El riesgo de estallido sigue latente

Hambre, desconfianza en las instituciones y una pobreza en aumento: Argentina tiene todos los ingredientes para reeditar los estallidos sociales que a sangre y fuego pusieron fin a dos gobiernos en los últimos días del 2001, sostienen diversos analistas.

El gobierno de Duhalde ha tenido poco éxito en su intento de frenar las cada vez más frecuentes protestas sociales, que incluyen la quema de bancos y el apedreamiento de instituciones públicas.

Los militares, cuyas sangrientas intervenciones del pasado aún no terminan de ser digeridas por la sociedad, han señalado que no pueden brindar seguridad interna en caso de un estallido social. De acuerdo a la ley, sólo podrían intervenir si la policía es desbordada y a pedido de un gobierno civil. «El humor social es cada vez más malo, más terrible y está impulsado por la cuestión económica. Implica el miedo a la hiperinflación, a que se recrudezca la recesión y se dispare el dólar», dijo a Reuters el analista Roberto Bacman, presidente de la consultora Centro de Opinión Pública (Ceop). «Estas escaladas de violencia son difíciles de parar. Ebullen de abajo hacia arriba». La pobreza golpea duro ya que uno de cada tres argentinos vive en la miseria, con menos de un dólar al día, mientras el 45% de la población es considerada pobre.

«Los estallidos sociales están más cerca de las clases bajas que tienen más conocimiento de la violencia. Las clases medias no conocen esos códigos, por eso recurren al ruido de las cacerolas», consideró Carlos Guzmán Heredia, presidente de la consultora Guzmán Heredia & Asociados.

«Si bien no hay riesgo de guerra civil, como dijo Duhalde, sí puede haber estallidos más graves que los de diciembre, sobre todo en los sectores más populares» sostuvo Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Nueva Mayoría.

Para los analistas, los intentos de Duhalde por poner paños fríos a la crisis social no han tenido éxito, debido a que la gente no confía en la clase política y porque cuestiona la legitimidad de un gobierno al que no votaron. «No tiene ninguna credibilidad ningún mensaje de la clase política. Vamos rumbo a un abismo», vaticinó Guzmán.

(Reuters)


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