El Rosas de Pacho O»Donnell, ni tan santo ni tan maldito

Seducido por la historia, el psiquiatra Pacho O"Donnell se metió con el polémico Restaurador de las Leyes. Las que siguen son reflexiones del autor de "Juan Manuel de Rosas, el maldito de nuestra historia oficial" (Edit. Planeta). Libro que lleva tres semanas en la calle.

¿Por qué Rosas?

– A quienes nos interesa la historia tenemos que buscar la verdad. Realmente con Rosas se hizo una novela negra. Desde ahí me interesó, o sea desde ese personaje tan demonizado por la historia oficial. Y como desde esta perspectiva siempre se pusieron en relieve sus aspectos negativos y nada más, especialmente la tendencia a la violencia que signó a Rosas, percibí que quedaba un campo interesante para explorar.

– ¿No lo hicieron los revisionistas?

– En alguna medida.

– ¿No alcanzó para lograr mayor objetividad en lo referente a la figura de Rosas?

– Los revisionistas de los años «60 cometieron el error de idealizar a Rosas, a lo que se sumó el agravante de politizarse su figura.

– ¿Desde el peronismo?

– Desde el peronismo de derecha…Todo esto hizo que la figura de Rosas siguiera oscurecida y no se pudiera reflexionar más ecuánimente sobre él.

– Es interesante que un psiquiatra haga historia. ¿Cómo fue el mundo psíquico de Rosas?

– El de una personalidad muy fuerte, hijo y padre de mujeres de carácter muy vigoroso. Un hombre tenaz, con objetivos muy claros. Cuando se va de su casa, luego de un conflicto que estalla con sus padres, se refugia en la casa de sus parientes los Anchorena. Lo destinan a una estancia y se hace estanciero, no de ciudad, sino de campo. Ahí se forja en el estilo directo…trabaja, participa de los juegos cuerpo a cuerpo con los indios y los gauchos. Del contacto con todo este mundo marginal de la frontera surge un hombre muy apto para los desafíos y casi imbatible a los ojos de los demás.

– En la cartas que escribe a su mujer y a amigos durante la Campaña al Desierto, Rosas pide que no descuiden a los necesitados, los pardos, los morenos. ¿Es sensibilidad? ¿Cuál es la naturaleza de esa sensibilidad?

– El comprendía que tenía un instrumento muy fuerte con su visión política de la realidad. De esas cartas, especialmente en una que escribe a un amigo uruguayo, se podría extraer cierto perfil demagógico, oportunista, por parte de Rosas. Sucede también que esos sectores humildes, pobres…populares, son la base de su poder contra sus enemigos, que no cuentan con esos estamentos. Pero en su conjunto, las cartas en cuestión son sinceras en tanto que él -durante su primer mandato- les dio espacio y protagonismo a esos sectores. Es la primera vez en la historia argentina que la plebe tiene un espacio.

– ¿Es un espacio de poder?

– Es más simbólico, pero es un espacio organizado…Rosas, además, organiza a los negros, les permite tener sus instituciones, concurre a sus candombes, los jerarquiza como soldados de infantería e incluso jerarquiza a los indios…

– Pero con los indios hay mucho de lo que hoy llamamos clientelismo político…

– El los integra a sus fuerzas. Incluso la Conquista al Desierto que ejecuta, se basa más en acuerdos, sobornos, transacciones, que en el exterminio del indio…Todos estos sectores le guardan lealtad a Rosas hasta el fin de su gobierno.

– Waldo Ansaldi sostiene que Rosas maneja muy bien los tiempos políticos. Lo demuestra cuando deja su primer gobierno y se va de campaña, y no hace nada para que Balcarce y Viamonte puedan manejar la situación, que amenaza con tornarse anárquica, con lo cual se favorece el retorno de Rosas al poder. ¿Coincide con Ansaldi?

– Lo respeto mucho. Rosas tenía una concepción autocrática del poder…

– Ya en el final de su vida se lo dice en Inglaterra a Ernesto Quesada…le confiesa que el autócrata paternalista, inteligente y desinteresado es el mejor gobernante…

– Sí, sí…su concepción del ejercicio del poder es autócrata. Era un patrón de estancia y concebía al gobierno como se gobierna una estancia. Y era fundamentalmente un hombre de orden. Ya en su exilio dirá que él gobernó «en circunstancias extraordinarias y mi gobierno debe ser juzgado a partir de esas condiciones».

– ¿Fue un tirano?

– Quienes simpatizan con Rosas siempre han cuestionado esa calificación otorgada por la historia oficial. Creo que lo de tirano no se justificaría, ya que por definición el tirano es aquel que se apropia del poder por la fuerza. Pero en el caso de Rosas, las dos veces que asume el gobierno fue por designación de la Legislatura por mayoría…Pero por supuesto, a la luz de la amenaza permanente de anarquía que define a la política argentina entre su primer y segundo gobierno, Rosas es un hombre que quiere gobernar con la suma del poder público…

– Desde esa perspectiva de sus intereses, el asesinato de Facundo no le viene mal…

– Bueno, lo sucedido en Barranca Yaco genera un sentimiento de pánico en todos los sectores sociales en tanto…Y ahí es cuando la Cámara de Representantes se apresura en depositar la suma del poder público en Rosas para que ponga orden. Yo digo en el libro que Rosas bien podría decirnos: «No fui yo quien decidió ser un dictador. Fueron los demás los que me lo exigieron. Es absurdo que después se me reprochase, con hipócrita indignación, haber cumplido rigurosamente con lo que se me pidió»…Ese año, 1835, es un año excepcional en la conformación del poder de Rosas…

– ¿Lo dice por el plebiscito que solicita?

