“El uso de la fuerza está instalado en nuestra cultura”

El caso de Wanda Taddei instala una vez más el debate. ¿Por qué relaciones construidas por voluntad y amor se convierten en un infierno? Opina el psicólogo Moffatt.

Para algunos fue un accidente. Para otros, él la quiso matar. Quedan dudas sobre cómo se desarrollaron los hechos la noche en que Wanda Taddei, la esposa del baterista de Callejeros Eduardo Vázquez, terminó internada con el 60% de su cuerpo quemado. Días más tarde, él recuperó la libertad por falta de mérito. Ella murió en una cama de un hospital de Buenos Aires, el 21 de febrero. Cuando todo parecía encaminarse al cierre de la investigación, el padre de Wanda, Jorge Taddei, conmovió a la opinión pública. El hombre, dolorido, habló de “muerte anunciada”, de que “se agarraban a las piñas y que cuando los vecinos intervenían los echaban”, de “amor enfermizo”. Ante las dudas, la Justicia lo citó a declarar como testigo. Luego de declarar, Jorge Taddei anunció que la familia será querellante. Dijo que lo decidió luego de que su nieto de 5 años contó que la noche de la tragedia estaba despierto y habría escuchado a su madre gritar: “me vas a matar”. Hay algo en lo que las distintas versiones coinciden. El incendio existió. Y la discusión en medio de la cual se desató el fuego, también. Como en muchos otros casos no hay testigos. Es la palabra de uno contra la del otro. Y Wanda ya no puede decir la suya. De lo que no parece haber muchas dudas es de que se trata de otro caso más de violencia familiar, doméstica o de género que terminó con la vida de una mujer que murió como mueren miles de mujeres en nuestro país. Naciones Unidas define a la violencia de género como un acto violento basado en la pertenencia al sexo femenino, tanto en la vida pública como en la privada, que tiene o puede tener consecuencias físicas, sexuales o psicológicas para las mujeres. Según la Asociación Civil La Casa del Encuentro, durante el 2009 murieron 231 mujeres y niñas en asesinatos por violencia sexista en nuestro país. La cifra indicó un crecimiento del 11% con respecto al año anterior. El informe señaló que en la mayoría de los casos el femicidio se produjo en el círculo afectivo directo: las víctimas murieron a manos de sus esposos, parejas o novios, actuales o pasados. A nivel de políticas públicas la ley de protección integral sancionada el año pasado es un avance aunque aún no se reglamenta. Sin embargo, qué pasa con las relaciones entre hombres y mujeres en el terreno de lo privado, ¿hay avances o retrocesos? Para el psicólogo social Alfredo Moffatt todavía no se terminó de resolver el tema de género aunque se ha avanzado mucho: “Cuando yo era joven la mujer no votaba, no podía tener propiedad, no tenía la patria potestad de los hijos, y tenía que acompañar al marido donde él fijara domicilio”. Hay territorio conquistado pero no alcanza. A simple vista, todo parece indicar que puertas adentro estamos como antes o mucho peor porque el cambio no aparece. Las mujeres maltratadas vencen el miedo, se animan a denunciar, reconstruyen sus vidas, pero las cifras crecen y la violencia no para. Moffatt piensa que la violencia familiar es un tema no resuelto en nuestra sociedad que responde a un modelo cultural que muchísimas veces sospecha de la víctima y que goza de cierto consenso social sostenido por los medios, en especial la televisión. Explica que los casos de violencia familiar se relacionan con el uso de la fuerza bruta, algo que está instalado en la cultura, en los mitos que ubican a la mujer en un rol pasivo y al hombre en un rol activo. “El hombre dice ‘ella me agredió con palabras y yo la agredí físicamente’, como si fueran equivalentes. Incluso la sociedad habla de esto como crimen pasional y es una barbaridad, es una justificación cuando debería ser un agravante”, agrega. Moffatt reconoce que “estamos en una crisis severa, grave, pero vamos a salir porque ninguna sociedad se suicida. La historia nos enseña que hay un momento en que la gente dice basta entonces revierte”. “Cuando la palabra se abandona el mundo se hace un lugar insoportable”, dice y tal vez es eso lo que estamos viviendo en este momento. “Pero cuando ya se hace insoportable los hombres y las mujeres cambian”. Esperemos no llegar tarde a esa cita.

La muerte de la esposa del baterista de Callejeros, otro caso de violencia familiar.

NATALIA LÓPEZ natalial@rionegro.com.ar

La versión completa de la entrevista puede leerse enel blog “Hijas de Eva”


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