El veranismo y su excluyente «nosotros»
Esta franja de la UCR trabaja desde un sentido restringido de la política.
Las elecciones generales en Río Negro están en un lugar no más allá de la vuelta de la esquina.
Y el discurso político -en tanto nexo con el colectivo- rige con sus más y sus menos en procura de poder. Desde esta perspectiva, el discurso del gobernador Pablo Verani y su veranismo ofrece datos muy singulares para el análisis.
Uno de su perfiles más dominantes de ese discurso es el que no computa al «otro». Al ciudadano que está afuera de la línea política del mandatario.
O sea, se manifiesta desde una perspectiva que no integra, desde lo semántico, a un sujeto social amplio. Muy por el contrario: se expresa desde una dinámica donde lo dominante es el «nosotros». Así, construye su desarrollo desde un sentido restringido para el mercado de su mensaje. Roza el desdén por un escenario más amplio.
¿Pero qué es el «nosotros»? La simbiosis gobierno – radicalismo.
Y ese «nosotros» siempre emerge en el discurso de Verani y su veranismo asociado a un impulso de matrícula épica: «¿Qué nos van a hablar a nosotros de cómo gobernar?»; «¿qué nos van a hablar a nosotros cómo eficientizar el funcionamiento del Estado?»; «¿qué nos van a hablar a nosotros de cómo manejar la salud pública cuando nunca en la provincia se habían construido tantos hospitales?»…
Así, ese «nosotros» se manifiesta desde una certidumbre terminante en relación con la calidad de gestión del gobierno. El poder aparece ajeno a toda duda sobre el éxito de su trabajo. Visualiza su rol desde el convencimiento de estar en una línea de lo que un historiador italiano sintetiza como «ausencia de todo error, presencia de solo acierto».
Entonces, ese «nosotros» nace de un profundo y pétreo desprecio por la autocrítica. Y se sostiene en el tiempo con regularidad y vigencia en cada discurso de Verani o de su esquema de poder más inmediato sin el menor indicio de vincular la realidad con lo dicho. Es tan uniforme la obediencia a esa regla, que llama la atención cuando algún eslabón de esa estructura rompe con ese cerco aunque sea por un instante.
Y esto sucedió el viernes en Roca, durante el acto de lanzamiento de la candidatura a gobernador del ultraveranista Miguel Saiz.
Al pasar revista a la situación provincial y esbozar líneas generales de un plan para su eventual gobierno, Saiz dijo que «jamás Río Negro puede volver a tener un año lectivo como el presente», o sea signado por el fracaso.
No fueron pocos los veranistas a los cuales un signo de sorpresa se les dibujó en la cara. Y luego, giraron y miraron hacia donde estaba la ministra de Educación, Ana Mázzaro, casi como diciéndole: «A Miguel se le pegaron los chips».
Pero aunque no lo perciban, con ese «nosotros» acrítico, el discurso de Verani y su veranismo nivela hacia abajo la calidad de la política que creen tan acertada.
Inducen a sus seguidores a restarse reflexión sobre la realidad: «Todo va bien, no hay de qué preocuparse. Nosotros velamos por ustedes».
Si lo logran o no, es otra historia. Aquí vale la intención: que no es otra de evitar un sinceramiento sobre errores y aciertos que enriquezcan tanto al poder como a quien le muestra lealtad terminante.
Sucede que Verani y su veranismo ven el despliegue de su discurso en una única dirección: cohesionar y expresar poder.
Porque si algo es vetusto en el continente psíquico del veranismo es una concepción excluyente del ejercicio del poder.
Su caparazón resiste el debate de ideas franco y dinámico. Su caparazón sólo sabe de cuidar y reproducir poder sin que medie instancia intelectual alguna.
Y siguiendo esta maniática determinación, el discurso de Verani y su veranismo tiene necesariamente que satanizar a un «alguien».
Ni siquiera encontrar un adversario: encontrar enemigos. Un blanco a quien apuntar y de ahí en más justificar la expresión por momentos casi primaria del poder de la que hace gala.