– Es muy importante el hecho de que antes de aceptar la decisión de la Cámara de Representantes, Rosas solicite la realización de un plebiscito para saber si cuenta o no con la gente. Es la primera vez que se convoca a votar a todos, inclusive los indios, los orilleros, los gauchos. Si votó por el «sí» o por el «no» sobre un padrón de 20.000 ciudadanos y Rosas ganó con el 50%…

– En su libro, usted señala que al reclamar la realización de ese plebiscito, Rosas tuvo una «actitud ejemplarmente democrática»…¿No queda un poco grande esa definición?

– No, no…juzgo objetivamente esa decisión en ese momento.

– La historia oficial, entendiendo por ésta la que ha satanizado a Rosas, ¿cómo computa ese plebiscito?

– Simplemente lo ignora.

– Hay un historiador inglés, Paul Preston, que en una formidable biografía de Francisco Franco dice que en su escalada hacia el poder éste se vio favorecido por la muerte de otro general golpista, y el fusilamiento por los republicanos del líder de derechas Primo de Rivera. ¿Rosas se vio favorecido por los asesinatos de Dorrego y Quiroga?

– Se corresponden, fundamentalmente para el caso de Dorrego. Rosas no hubiera llegado a donde llegó si Dorrego no era asesinado…Es gracioso porque la historia oficial habla del «error de Lavalle de fusilar a Dorrego»…y es gracioso porque es como decir que la muerte del «Che» fue un error, o la de Lumunba. La muerte de estos dos revolucionarios como la de Dorrego fueron absolutamente lógicas para la preservación del poder de quienes lo tenían en ese momento…Eran hombres que amenazaban el statu quo de esos sectores. A raíz de su exilio en los Estados Unidos, lo echa Pueyrredón por defender a Artigas y reclamar que se lo apoyara en su lucha contra Portugal, Dorrego se había transformado de ser un gallardo, valiente y petulante oficial de Caballería, en un político bien formado. En Estados Unidos conoce el republicanismo exitoso y se enamora del sistema federal de ese país. Vuelve hecho un estadista convencido de la importancia de un sistema político respaldado por la mayoría y más justo…Los discursos que pronuncia a su regreso en la Legislatura son maravillosos, llenos de ideas. Y se transforma claramente en el líder del movimiento federal y Rosas en su subalterno…Pero los unitarios asesinan a Dorrego. Y es esta muerte interesante como experiencia sobre las consecuencias de la violencia. Los unitarios creen que sacando de juego a Dorrego se termina la amenaza federal, pero lo único que logran es abrirle el camino al poder a quien se convertirá en un largo dolor de cabeza: Juan Manuel de Rosas.

– Uno de los mayores cuestionamientos que se formulan a Rosas es no haber respaldado la revolución republicana en Brasil, quizá instigado por Inglaterra. ¿En esta falta de respaldo qué valor tiene en relación con la organización institucional de nuestro país?

– Usted puso el dedo en la llaga en lo que es con toda seguridad el principal error político de Rosas: su demora y resistencia al dictado de una Constitución. Cuando Urquiza, en un gesto que la historia no ha juzgado con la severidad que se merece al principal ejército de la Confederación Argentina y se alía con el país contra su propia patria, justifica ese levantamiento en la necesidad de dictar una constitución para la Argentina. Bueno, lo cierto es que Rosas siempre resistió el dictado de una Constitución…

– ¿Veían en ella un acotamiento para su poder?

– Seguramente ésa fue una de las razones de esas resistencia, pero él también estaba convencido de que si les dejaba el paso libre a los unitarios en un proceso de reorganización del país, bueno…los «leguleyos», como se les decía a los unitarios, llevarían el país a la anarquía. Y algo de eso sucedió después de Caseros, cuando Buenos Aires se deshace de Urquiza, al que usó para sacarse de encima a Rosas, y rompe con las provincias…

– Usted en su libro no se expide sobre las razones que tuvo Rosas para no alentar el dictado de una constitución. ¿Por qué?

– Tengo mis dudas…no sé si lo hizo para no restarse poder o por temor a la anarquía. No sé.

– De su libro se extrae que el propio Rosas elude definiciones sobre el tema…

– Sí, sí…incluso queda claro que cuando se refiere a la cuestión desde su resistencia, lo hace con metáforas campestres, como cuando responde a los reclamos constitucionalistas de Ferré…entonces Rosas escribe cosas como «para recoger buen trigo es necesario, aun cuando la tierra no tiene malezas, preparar bien y luego sembrarla, conociendo bien la estación y el temperamento. Pero el señor Ferré quiere, antes de preparar esa unión de labradores y de contar con peones, arados, tesoro, bueyes y demás elementos, sin destruir las malezas exteriores e interiores del terreno, sin arar y preparar la tierra, sin espiar la oportunidad…».

– O sea, la tierra de los argentinos, para Rosas, no estaba preparada para albergar una constitución…

– Eso parece

– Hace un tiempo le preguntaron por qué San Martín es un tipo con prestigio y Rosas no y su respuesta fue muy lógica.

– Respondí que el problema de Rosas fue que se metió en política y San Martín no.

– ¿Es elogiable que no se haya metido en política?

– Habría que verlo…Pero la historia oficial siempre premió a San Martín por no meterse en política. Y realmente es algo que hay que revisar si el no meterse en política es algo para premiar, porque San Martín podría haber cumplido un papel importantísimo en la organización del país. Esa historia lo presenta a San Martín como un militar escalador de montaña, pero era hombre de ideas sobre el país

– Pero la historia fue como fue, dice Hobsbawm…

– Y tiene razón…

Susana Yappert

Carlos Torrengo


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