El sector público impulsa la demanda de dólares
En el 2013 se mantendrá el control sobre las monedas fuertes. Argentina permanece fuera de los mercados voluntarios de crédito internacional, lo que afecta la oferta del billete norteamericano.
Inconsistencias y problemas estructurales
En el 2011 la macroeconomía puso nuevamente al dólar en el centro de la discusión económica. La intervención cambiaria del gobierno colocó “la caja en dólares” del sector público nacional (SPN) como único punto de discusión. El cepo cambiario fue ganando fuerza y el sector privado tuvo cada vez menos acceso a la divisa norteamericana. Los particulares no pueden ahorrar en dólares y enfrentan nuevas trabas para consumir en moneda extranjera con tarjetas de crédito. También las empresas afrontan trabas para importar, abonar servicios en el exterior, pagar royalties, girar utilidades y/o pagar dividendos a los inversores. ¿La intervención en el mercado cambiario se intensificará en 2013 o, por el contrario, irá disminuyendo respecto de la situación actual? La necesidad que tiene en el centro “la caja en dólares” del gobierno nacional no es otra cosa que una discusión sobre oferta y demanda que debe contemplar el flujo completo de ingreso y egreso de divisas, con la participación tanto del sector privado como del público. En este juego de mercado el precio juega un rol fundamental y, en este caso, está representado por el valor del tipo de cambio. En este sentido, se podría decir que la intervención cambiaria surge a partir de que el tipo de cambio oficial no es un precio de mercado. Todos los argentinos están dispuestos a comprar un dólar a 4,65 pesos, pero nadie a vender a dicho valor. Al tipo de cambio oficial, sin trabas cambiarias habría un exceso de demanda de dólares que empujaría el tipo de cambio hacia una devaluación. De hecho en el mercado paralelo, en el cual la oferta y la demanda interactúan libremente, el tipo de cambio cotiza a alrededor de 6,3 pesos por dólar. En pocas palabras, hay un exceso estructural de demanda de dólares alimentado por el sector público nacional, no sólo porque desalienta la oferta sino porque, fundamentalmente, incentiva la compra de divisas. El lado de la oferta El sector agroexportador provee de dólares (recursos fiscales) a la economía argentina (sector público) como nunca antes en la historia. Las exportaciones del sector primario se expandieron un 200% entre el 2003 y el 2011 y aportaron unos 50.000 millones de dólares el año pasado (ver infografía). Paralelamente, en el 2013 se espera que “el campo” aporte aproximadamente 5.000 millones de dólares más que en el 2012, porque la cosecha de soja sería 10 millones de toneladas superior a la de este año. Sin embargo, aun con los dólares “récord” aportados por el campo, la economía argentina tiene problemas estructurales de oferta de dólares, dado que ingresan muchos menos de los que podrían hacerlo ya que la inversión extranjera directa (IED) es baja y el país no tiene acceso a los mercados internacionales de crédito. Esta situación es consecuencia de las políticas económicas implementadas por el gobierno nacional. Por un lado, la política gubernamental, con sus agresiones al clima de negocios y su permanente cambio de reglas, desalienta la IED. Por otro, la estrategia oficial de desendeudamiento desaprovechó el costo del financiamiento en los mercados internacionales de crédito más bajo de toda la historia, con tasas de interés en dólares que no superan el 3% anual. De hecho, Brasil acaba de hacer la mejor colocación de deuda de su historia al emitir bonos por 1.250 millones de dólares con una tasa de interés de apenas el 2,6%. Resumiendo, en la Argentina entran menos dólares que los que podrían hacerlo, debido a las políticas de Estado. El lado de la demanda Al permanecer fuera de los mercados de crédito, el gobierno no sólo desincentiva la oferta de dólares sino que alimenta la demanda de los mismos y compite con los privados por los “pocos” billetes que hay en la economía. El Estado demanda dólares para pagar deuda e importar energía. El sector privado tiene una demanda “operativa” del billete verde destinada a importar bienes de capital (inversión) e insumos y bienes intermedios (producción). A su vez, también los requiere para pagar deuda y utilidades y dividendos (inversión). En este marco, cuanto la demanda de dólares del Estado más “pise” la demanda “operativa” de dólares del sector privado mayor será su efecto negativo sobre los niveles de producción, inversión y consumo de este último. Los agentes privados demandan también por motivos “precautorios”, que tienden a crecer con las inconsistencias de política económica y la acumulación de problemas estructurales sin resolver (ver infografía). Las inconsistencias de la política económica alimentan los problemas estructurales, generando inflación, atraso cambiario y expectativas de devaluación. En este marco, la demanda privada total de dólares aumenta el desequilibrio en el mercado cambiario. En la Argentina hay escasez de billetes verdes. Sin aplicar políticas económicas de aliento a la IED con apertura al crédito internacional, y descartando la devaluación nominal como instrumento “solucionador” de la escasez, el gobierno tuvo que establecer crecientes restricciones a la compraventa de dólares para pisar la demanda privada y hacerse de divisas suficientes para cerrar su caja en dólares de este año. Esta necesidad explica las trabas impuestas al sector privado para ahorrar en dólares, comprar