En ese satanizar este discurso despliega su magma aglutinante. Un punto que alienta a reunir adeptos con convicción inquisitorial. Se trata de una profunda creencia en la existencia que el infierno son los otros, liberándose uno -Verani y el veranismo en este caso- de toda responsabilidad en esto o aquello.
Una creencia sin más reafirmación concreta que la comunión de sus creyentes.
Ese «alguien» puede ser tanto un dirigente político, los medios de comunicación o un gremio en colisión con el poder. Siempre hay un «atolondrado» que no entiende el poder.
Y en todo ese discurso suelen ocupar largo lapso y provocar emociones terminantes.
Claro, un tiempo que se le resta a expresar política de mejor calidad.
Son 12 los que van para un solo sillón: el de gobernador
VIEDMA (AV)- El clima preelectoral se está instalando en Río Negro.
No sólo por el lanzamiento de precandidatos desde distintos sectores políticos y por las frecuentes reuniones partidarias sino por la actividad en el Tribunal Electoral de Río Negro. Son doce las agrupaciones políticas que -hasta el momento- han solicitado reconocimiento ante ese organismo judicial.
A todo ello se suma la expectativa por la resolución del Superior Tribunal de Justicia por la habilitación o no del vicegobernador, Bautista Mendioroz, para ser candidato a gobernador en las próximas elecciones. Con el dictamen del Procurador General, Hugo Mántaras, entregado la semana pasada pronunciándose por la inhabilitación de Mendioroz ahora sólo falta la opinión del STJ.
El primer trámite que se deberá resolver es la excusación del juez Luis Lutz, quien habría pedido su apartamiento de la causa por haber integrado la Alianza con el gobierno como dirigente del Movimiento de Integración y Desarrollo. Para ello se deberá designar un juez subrogante para integrar el STJ que podría ser uno de los camaristas laborales.
Según el padrón utilizado para las elecciones nacionales del año pasado los electores en Río Negro son alrededor de 341.000 y 14 los partidos políticos reconocidos: la UCR, el Movimiento de Unidad y Participación por Bariloche, el Justicialista, el Partido Provincial Rionegrino, el Frente Grande, el Movimiento Patagónico Popular, el Partido Intransigente, el Partido Demócrata Cristiano, el Demócrata Progresista, el Movimiento de Integración y Desarrollo, el Socialista Popular, el Humanista, el Socialista Democrático y la Unión Vecinal Bariloche.
Además en este momento el Tribunal Electoral de la provincia tiene para resolver el pedido de reconocimiento en las categorías municipal y provincial de otras 12 agrupaciones políticas que lo han solicitado.
En el primer caso tiene que acreditar un número de adhesiones igual al uno por mil de los electores del municipio al que pertenecen y a nivel provincial el uno por mil de los electores de Río Negro, además el cuatro por mil de las afiliaciones, Carta Orgánica, acta de constitución, bases de acción política y principios partidarios, entre otros.
«Rumbo Nuevo», cuyas siglas coinciden con las de Río Negro, es la agrupación política liderada por el ex gobernador rionegrino, Horacio Massaccesi, que pediría reconocimiento en los próximos días.
Consultada sobre los plazos la secretaria electoral de Río Negro, Ana María Brunello, señaló que está vigente el artículo 127 de la Ley 2.431 que establece las reglas del Código Electoral y de Partidos Políticos de la provincia que indica que para presentar candidaturas los partidos deben obtener su reconocimiento con una antelación de un año a la fecha de vencimiento de los mandatos. «Si consideramos que vencen al 10 de diciembre del 2.003 para poder presentar candidaturas tendrían que estar reconocidos el 10 de diciembre de 2.002», aclaró.
En tanto han caducado algunos partidos políticos que estaban reconocidos como el Modim y el vecinalista de El Bolsón.
Las elecciones generales en Río Negro están en un lugar no más allá de la vuelta de la esquina.
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