El sueño blanco de dos chicos

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Ezequiel Castillo y Ramón Castro concretaron en el cerro Catedral un verdadero sueño: tocaron por primera vez la nieve y además pasearon junto con dos de sus ídolos, los pilotos de TC 2000, Wálter Hernández y Gabriel Ponce de León. «Es todo tan lindo; cuando sea grande quiero volver aquí», aseguró Castillo.

Ambos niños viven en un barrio muy humilde de la localidad de Wilde, en el gran Buenos Aires y viajaron a esta ciudad junto a Susana Mabel Blanco, del hogar «Copa de leche, Jesús te ama» el cual alberga a los niños carenciados de los barrios aledaños. Cumplieron su sueño merced a la fundación de la empresa Telefónica, la cual es sponsor del equipo Ford en el TC 2000 y desde hace cinco años está presente en los inviernos del Catedral.

Con ojitos de asombro y la timidez propia de alguien que está fuera de su ámbito natural, los niños no salían de su a-sombro cuando posaban para los fotógrafos en la base del centro invernal, paseaban el fourtrax y compartían la butaca de un 4×4 cero kilómetro con los pilotos de Oreste Berta.

Los niños contaron que no solamente fue su primer viaje en avión y que se alojan en un hotel… también era la primera vez que podían comer todo lo que querían y estaban vestidos y suficientemente abrigados.

Ezequiel tiene 9 años y 3 hermanos y Ramón 12 años y 5 hermanitos. Ambos tienen padres desocupados, como la mayoría de los niños que van al comedor. Susana Blanco es uruguaya y hace 2 años fundó «Copa de leche, Jesús te ama», una entidad que nació en una casa de madera muy precaria y fue equipada y acondicionada gracias a donaciones. Es una especie de «tutora» de los niños y trabaja con chicos carenciados desde hace 12 años.

En su visita a esta ciudad afirmó estar «tan emocionada como los niños» y reconoció que «estamos concretando un hermoso sueño pero sabemos que al regreso nos espera nuevamente la vida real».

Afirmó que sabe muy bien que en Bariloche no todo es nieve y alegría y que hay muchísimas personas carenciadas. «Lo importante es ayudar y trabajar para que al menos una vez los niños tengan una alegría», dijo. Explicó que su «comedor barrial» funciona de lunes a viernes de 16 a 18 y da la merienda a unos 120 chicos. Con Susana trabajan otras seis personas y el sábado al mediodía se sirven almuerzos. «El año pasado logramos que el intendente de Avellaneda nos ayude con los alimentos».

Además de la merienda a los niños se les enseñan pequeños oficios y trabajos y los domingos funciona allí una radio abierta que transmite con ellos desde la FM Suburbio 100.9. Este año lograron que el municipio dicte cursos de peluquería a 21 madres, quienes tendrán así una mejor posibilidad de obtener salida laboral.