El ritmo biológico y un líder son fundamentales

Conservar un ritmo de sueño, mantener la esperanza y un equilibrio psicológico en el seno de un grupo confinado en un espacio exiguo son algunos de los desafíos a los que se enfrentan los 33 mineros atrapados a 700 metros bajo tierra en Chile para poder sobrevivir cuatro meses más. “Es más fácil sobrevivir en grupo. Si se está solo usted puede dejarse llevar por la desesperación, pensar que no tiene salvación. En grupo, si uno flaquea los otros lo animan”, explica a la AFP Michel Siffre, espeleólogo y científico que ha llevado a cabo numerosas experiencias de confinamiento en condiciones extremas. “Cuando la supervivencia está en juego el grupo se une. En todas las experiencias de supervivencia los problemas psicológicos se plantean después de la salida. Ante el peligro, se aguanta”, señala por su lado Henry Vaumoron, secretario general de la Federación Francesa de Espeleología. “Pero como en la balsa de la Medusa, donde muchos sobrevivientes se mataron entre ellos, o en el accidente de un avión uruguayo en la Cordillera de los Andes en 1972, donde sobrevivieron gracias al canibalismo, la situación puede degenerar”, recuerda Siffre. Un experimento llevado a cabo hace varias décadas por la agencia espacial estadounidense NASA, en un equipo en autarquía completa, mostró que cuatro miembros de la misión no podían soportar al quinto y querían incluso matarlo, explica. “En las situaciones de sobrevivencia eso se vuelve darwiniano. Los más fuertes sobreviven. Y la actitud mental es primordial. Hay que creer. Quienes creen en su supervivencia tienen más posibilidades de salvarse que los que se abandonan a la suerte”, recuerda Siffre. Para organizar la vida del grupo y solucionar los eventuales conflictos deben surgir “jefes”: un superior jerárquico o individuo que en esos momentos excepcionales asume el papel de líder, según Siffre. Los sobrevivientes tienen que conservar el mismo ritmo de sueño que en la superficie, ya que sin la luz del día se pierde la noción del tiempo. Gracias a las posibles comunicaciones con los socorristas, se les podrá imponer el ritmo del mundo exterior, por ejemplo entregándoles los alimentos a horas fijas. Y podrán probablemente tener luz con lámparas que les hubiesen pasado por el conducto. Para permitirles sobrevivir habrá que renovar el oxígeno, aprovisionarles en agua y alimentos. Deberán rehidratarse permanentemente, beber sin cesar, ya que a los 33 grados Celsius, el agua del cuerpo se evapora permanentemente. “Será necesario darles una alimentación más bien líquida. Entre menos vayan al retrete será mejor. Cuando uno está bloqueado bajo tierra, tiene que cavar y enterrar los excrementos”, explica Henry Vaumoron. “Todos tendrán problemas de visión al salir. Se constata un aumento de la miopía, de la visión del relieve y de los colores cuando se vive sin luz”, explica Siffre. “Lo esencial es que salgan vivos, pero no saldrán indemnes”, estima. (AFP)

Los desafíos psicológicos


Conservar un ritmo de sueño, mantener la esperanza y un equilibrio psicológico en el seno de un grupo confinado en un espacio exiguo son algunos de los desafíos a los que se enfrentan los 33 mineros atrapados a 700 metros bajo tierra en Chile para poder sobrevivir cuatro meses más. “Es más fácil sobrevivir en grupo. Si se está solo usted puede dejarse llevar por la desesperación, pensar que no tiene salvación. En grupo, si uno flaquea los otros lo animan”, explica a la AFP Michel Siffre, espeleólogo y científico que ha llevado a cabo numerosas experiencias de confinamiento en condiciones extremas. “Cuando la supervivencia está en juego el grupo se une. En todas las experiencias de supervivencia los problemas psicológicos se plantean después de la salida. Ante el peligro, se aguanta”, señala por su lado Henry Vaumoron, secretario general de la Federación Francesa de Espeleología. “Pero como en la balsa de la Medusa, donde muchos sobrevivientes se mataron entre ellos, o en el accidente de un avión uruguayo en la Cordillera de los Andes en 1972, donde sobrevivieron gracias al canibalismo, la situación puede degenerar”, recuerda Siffre. Un experimento llevado a cabo hace varias décadas por la agencia espacial estadounidense NASA, en un equipo en autarquía completa, mostró que cuatro miembros de la misión no podían soportar al quinto y querían incluso matarlo, explica. “En las situaciones de sobrevivencia eso se vuelve darwiniano. Los más fuertes sobreviven. Y la actitud mental es primordial. Hay que creer. Quienes creen en su supervivencia tienen más posibilidades de salvarse que los que se abandonan a la suerte”, recuerda Siffre. Para organizar la vida del grupo y solucionar los eventuales conflictos deben surgir “jefes”: un superior jerárquico o individuo que en esos momentos excepcionales asume el papel de líder, según Siffre. Los sobrevivientes tienen que conservar el mismo ritmo de sueño que en la superficie, ya que sin la luz del día se pierde la noción del tiempo. Gracias a las posibles comunicaciones con los socorristas, se les podrá imponer el ritmo del mundo exterior, por ejemplo entregándoles los alimentos a horas fijas. Y podrán probablemente tener luz con lámparas que les hubiesen pasado por el conducto. Para permitirles sobrevivir habrá que renovar el oxígeno, aprovisionarles en agua y alimentos. Deberán rehidratarse permanentemente, beber sin cesar, ya que a los 33 grados Celsius, el agua del cuerpo se evapora permanentemente. “Será necesario darles una alimentación más bien líquida. Entre menos vayan al retrete será mejor. Cuando uno está bloqueado bajo tierra, tiene que cavar y enterrar los excrementos”, explica Henry Vaumoron. “Todos tendrán problemas de visión al salir. Se constata un aumento de la miopía, de la visión del relieve y de los colores cuando se vive sin luz”, explica Siffre. “Lo esencial es que salgan vivos, pero no saldrán indemnes”, estima. (AFP)

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