El trueque ya está en pleno centro de Neuquén

Los sábados a partir de las 15 en la Vuelta de Obligado se ofrecen mercancías y servicios. Se puede conseguir desde verduras hasta un turno con un médico pediatra. Se calcula que en todo el Alto Valle del Río Negro y Neuquén hay unas 10.000 personas que adoptaron este sistema de intercambio. La mitad de los que se sumaron al canje vive en Neuquén. Los impulsores de esta iniciativa ahora pugnan ante los funcionarios por las ferias francas.

NEUQUEN (AN) – «Son las 15 ¡Queda abierta la feria!». La orden de largada del coordinador a través de un megáfono es seguida de un movimiento infernal. La gente se cruza presurosa de un puesto de venta a otro con un fajo de «créditos» (pequeños bonos impresos) en la mano.

El bullicio es contagioso y recién se aplacará media hora después, cuando los «productores» hayan llenado sus bolsos de acelga, cebollas, una botella de salsa de tomate, un adorno para la casa, una torta de cumpleaños o un enorme pan casero recién cocido. O cuando ya se consiguió a un plomero, un albañil o se obtuvo el turno para el pediatra o el médico clínico.

Esta escena no ocurre en un barrio sino en pleno centro de esta ciudad, todos los sábados en la Vuelta de Obligado.

El trueque, una modalidad comercial tan vieja como la humanidad, tiene hoy una asombrosa vitalidad a través de las ferias barriales, en el marco de la Red Patagónica. La propuesta es sencilla: cada uno ofrece lo que produce en su casa y lo cambia por el producto que más necesita.

Hay una condición ineludible: no se maneja dinero. Sólo participa de la ronda el que tiene alguna mercadería, no industrializada -la excepción es la ropa y zapatos usados y sólo en algún caso-, para intercambiar.

«Empezamos con las ferias hace dos años, un 7 de agosto porque somos devotos de San Cayetano. En la zona, incluyendo desde Regina, hay 10.000 personas que concurren regularmente, de ellas 5.000 son de Neuquén», dijo Orlando Irilli, un exdiputado provincial que apoyado por su esposa e hija puso en marcha esta iniciativa y cada día está más entusiasmado.

En la ciudad hay ferias de lunes a domingos, de mañana y tarde, en la mayoría de los barrios. Los lugares son escuelas, comisiones vecinales, parroquias y, si no hay otro lugar, en el baldío.

Los sábados a las 15 -la primera regla del club es respetar el horario- la cita es en el pintoresco Paseo de los Artesanos, pero es tanta la cantidad de asistentes que las improvisadas mesas con flores, ataditos de cebolla de verdeo, zapallitos italianos, jaleas y dulces o ropa tejida para niños, se despliegan en la vereda de la Vuelta de Obligado.

Una destartalada camioneta Chevrolet exhibe la lechuga recién cortada, las manzanas verdes y hasta algún choclo. Otro vehículo antiguo contiene cebollas, plantines y acelgas.

«El trueque es un principio solidario, porque al no haber dinero por medio se trata de que cada uno le ponga el valor que le parece a su mercadería. Y también es confianza, porque se confía en que lo recibido, si es un alimento elaborado, está bien hecho, con fecha reciente y buen estado», comentó Mirta, la esposa de Irilli, que hace souvenirs de yeso.

La «moneda» que se maneja son bonos impresos que tienen valores de uno, dos, cinco y diez «créditos». La relación es que cada «crédito» es igual a un peso, pero antes que una equivalencia, sólo sirve como referencia. Sólo es posible canjearlos por mercadería.

Los socios se van conociendo y se encargan determinada mercadería para tal día. Así, una señora hace tortas hábilmente decoradas -de alrededor de un kilo y medio-, a pedido. Por cada una pide «dos paquete de harina leudante y uno de azúcar».

Otra ofrece hamburguesas: a cinco créditos «se las sacaban de la mano». Un competidor las vende a cuatro.

«Esto es algo que hay que entenderlo. Y no todos lo logran, porque no hay plata. Pero yo hace dos años que vengo y le aseguro que es un recurso importantísimo», dijo don Roberto Córdoba, de 65 años. Roquense de nacimiento pero neuquino por adopción. ¿A cuánto Don? «4×1(crédito)», dijo don Roberto y echó cuatro grandes manzanas en el bolso de arpillera del comprador.

El vendedor de cebollas tampoco usa balanza: «8 hacen más o menos un kilo», explicó. Y a ningún cliente se lo vio protestar.

