El radicalismo, mandoble a mandoble

El gobierno rionegrino y su partido no dejarán crítica de la oposición sin responder. La estrategia se puso en marcha la semana anterior. En sus primeros pasos, la llevaron adelante hombres con suma de poder en todo ese esquema: Saiz, Lázzeri, Barbeito y Verani. Se apunta, fun

No dejar mandoble sin respuesta.

Una decisión posiblemente alentada por aquella consigna churchilliana de «negarle aguas, negarle terreno» al oponente. O sea, que no pueda desplazarse con facilidad, ya porque no hay calado, ya porque no puede ocupar posiciones.

Este es el curso que con énfasis despliega el gobierno rionegrino y su viga, el radicalismo, para enfrentar críticas del eje opositor PJ-Encuentro.

La estrategia comenzó a plasmarse la semana anterior.

Fueron días pródigos en manifestaciones de esta línea de acción. Porque sin solución de continuidad, el oficialismo respondió cada uno de los cuestionamientos disparados por la oposición.

La devolución de gentilezas adquirió distintos niveles de calidad. Y en los hechos, comprometió a tres de los hombres más decisivos en el sistema de decisión gubernamental: el gobernador Miguel Saiz y los ministros de Gobierno y Coordinación, Iván Lázzeri y César Barbeito.

Y desde la conducción del partido radical se operó en consonancia. Pablo Verani, su presidente, trajinó la semana anterior por los medios de difusión sin acordarse bien del presidente Néstor Kirchner y su gobierno. De lo agrio de su verbo, vale una predicción que formuló: «Vamos hacia el autoritarismo».

Verani arremetió y machacó desde la denuncia a contenidos del proyecto de presupuesto nacional. Lo hizo munido de un documento que, elaborado entre otros por el diputado Oscar Machado, asume el Comité Central de la UCR rionegrina.

Ahí, vía cotejo de asignación de recursos, se denuncia un trato discriminatorio para con las seis provincias en manos del radicalismo.

Y mientras Verani batió el parche tomando ese tema como partitura, el gobernado Saiz salió al ruedo convocado por la presidenta del Concejo Deliberante de Roca, Alicia Salicioni, peronista.

Esta denunció la carencia de política carcelaria, advirtiendo que con las ampliaciones y nuevas unidades en construcción, no se da una respuesta adecuada al tema.

Y Saiz tomó la posta:

– No hay más plata que para lo que está en marcha…En todo caso que la señora aloje detenidos en su casa – dijo.

Y también cosechó lo suyo el líder de Encuentro de los Rionegrinos y eventual candidato a diputado nacional de la posible alianza entre el PJ y esa fuerza: Julio Arriaga.

Bastó que definiera de «inútil» y que siguiera con cuestionamientos la reforma política para que los ministros Lázzeri y Barbeito salieran al ruedo.

«Los dichos de Arriaga resultan tan creíbles como los de un fabricante de bombas nucleares hablando de ecología», dijo Lázzeri.

– Arriaga está desesperado… se está quedando sin argumentos luego de que la gente le dijo que no lo quería para gobernador… está en contra de la permanencia de funcionarios en distintos sitios del poder y se desvive por volver a la función pública- sentenció el titular de Coordinación.

Estrategia bajo lupa

En el PJ rionegrino funge con muy bajo perfil desde hace tres años un politólogo: Fernando Lanza.

Joven, ajeno a la pasión con la que el grueso de la dirigencia asume la lucha política, Lanza elaboró este fin de semana un documento en el que reflexiona sobre la estrategia radical de «contestar todo» lo que dice la oposición. Lo que sigue es parte de las reflexiones formuladas por Lanza en el documento:

*Baja calidad del discurso con el que responde el oficialismo. Se responde desde la ironía o el argumento fácil, pero no vertebrando el núcleo esencial que sustenta la crítica o el cuestionamiento.

* Al hacerlo sobre el conjunto de críticas que recibe, otorga entidad y unidad a todo, al que se le contesta.

* Esta política oficial registra, además, un efecto acumulativo de la contestación permanente, con lo cual se corre el riesgo de saturar. Si no hay dosificación en la aplicación de esa línea de acción, el contestar puede perder efecto por reiteración.

* Muchas veces un gobierno se ve obligado a contestar todo porque se siente débil, aunque no lo esté.

* En la opinión pública, la contestación permanente -aún teniendo razón- se configura en función de la situación del emisor.


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