importaciones y pagar dividendos, utilidades, royalties, intereses y amortizaciones al exterior. Sin embargo, la intervención cambiaria y las restricciones interfieren en las decisiones de producción e inversión, afectando negativamente el nivel de actividad. De hecho, y de acuerdo con nuestro análisis, la brusca desaceleración de la tasa de crecimiento acontecida entre diciembre y mayo últimos habría estado fundamentalmente explicada por la intensificación de las trabas cambiarias. Puntualmente, la tasa de crecimiento intermensual (mes contra mes anterior) del IASE promedió -0,1% en ese período. En pocas palabras, la forma en que el Estado cerró su caja en dólares en el 2012 impactó negativamente en la tasa de crecimiento de la economía. En el 2013 No sobrarán La pregunta clave es: ¿habrá más dólares el próximo año? Y, consecuentemente, ¿se relajarían las trabas cambiarias para el sector privado, incentivando el nivel de actividad? Si se compara este año con la proyección del 2013, la “caja” en dólares del sector público mejoraría en 2.597 millones de dólares (36%), ya que sus necesidades netas se reducirían de 7.034 millones de dólares (2012) a 4.437 millones (2013) como producto de no pagar el cupón del PBI, que se dispara con una tasa de crecimiento superior al 3,26% anual. De acuerdo con nuestras estimaciones, este año la economía crecería entre el 2 y el 2,8%, por lo que no se pagaría cupón de PBI en el 2013 (ver infografía). Es decir, una menor tasa de crecimiento en el 2012 es lo que permitiría que la caja en dólares del gobierno nacional mejorara en el 2013. Justamente, en la relación caja del sector público y nivel de actividad se observa una paradoja. La caja en dólares del SPN con esta política oficial de desendeudamiento necesita que el crecimiento económico sea modesto, lo cual implicaría restricciones en la generación de puestos de trabajo y en el mercado laboral en el mediano y largo plazos. En pocas palabras, la política de desendeudamiento y la caja del sector público afectan negativamente el principal logro del modelo económico posconvertibilidad: la generación de puestos de trabajo y la reducción de la tasa de desempleo. No obstante, la mejora de la caja en dólares del sector público del 2013 no sería suficiente para que el flujo de dólares al resto de la economía mejorara sustancialmente en el próximo año. Si se compara el 2013 con el 2012, en el próximo año sólo habría 1.562 millones de dólares adicionales. (Ver infografía) Pero, en definitiva, aun con una mayor cosecha de soja y exportaciones por 5.000 millones de dólares más, el flujo de divisas para toda la economía no mejoraría sustancialmente en el 2013 ya que el aumento de las importaciones (12%) superaría el de las exportaciones totales (8%), generando una reducción del superávit comercial de 1.516 millones. Las trabas a las importaciones serían en parte relajadas para que el sector industrial incrementara su nivel de producción ante una mayor demanda esperada tanto interna como de Brasil, cuya tasa de crecimiento mejoraría levemente durante los próximos trimestres. Sin embargo, esa disminución de trabas a las importaciones podría querer ser compensada prohibiendo el giro al exterior de utilidades y dividendos y forzando a las multinacionales a que reinviertan esos fondos. Es decir, el gobierno convalidaría un menor superávit comercial sólo a cambio de mantener “a raya” la cuenta utilidades y dividendos, que de otra forma sería más negativa en un escenario de mayor crecimiento económico esperado en el 2013. Teniendo en cuenta la política oficial de desendeudamiento, que prescinde del mercado internacional de crédito, y considerando que en el 2013 no habría una sustancial mejora del flujo de dólares hacia nuestra economía, YPF se vería obligada a financiar su programa de inversiones en el mercado doméstico, que por ahora sólo ofrece el 6% de las necesidades financieras anuales (5.000 millones) de la firma. En este contexto, cabría esperar que las inversiones anunciadas y necesarias en YPF fuesen encaradas mayormente con el resultado de la empresa y/o con caída de las reservas del BCRA. Mientras que financiar inversiones con resultados implica que el aumento de precios en los combustibles supere a la inflación, recurrir a las reservas implica un mayor deterioro del balance del Banco Central. En definitiva, al no mejorar sustancialmente el flujo global de dólares hacia nuestra economía no esperamos grandes cambios en materia de política económica. El BCRA seguiría financiando al sector público y se seguirían consumiendo reservas. La política cambiaria también proseguiría sin grandes modificaciones. El tipo de cambio nominal oficial continuaría depreciándose aproximadamente diez puntos porcentuales por detrás de la inflación y el gobierno nacional devaluaría diferenciadamente, aplicando impuestos sectoriales. Para comprender estas devaluaciones encubiertas basta con recordar que el sector turismo acaba de ser favorecido con una devaluación de este tipo que ha sido instrumentada a través de la creación de un impuesto del 15% para las compras con tarjeta en el exterior que sería (falta reglamentación) extensible a los paquetes turísticos. En este marco, descontamos que no habría relajación de la intervención y las trabas cambiarias, que seguirían igual o se intensificarían marginalmente en el 2013. Fuente: semanario económico Nº 30 de Economía&Regiones (E&R), septiembre del 2012
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