El remisero dijo que la familia del imputado le pagó

Aseguró haber recibido entre 20 y 25.000 dólares por sacarse una bala y "colaborar".

BUENOS AIRES (DyN).- El remisero que llevaba al joven Marcos Schenone la noche de su muerte, admitió ayer que cobró entre «20 y 25.000 dólares» de la familia de Horacio Conzi, el principal acusado, mientras la Fiscalía reclamó la detención por falso testimonio del hermano de una de las jóvenes que viajaba en el auto por mostrarse «renuente».

Precisamente, esa joven, Gisella Garabetta, volvió a quedar al borde de la cornisa de la falsedad de testimonio, tras ser sometida a un careo con el remisero, quien dio a entender que la chica estaba preocupada pues los perseguía la camioneta de Conzi.

Todo ocurrió en el segundo día del juicio oral que se realiza en los tribunales de San Isidro, de donde Conzi tuvo que irse en los primeros minutos de la audiencia pues, según su abogado, no soporta su estado de ansiedad ni puede garantizar su conducta.

Ayer, el Tribunal Oral 4 interrogó a Gustavo Pacheco, el amigo de Marcos que resultó ileso durante la persecución que hubo en la madrugada del 16 de enero del 2003, tras ser obligados a irse de «Dallas», el boliche de la ciudad de Martínez.

El joven dijo que escuchó a Alonso -en quien su amigo y al parecer Conzi estaban interesados- identificar a la camioneta Jeep Cherokee que los seguía como la del empresario, pero aclaró que esa versión recién la supo después de la balacera.

Luego declaró Roberto Fernández, el remisero que manejaba el Ford Galaxy en el que viajaban las víctimas, quien también resultó herido en la persecución.

Fernández admitió que cobró unos «20 ó 25.000 dólares» de parte de un integrante de la familia Conzi para extraerse la bala que lo había lesionado, con el fin de que fuera entregada a la defensa para ser sometida a eventuales pericias.

Con el fantasma de la presunta «compra» de testigos sobrevolando la audiencia, Fernández señaló que no sabía de donde había salido el dinero, y explicó que el arreglo lo había hecho su abogado y se acordó en el estudio de Fernando Burlando.

Aclaró que le dijeron que tendría que «colaborar»

porque Dallas «trabajaba siempre con la remisería» en la que él estaba.

«Es obvio que vino de uno» de los miembros de la familia Conzi, admitió el testigo que, además, dijo que el dinero lo tomó para que le sirviera a su familia por si le pasaba algo durante la intervención.

Tras definirse «católico, apostólico, romano y de confesión y comunión dominical», Fernández afirmó: «Creo que puedo perdonarlo (al autor de los disparos) porque lo que pasó, pasó. Estoy vivo, puedo ir a la cancha, ver a mi hija».

La situación colmó a Elsa Schenone, madre de Marcos, quien indignada se puso de pie y gritó: «¡Dice eso porque no le pasó a él!». Y se fue de la sala entre sollozos.

Fernández dijo que no iba a reclamar civilmente contra Conzi: «No me preocupa el dinero. Me siento conforme con lo que tengo». Pese a todo, el remisero complicó al empresario al señalar que Alonso y Schenone dijeron que los seguía «la camioneta de Horacio».

Pero Fernández fue más allá y salpicó a Garabetta, cuando sostuvo que la chica dijo en el auto que temía por la suerte de su hermano, que trabajaba para «Dallas». La afirmación dejó expuesta a la joven, quien el lunes dijo que negó haber escuchado a su amiga hablar de Conzi en el auto, y obligó al tribunal a citarla para un careo con el remisero.

Firmemente, Fernández ratificó que la escuchó, mientras la joven decía: «No sé de dónde lo sacó, no me acuerdo, no sé cómo pudo saberlo». La debilidad de sus dichos parecieron extenderse a su hermano, Leonardo, el carpintero que admitió que la principal empresa con la que aún trabajaba es «Dallas» y dijo nunca le preguntó a Gisella quién la persiguió.


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