que obedece / cuando al amo le parece / migajas, algún bocado”. Héctor Luis Manchini DNI 7.779.947 San Martín de los Andes
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