El Vaticano publicó el «tercer secreto de Fátima»

Confirman que se refiere al atentado al Papa y a la lucha del comunismo contra la Iglesia.

Ciudad del Vaticano (EFE).- El mejor guardado de todos los secretos, que más ríos de tinta derramó y desató todo tipo de especulaciones, fue develado totalmente ayer, 83 años después de ser revelado por la Virgen de Fátima a los tres pastorcillos: se refiere al atentado que sufrió Juan Pablo II en 1981 y a la lucha del comunismo ateo contra la Iglesia.

Según precisó el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio), encargado de interpretar el secreto, se trata de un llamamiento a la conversión, a la penitencia y a la fe y no incluye revelaciones apocalípticas como el fin del mundo o sobre el futuro de la historia.

Asimismo, subraya la importancia de la libertad del hombre y que el futuro no está escrito.

Los acontecimientos a los que se refiere pertenecen ya al pasado, según especificó Ratzinger, quien precisó que el texto no se desveló antes porque sor Lucía -quien escribió en 1944 las revelaciones hechas por la Virgen en 1917 en la Cueva de Iria- impidió que se publicase hasta 1960 y en los años siguientes, visto que se trataba de imágenes indescifrables (aún no había ocurrido el atentado de plaza de San Pedro) era preferible esperar a mejores tiempos, en los que se pudiera interpretar.

«Era necesario un tiempo de reflexión», insistió el purpurado.

En el documento de la Santa Sede se afirma que sor Lucía interpretó el tercer secreto como una visión profética comparable a las de la historia sagrada.

La monja, que tiene 93 años, mantuvo un coloquio con representantes vaticanos el pasado 27 de abril en Coimbra -varias semanas antes de que fueran beatificados los otros dos pastorcillos videntes, sus primos Jacinta y Francisco- y reiteró, según el documento publicado ayer, su convicción de que la visión de Fátima se refiere a la lucha del comunismo contra la Iglesia, describe el sufrimiento de las víctimas de la fe del siglo XX.

La religiosa aseguró que el personaje central de la visión es el papa, que «ellos» (los tres ni-ños) estaban muy tristes por el sufrimiento del papa, pero que no sabían el nombre del pontífice.

«Nosotros no sabíamos el nombre del Papa, la señora no nos lo dijo. No sabíamos si era Benedicto XV o Pío XII, o Pablo VI o Juan Pablo II, pero era el papa que sufría y nos hacía sufrir también a nosotros», contó.

En el texto, la vidente habla de «un obispo vestido de blanco que atravesando una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de armas de fuego y flechas».

Para Lucia y para Ratzinger no hay dudas: es Juan Pablo II.

El hecho de que el papa no muriese en el atentado de Plaza de San Pedro la tarde del 13 de mayo de 1981 cuando fue tiroteado por el terrorista turco Ali Agca (al contrario de lo que le o-curre al «obispo vestido de blanco») lo explicó el pontífice.

Juan Pablo II siempre ha mantenido que «una mano disparó (la de Agca) y otra mano (la de la Virgen) guió la trayectoria de la bala y el papa agonizante se detuvo en el umbral de la muerte».

Para el Vaticano lo que está claro con esto es que el futuro no está escrito.

El secreto fue conocido, según precisó Ratzinger, por los papas Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II. Al parecer, Pío XII, que fue al primero que se le envió, no lo leyó.

El actual pontífice lo leyó pocos días después del atentado de plaza de San Pedro, cuando todavía ingresado en el Policlínico Gemelli, de Roma. Ratzinger aseguró ayer que Juan Pablo II nunca hasta ese momento había leído el documento.

En el texto aparece tres veces la palabra «penitencia». Según el Vaticano esa es la «clave»: la urgencia de la penitencia, de la conversión y de la fe. Según Lucía, el objetivo de las apariciones fue el de hacer que la gente tuviera fe y rezara más.

Ratzinger manifestó también que el secreto es una «revelación privada» (que se refiere a visio-nes y revelaciones que tienen lugar una vez terminado el Nuevo Testamento) y que por ello no es necesario creerlas.

Las revelaciones públicas, es decir la acción reveladora de Dios destinada a toda la humani-dad, son las únicas que exigen la fe. En el texto aparece el ángel con la espada de fuego al lado de la Virgen, el fuego desaparece cuando entra en contacto con el esplendor de la Señora. La explicación que se da a esta escena es que el hombre con sus inventos puede reducir el mundo a cenizas y que la Virgen simboliza la fuerza que se opone al poder de destrucción.

También aparece la ciudad casi en ruinas, la montaña y la cruz, seguido de la muerte de religiosos, seglares, etc. La explicación es que lo primero se refiere a la historia humana y las muertes el vía crucis de la Iglesia y el martirio de los cristianos en el siglo XX.

Los otros dos secretos: la visión del Infierno y la conversión de Rusia

Ciudad del Vaticano (EFE)- El secreto de Fátima está dividido en tres partes y fue revelado por la Virgen en 1917 a los tres niños en las apariciones del 13 de junio, 13 de julio y 13 de octubre, en las que les mostró el Infierno, anunció la muerte de dos de ellos, el inicio de la Guerra Mundial y la conversión de Rusia.

Lucía dos Santos, la única superviviente de los tres pastores y actual monja de clausura en un convento de Coimbra (Portugal), fue la que se encargó de redactarlo entre 1941 y 1944. La monja sólo reveló las dos primeras partes e informó de la tercera al papa Pío XII, quien no lo leyó.

Los otros cuatro papas que le sucedieron -Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II- también fueron informados del mismo y con la excepción del papa Albino Luciani (Juan Pablo I), cuyo pontificado apenas llegó a un mes, todos lo leyeron. Juan Pablo II lo hizo después del atentado que sufrió el 13 de mayo de 1981 en la plaza de San Pedro.

El primer secreto vaticinaba la muerte prematura de los niños videntes Jacinta y Francisco (primos de Lucía) y la visión del infierno. El segundo se refería al final de la Primera Guerra Mundial y al estallido de la Segunda y predecía la conversión de Rusia y el fin del comunismo.

Sor Lucía escribió que durante la aparición del 13 de julio de 1917, considerada la más importante de las seis que se produjeron, la Virgen les mostró un gran mar de fuego, en cuyo interior estaban los demonios y las almas pecadoras.

«Nuestra Señora nos mostró un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra. Sumergidos en ese fuego los demonios y las almas como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana, que fluctuaban en el incendio… Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros», afirmó en el texto.

Sor Lucía precisó que esa visión duró sólo un momento y que la Virgen les prometió que les llevaría al Cielo.

Después les anunció que la guerra (la Primera Guerra Mundial) estaba por acabar, pero que si los hombres no dejaban de ofender a Dios durante el pontificado de Pío XI otra guerra aún más destructiva comenzaría (la Segunda Guerra Mundial).

«Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre», contó Lucía.

La Virgen también pidió que le fuera consagrada Rusia y que si ésta se convertía habría paz en el mundo.

«Para impedir (las persecuciones) vendré a pedir la consagración de Rusia a mi inmaculado corazón y la comunión reparadora de todos los primeros sábados. Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia», dijo la Virgen.

El segundo secreto concluye afirmando que «por fin mi inmaculado corazón triunfará, el Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz».

Juan Pablo II consagró a la Virgen el mundo del tercer milenio y le pidió que lo libre del ateísmo liberal, durante la visita que hizo a Fátima el 13 de mayo de 1991.


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