«Mire, en éstas épocas de crisis, la feria del trueque brinda la posibilidad de que en el fondo de la casa plantés lechuga, en la máquina de coser hagas bordados o en el tallercito una mesita. Venís a la feria y seguro que a cambio te llevás algo «, dijo Irilli. ¿Qué es lo primero que busca la gente? La comida y este es un dato a tener en cuenta en medio de la crisis.

Una alternativa para tiempos de crisis

NEUQUEN (AN) – Rubén Ríos tiene 28 años, es casado y padre de tres hijos. Hace seis meses que concurre a la feria del trueque. Vende productos de chacra «porque es lo que más deja», que le proveen chacareros de Centenario, a los que visita en su Chevrolet.

«Ahora tengo trabajo, pero tiempo atrás no conseguía y con esto al menos tenía para comer y moverme con lo mínimo», comentó para sintetizar las bondades del sistema de trueque.

El sábado pasado Manuel vino por primera vez a la feria en el Paseo de los Artesanos. Desparramó una decena de botellitas de gaseosas con ají y esperó a ver qué pasaba. «Recién empiezo y ya vendí varias. Y ya gasté los créditos también… Le compré a los chicos las cosas para la escuela», comentó.

«Sencillito nomás… Ají, vinagre, sal y algún poquito de un condimento», dijo respecto de cómo preparaba el producto que ofrecía.

«A esto del trueque hay que entenderlo. Yo hace dos años que vengo y tengo muy claro cómo es. La verdura no la produzco yo, sino que la salgo a buscar. Es una gran cosa el trueque, aunque siempre hay que tratar de tener alguna entradita por otro lado», comentó. A los 65 años, subsiste con el trueque.

Alicia es estudiante y vende poleras que le da una amiga. Apenas tiene tres prendas envueltas en papel celofán, que ofrece a 15 créditos. «Me animó a venir una amiga. Me ha ido bien, así que por ahora pienso seguir», comentó esta mujer que, como todos los que están allí, confía en el trueque.

Entre los socios del club se observó a varios de nacionalidad boliviana. Ofrecen todo tipo de mercadería, desde verduras a ropas y son uno de los más puntuales y respetuosos del reglamento, según los organizadores.

«Comenzar recién cuando el coordinador lo indique; controlar calidad, fecha de elaboración y de vencimiento, presentación y rótulo del producto; respete el precio indicativo; no llevar artículos usados; mantener la limpieza; colocarse el carné de socio; no fume», son algunas de las reglas del Club del Trueque Norpatagónico.

El 11 de marzo se hará en Vuelta de Obligado la «Megaferia» de los tres años y para la ocasión está prevista la visita de coordinadores de ferias de otros puntos del país.

Ahora el objetivo es la feria franca

NEUQUEN (AN) – «El gran objetivo ahora es que ya sea el gobierno provincial o los municipios organicen las ferias francas. La subsecretaría nacional de Pymes elaboró un estudio en el que demuestra que este tipo de miniemprendimientos mueven 1.000.000 de pesos al año», dijo Orlando Irilli.

La feria franca de productos locales es una vieja modalidad que en otras provincias argentinas se practica habitualmente, coordinadas por los municipios. Está destinada a los pequeños productores que venden basicamente frutas y verduras, pero también los chacinados, la miel, dulces, plantas y flores.

«Acá se largó esa iniciativa pero pusieron muchos escollos por la cuestión bromatológica. Sin embargo la iniciativa es muy válida, lo único que se necesita es que los funcionarios se dediquen a evaluarla y buscar la forma de instrumentarla», añadió Irilli.

Para montar este tipo de propuestas no se requieren grandes inversiones y en gran medida la insfraestructura pasa por elegir lugares adecuados.

«Si en lugar de distribuir tantos subsidios con contraprestaciones, se canalizaran esos fondos impulsando la producción primaria de alimentos, se daría una solución a la economía de hogares en los que hoy está faltando lo más elemental, que es la alimentación. Se trata de asegurar vías de comercialización de ese producido a baja escala», comentó Irilli.

Agregó que la alternativa de la feria franca no sólo es para artículos alimentarios «ya que un herrero también puede canalizar su producto en este tipo de mercado».

Por el momento este es sólo un proyecto, pero entre las personas que promueven y apuestan al trueque, la salida de las ferias francas está presente y en el grupo hay una frase que no conocen: darse por vencido.


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