El uso del agua dulce o potable
El Día Mundial del Agua, que se celebra el 22 de marzo por decisión de la Conferencia sobre el Medio Ambiente desarrollada en Río de Janeiro en 1992, constituye una excelente oportunidad para que los neuquinos compartamos algunas reflexiones sobre este recurso que es tan abundante y de excelente calidad en nuestra provincia.
Es común, y el caso que se plantea no es excepción, que cuando hay abundancia haya derroche.
En nuestra provincia, y fundamentalmente en su capital, el derroche de agua tratada es notable. Es un recurso cuya toma, tratamiento y distribución son muy caros -la tarifa que pagamos los neuquinos es la tercera más alta del país- y la falta de un control justo de los consumos provoca situaciones injustas.
Una sana política en la materia debería apuntar a incorporar racionalidad en el uso de este recurso.
Tampoco se observa racionalidad en la planificación de las obras que aumenten los sistemas de captación, tratamiento y distribución de agua, lo que resulta muy contradictorio teniendo en cuenta la constante expansión de la demanda y la abundancia y calidad de las fuentes naturales de abastecimiento.
Continuando una línea histórica que han impuesto los gobiernos provinciales, se siguen encarando obras muy caras y con una tecnología compleja que, lógicamente, justifican los mayores montos de inversión. Se descartan, así, sistemas más simples que aprovechan las ventajas naturales de la zona y cuya efectividad y austeridad han dado resultados en otras partes del mundo y aun en nuestra ciudad.
El reemplazo de las siempre sospechosas consultoras nacionales e internacionales que llegan de la mano de los créditos del mismo origen, por la experien-cia, ingenio y capacidad de técnicos y profesionales locales, también conformarían una señal de una sana política en la materia.
La provincia del Neuquén está sembrada y surcada por fuentes y cursos de agua dulce que no tienen un aprovechamiento racional. Gran parte de ese recurso se desperdicia.
Observando la importancia estratégica que este recurso está teniendo y tendrá en las próximas décadas en la vida de la humanidad (crece la demanda y se comprime el abastecimiento por agotamiento, contaminación o derroche), será fundamental que en la provincia del Neuquén empecemos a darle el valor adecuado a este recurso.
Encarar una campaña de concientización sobre la necesidad de aprovechar el agua dulce con inteligencia, solidaridad y compromiso con el futuro debe constituir un imperativo para los gobernantes, la dirigencia sectorial en general y las ONGs preocupadas por temas ambientales y por la calidad de vida de los pueblos. Será muy interesante, a la vez, que pautas sobre este gran tema se incorporaran a los programas de estudio de los distintos niveles de la escuela pública.
No hay que olvidarse de que es regla general que los derroches de un momento se pagan con carencias en el futuro. Y esto puede ocurrir en Neuquén, si no empezamos a comprender rápidamente que la abundancia y los derroches de hoy pueden tener su contracara en campos yermos y millares de sedientos en el futuro.
Comentarios