El sudor no le alcanzó a Boca para destronar al campeón de la Libertadores

Confuso en la concepción y tibio en la ejecución, al Xeneize no le sirvió el 1-0 para desbancar a River, otra vez en la final.

El coro ensordecedor de una hinchada de fidelidad probada, expectante y anhelante, hizo su parte y transformó La Bombonera en una olla de presión como en tantas otras noches de épica copera. Pero está claro que los hinchas no juegan. Lo hace este Boca, que careció de la impronta necesaria para desbancar a un equipo como River, que lejos de su mejor versión recién sufrió (un poco) sobre el cierre para cristalizar su segunda final de Copa Libertadores consecutiva.

El campeón vigente terminó perdiendo 1-0 en el templo xeneize, pero el 2-0 logrado en el cotejo de ida en el Monumental le alcanzó para quedarse con un billete para defender el título ante el ganador de la otra serie semifinal entre Flamengo – Gremio, que juegan hoy en Rio de Janeiro.
Los papelitos que tapizaron el piso de la Bombonera, postergaron por 15’ el comienzo de un partido signado por el dramatismo. Despejado el campo, Boca tuvo la postura esperable ante las urgencias del caso. Se mostró combativo, metiendo en todos lados y buscando desestabilizar la conexión volantes-delanteros de River.

La actitud del Xeneize, con Carlos Tevez como estandarte, incomodó al Millo, que se sintió perdido sin el balón y tardó un buen lapso en encontrarle la vuelta al trámite. De todas maneras, Boca no pudo respaldar la enjundia con juego asociado. Lo más parecido a una aproximación fue una volea exigida de Wanchope Ábila en el segundo palo, que pegó en la parte exterior de la red.
La primera llave que encontró River para entrar en el campo de Boca la halló Nicolás De La Cruz. El uruguayo exigió con frecuencia a Julio Buffarini por la derecha de la defensa local y el Xeneize empezó a sufrir .
El equipo de Gallardo se metió en el partido de a poco y su fútbol tuvo algo de fluidez.

Al momento que el trámite se equilibraba, a los 21’ tras un tiro libre al área de River, hubo una carambola en el aire tras un cabezazo de Almendra. El balón dio en la mano de Emmanuel Mas antes de que le cayera al Toto Salvio. El volante derecho venció a Armani pero el árbitro Sampaio, sin recurrir al VAR, anuló un gol que ya había sido gritado.
River comenzó a llegar con mayor facilidad a los dominios de Andrada, quien muchas veces tuvo que jugar hasta de líbero para compensar el espacio entre líneas que dejaba su equipo con ataques desordenados.
Despojados de la presión inicial de Boca, la construcción de las jugadas se elaboran con menor esfuerzo en el Millo. Por momentos el equipo de Alfaro fue al golpe por golpe, pero corrió muchos riesgos, porque la contra podía ser fatal.
Antes del descanso, casi se le da a Boca. Luego de un cabezazo de Almendra, Enzo Pérez pifió la pelota y Armani, a puro reflejo, la sacó a córner.

A quemar las naves
Boca salió decidido a dar vuelta la historia. Así, a los 5’ Mac Allister tuvo un tiro franco dentro del área aunque careció de puntería.
Como en el primer tiempo, la voluntad del Xeneize se fue apagando y el fútbol que tanto se le reclamó para tratar de torcer el rumbo de la serie, no apareció. Confuso en la concepción y tibio en la ejecución, era presa fácil de River. Sin jugar su mejor partido, la visita descansó tranquilo en el colchón que le tenía por la ventaja lograda en la ida.
Alfaro buscó opciones en el banco y mandó a la cancha a Mauro Zárate por Almendra. De esa forma así rompió el doble 5 y arriesgó.
Además apostó por Jan Hurtado en lugar de Wanchope, quien afrontó el superclásico sin estar en su plenitud física.

El partido se moría sin pena ni gloria, sin una emoción que movilizara a la multitud que colmó La Bombonera. Sin embargo a los 36’, Enzo Pérez lo bajó a Salvio y Mac Allister tomó el tiro libre. El envío encontró la cabeza de Lisandro López, Zárate no pudo tocar sobre la línea aunque sí Hurtado. Gol y explosión popular para que Boca quede a tiro de los penales.
Nada de ello pasó. Boca fue sólo un torbellino desesperado y sin norte donde los minutos finales se le esfumaron sin piedad.

Dudas y silencio en Alfaro tras el pitazo final. El entrenador es el símbolo de este momento futbolístico de Boca que sabe que en los últimos tiempos, por lesiones y bajones individuales, no jugó bien.
El técnico, en el partido más importante de su carrera, no fue capaz de desbancar al campeón vigente. Anoche, y también en Núñez, Boca necesitó del gol. Está claro que en la libreta de Alfaro, esa es su gran asignatura pendiente, al menos en la Ribera.
Su futuro en el club se posa sobre un gran signo de pregunta. La dirigencia, última pata de esta mesa, tampoco está fuera de esta historia y tiene claro que la eliminación ante River puede ser el principio del fin de su continuidad, en el escrutinio de fin de año.
Los millones no le alcanzaron a Boca para volver a ganar la Copa. Primero deberá forjar un equipo que sea capaz de, en momentos calientes de la ruta hacia un objetivo, sea capaz de despojarse de fragilidades y carencias impropias de su historia.

EL RESUMEN DEL SUPERCLÁSICO


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